El presidente francés, Nicolás Sarkozy, acaba de irritar a los socialistas españoles porque los ha desenmascarado ante la opinión pública internacional, diciendo a sus electores que antes de votar a los socialistas franceses, que contemplen la arruinada y destruida España y vean cómo queda un país después de siete años de mandato socialista.
Rubalcaba y los suyos están de los nervios porque Sarkozy ha puesto al descubierto lo que ellos llevan meses ocultando con todo el poder de su propaganda: que Zapatero ha destruido España y le ha causado daños tal vez irreversibles e incurables.
Sarkozy, que al contrario de sus colegas españoles de derechas sí es un maestro en comunicación con la opinión pública, ha sabido que mensaje tenía que lanzar para advertir a los franceses del riesgo enorme que representa para cualquier nación optar por dirigentes socialistas. La advertencia ha tenido profunda repercusión porque es una verdad irrefutable y convincente. Basta mirar a España a Grecia y a Portugal, los tres países más destruidos de Europa, para descubrir los estragos que suele causar el socialismo cuando asume el poder.
Sarkozy no ha dicho nada más que una verdad, sin adjetivos, con la fuerza demoledora de los hechos. Podría haber citado también la labor ruinosa del socialismo en Cuba o en Venezuela, pero ha preferido mencionar a las víctimas más cercanas a Francia.
El PSOE, profundamente herido por la verdad y temeroso de que los españoles la asuman, ha pedido al débil y acomplejado Rajoy que condene al presidente francés por sus palabras sobre España, como si decir la verdad fuera ofensivo, pero esta vez el PP no se ha amilanado y ha respondido que el dirigente francés no ha hecho otra cosa que constatar una verdad evidente.
Tenía que haber sido Rajoy el que hubiera lanzado la acusación veraz de que el socialismo siempre termina arruinando a los pueblos y sembrando la sociedad de miseria y desesperación, con toda solemnidad y contundencia, ante la sociedad española, pero ha tenido que ser un francés, para verguenza de la derecha española, que ha procurado, también, esconder cobardemente las tropelías, abusos y estragos causados por Zapatero hablando de un traspaso de poder "ejemplar", condecorando al más inepto y dañino presidente de gobierno de la España moderna, pagándole dos sueldos millonarios, una pensión de oro, permitiéndole ocupar un inmerecido sillón en el Consejo de Estado y otros muchos privilegios que el verdugo de España y de los españoles no se merece.
Los pueblos que no aprenden de su Historia y desconocen la verdad están condenados a caer una y otra vez en el mismo error. Por eso es imprescindible que Zapatero sea juzgado y condenado por sus abusos, despilfarros y daños inmensos causados a España. Sin un castigo y sin una degradación pública y notoria del pésimo dirigente, España está lanzando a la posteridad el mensaje de que cualquier político indeseable y dañino puede ocupar la presidencia del gobierno con impunidad y causar todo tipo de estragos sin que sufra castigo alguno.
¡Zapatero debe ser castigado!
Rubalcaba y los suyos están de los nervios porque Sarkozy ha puesto al descubierto lo que ellos llevan meses ocultando con todo el poder de su propaganda: que Zapatero ha destruido España y le ha causado daños tal vez irreversibles e incurables.
Sarkozy, que al contrario de sus colegas españoles de derechas sí es un maestro en comunicación con la opinión pública, ha sabido que mensaje tenía que lanzar para advertir a los franceses del riesgo enorme que representa para cualquier nación optar por dirigentes socialistas. La advertencia ha tenido profunda repercusión porque es una verdad irrefutable y convincente. Basta mirar a España a Grecia y a Portugal, los tres países más destruidos de Europa, para descubrir los estragos que suele causar el socialismo cuando asume el poder.
Sarkozy no ha dicho nada más que una verdad, sin adjetivos, con la fuerza demoledora de los hechos. Podría haber citado también la labor ruinosa del socialismo en Cuba o en Venezuela, pero ha preferido mencionar a las víctimas más cercanas a Francia.
El PSOE, profundamente herido por la verdad y temeroso de que los españoles la asuman, ha pedido al débil y acomplejado Rajoy que condene al presidente francés por sus palabras sobre España, como si decir la verdad fuera ofensivo, pero esta vez el PP no se ha amilanado y ha respondido que el dirigente francés no ha hecho otra cosa que constatar una verdad evidente.
Tenía que haber sido Rajoy el que hubiera lanzado la acusación veraz de que el socialismo siempre termina arruinando a los pueblos y sembrando la sociedad de miseria y desesperación, con toda solemnidad y contundencia, ante la sociedad española, pero ha tenido que ser un francés, para verguenza de la derecha española, que ha procurado, también, esconder cobardemente las tropelías, abusos y estragos causados por Zapatero hablando de un traspaso de poder "ejemplar", condecorando al más inepto y dañino presidente de gobierno de la España moderna, pagándole dos sueldos millonarios, una pensión de oro, permitiéndole ocupar un inmerecido sillón en el Consejo de Estado y otros muchos privilegios que el verdugo de España y de los españoles no se merece.
Los pueblos que no aprenden de su Historia y desconocen la verdad están condenados a caer una y otra vez en el mismo error. Por eso es imprescindible que Zapatero sea juzgado y condenado por sus abusos, despilfarros y daños inmensos causados a España. Sin un castigo y sin una degradación pública y notoria del pésimo dirigente, España está lanzando a la posteridad el mensaje de que cualquier político indeseable y dañino puede ocupar la presidencia del gobierno con impunidad y causar todo tipo de estragos sin que sufra castigo alguno.
¡Zapatero debe ser castigado!
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