El periodista Raul del Pozo afirma en el diario "El Mundo" que ha visto con sus propios ojos, papeles que demuestran los sobresueldos cobrados por los altos dirigentes del PP y otros (posiblemente donaciones millonarias de empresarios a cambio de contratos y concesiones), que harían estremecer al gobierno ¿A qué espera el Fiscal General para citar al periodista y hacerle declarar, bajo juramento, qué es eso tan tremendo que ha visto?
La situación de España es terrible y altamente confusa. La estabilidad de España y tal vez la supervivencia del actual "régimen" dependen del silencio de algunos tipos que saben demasiado. La situación es de alto riesgo y de un peligro sobrecogedor porque la seguridad de toda la nación española depende de la omertá de algunos. Si Diego Torres, ex socio de Iñaki Urdangarín, contara todo lo que sabe, es posible que la Monarquía saltase por los aires. Si Bárcenas, el ex tesorero del Partido Popular, hablara y revelara todo lo que sabe, quizás el PP tendría que disolverse o seria precintado por los jueces. Si Pepiño Blanco, Griñán o cualquier otro socialista cabreado tirara de la manta y contara lo que sabe, es mas que probable que el PSOE se fuera al infierno. Si el mismo Urdangarín, despechado porque se le margina de la Gran Casa, hablara y contara lo que ha vivido y escuchado, el estallido sería de órdago.
La fragilidad del Estado español es preocupante porque hay demasiada gente que tiene en sus manos la supervivencia del sistema. Se ha llegado a esta situación porque los partidos políticos y muchos dirigentes de la nación se han sentido intocables, porque de hecho lo fueron durante un tiempo, han burlado las leyes y han sido demasiado golfos. El dinero y el miedo han amordazado a los que podían hablar durante muchos años, pero la llegada de la crisis, la drástica disminución de la tarta a repartir y, sobre todo, la podredumbre interna del sistema, han debilitado los cerrojos y las barreras, hasta el punto de que todo está a punto de estallar.
¿Qué pasaría si fuera verdad y se comprobara que los políticos del PP han estado cobrando sobresueldos, en dinero negro, durante años, incluso cuando gobernaban? ¿Qué pasaría si quedara demostrado que los EREs fraudulentos de Andalucía no fueron un accidente, sino una forma de saquear, practicada por algunos políticos socialistas durante décadas? ¿Qué ocurriría en España si se descubriera que toda la trama de Urdangarín no es otra cosa que la forma habitual que ha tenido la Corona de ganar dinero y amasar fortuna? ¿Qué ocurriría si los ciudadanos llegaran a la misma conclusión que ya han llegado muchos españoles bien informados, de que el sistema está podrido hasta la médula, que son decenas de miles los que han robado y que muchos poderosos, atiborrados de dinero ilegal, tienen sus fortunas fuera de España? ¿Qué ocurriría si hablara el Gürtel Correa o si a Felipe González, ya viejo y cerca de su fin, le diera un ataque de honradez y sinceridad y se decidiera a contar cómo funciona la España oficial corrupta?
Hay demasiados potenciales chivatos que tienen al Estado agarrado por sus partes blandas, esparciendo miedo e inquietud a diestro y siniestro e impidiendo que el país y sus instituciones funcionen con normalidad. El poder es un manojo de nervios y son miles los que temen dar con sus huesos en la cárcel.
El problema de España no es económico sino ético. Si los chorizos de España dejaran de robar y si el Estado adelgazara hasta alcanzar su dimensión lógica y razonable, la crisis desaparecería casi por encanto. Muchos españoles creen cada día con mas firmeza que el grado de corrupción alcanzado ha superado todas las expectativas y sobrepasado todas las líneas trojas imaginables. Muchos sospechamos que aciertan los ciudadanos españoles cuando reflejan en las encuestas su creencia de que España es hoy un país mas corrupto que Marruecos, Grecia o Etiopía.
La podredumbre es repugnante. Algunos afirman que tienen pruebas de que todos los dirigentes del PP cobraron en negro; un periodista ha dicho que la infanta Cristina ha sido imputada para evitar que los correos "guarros" de Urdangarín, en los que se jactaba de las mujeres que había "conocido" (en sentido bíblico). Si todo esto es cierto y si nuestros partidos y gran parte de las instituciones y de la clase política están éticamente perdidos, unos por acción delictiva, otros por omisión y muchos por complicidad con el delito, al no haber denunciado ante los jueces la porquería que les rodeaba, ¿cuál seria la solución del drama?
La amenaza de sufrir un insoportable tsunami de suciedad nacional y un completo colapso moral y económico es tan alta y el deterioro es tan profundo que al enfermo (la España de los políticos y sus amigos millonarios) le haría falta una cirugía invasiva, a corazón abierto y a vida o muerte, para acabar con el mal y con sus terribles metástasis. Algunos observadores han empleado la palabra "resetear" como receta única de España, indicando que la política, la convivencia y el mismo sistema deben refundarse y empezar de nuevo. Habría que redactar una nueva Constitución y recrear el Estado, esta vez con bases auténticamente democráticas y honradas, después de jubilar y expulsar del poder a la jauría de canallas que han delinquido y saqueado. Los nuevos "padres de la Constitución" tendrán que ser personas honorables, de moral garantizada y, por supuesto, no afiliadas a partidos políticos que, según ha demostrado la Historia con creces, tarde o temprano se transforman en asociaciones de maleantes, como ocurre con los actuales partidos españoles, tan cargados de causas abiertas y delitos investigados que únicamente les supera la banda terrorista ETA como asociación de malhechores.
Es probable que solo así, refundando el Estado y fumigando la cúspide corrupta de la nación, el país pueda empezar de nuevo y salvarse. Pero quizás sea demasiado tarde y la metástasis sea indetenible. Es posible que ni siquiera sea ya posible empezar de nuevo.
La situación de España es terrible y altamente confusa. La estabilidad de España y tal vez la supervivencia del actual "régimen" dependen del silencio de algunos tipos que saben demasiado. La situación es de alto riesgo y de un peligro sobrecogedor porque la seguridad de toda la nación española depende de la omertá de algunos. Si Diego Torres, ex socio de Iñaki Urdangarín, contara todo lo que sabe, es posible que la Monarquía saltase por los aires. Si Bárcenas, el ex tesorero del Partido Popular, hablara y revelara todo lo que sabe, quizás el PP tendría que disolverse o seria precintado por los jueces. Si Pepiño Blanco, Griñán o cualquier otro socialista cabreado tirara de la manta y contara lo que sabe, es mas que probable que el PSOE se fuera al infierno. Si el mismo Urdangarín, despechado porque se le margina de la Gran Casa, hablara y contara lo que ha vivido y escuchado, el estallido sería de órdago.
La fragilidad del Estado español es preocupante porque hay demasiada gente que tiene en sus manos la supervivencia del sistema. Se ha llegado a esta situación porque los partidos políticos y muchos dirigentes de la nación se han sentido intocables, porque de hecho lo fueron durante un tiempo, han burlado las leyes y han sido demasiado golfos. El dinero y el miedo han amordazado a los que podían hablar durante muchos años, pero la llegada de la crisis, la drástica disminución de la tarta a repartir y, sobre todo, la podredumbre interna del sistema, han debilitado los cerrojos y las barreras, hasta el punto de que todo está a punto de estallar.
¿Qué pasaría si fuera verdad y se comprobara que los políticos del PP han estado cobrando sobresueldos, en dinero negro, durante años, incluso cuando gobernaban? ¿Qué pasaría si quedara demostrado que los EREs fraudulentos de Andalucía no fueron un accidente, sino una forma de saquear, practicada por algunos políticos socialistas durante décadas? ¿Qué ocurriría en España si se descubriera que toda la trama de Urdangarín no es otra cosa que la forma habitual que ha tenido la Corona de ganar dinero y amasar fortuna? ¿Qué ocurriría si los ciudadanos llegaran a la misma conclusión que ya han llegado muchos españoles bien informados, de que el sistema está podrido hasta la médula, que son decenas de miles los que han robado y que muchos poderosos, atiborrados de dinero ilegal, tienen sus fortunas fuera de España? ¿Qué ocurriría si hablara el Gürtel Correa o si a Felipe González, ya viejo y cerca de su fin, le diera un ataque de honradez y sinceridad y se decidiera a contar cómo funciona la España oficial corrupta?
Hay demasiados potenciales chivatos que tienen al Estado agarrado por sus partes blandas, esparciendo miedo e inquietud a diestro y siniestro e impidiendo que el país y sus instituciones funcionen con normalidad. El poder es un manojo de nervios y son miles los que temen dar con sus huesos en la cárcel.
El problema de España no es económico sino ético. Si los chorizos de España dejaran de robar y si el Estado adelgazara hasta alcanzar su dimensión lógica y razonable, la crisis desaparecería casi por encanto. Muchos españoles creen cada día con mas firmeza que el grado de corrupción alcanzado ha superado todas las expectativas y sobrepasado todas las líneas trojas imaginables. Muchos sospechamos que aciertan los ciudadanos españoles cuando reflejan en las encuestas su creencia de que España es hoy un país mas corrupto que Marruecos, Grecia o Etiopía.
La podredumbre es repugnante. Algunos afirman que tienen pruebas de que todos los dirigentes del PP cobraron en negro; un periodista ha dicho que la infanta Cristina ha sido imputada para evitar que los correos "guarros" de Urdangarín, en los que se jactaba de las mujeres que había "conocido" (en sentido bíblico). Si todo esto es cierto y si nuestros partidos y gran parte de las instituciones y de la clase política están éticamente perdidos, unos por acción delictiva, otros por omisión y muchos por complicidad con el delito, al no haber denunciado ante los jueces la porquería que les rodeaba, ¿cuál seria la solución del drama?
La amenaza de sufrir un insoportable tsunami de suciedad nacional y un completo colapso moral y económico es tan alta y el deterioro es tan profundo que al enfermo (la España de los políticos y sus amigos millonarios) le haría falta una cirugía invasiva, a corazón abierto y a vida o muerte, para acabar con el mal y con sus terribles metástasis. Algunos observadores han empleado la palabra "resetear" como receta única de España, indicando que la política, la convivencia y el mismo sistema deben refundarse y empezar de nuevo. Habría que redactar una nueva Constitución y recrear el Estado, esta vez con bases auténticamente democráticas y honradas, después de jubilar y expulsar del poder a la jauría de canallas que han delinquido y saqueado. Los nuevos "padres de la Constitución" tendrán que ser personas honorables, de moral garantizada y, por supuesto, no afiliadas a partidos políticos que, según ha demostrado la Historia con creces, tarde o temprano se transforman en asociaciones de maleantes, como ocurre con los actuales partidos españoles, tan cargados de causas abiertas y delitos investigados que únicamente les supera la banda terrorista ETA como asociación de malhechores.
Es probable que solo así, refundando el Estado y fumigando la cúspide corrupta de la nación, el país pueda empezar de nuevo y salvarse. Pero quizás sea demasiado tarde y la metástasis sea indetenible. Es posible que ni siquiera sea ya posible empezar de nuevo.
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