La Rusia de Putin aspira a ser, como fue la URSS en el pasado, una gran potencia capaz de funcionar como gran alternativa al poder norteamericano, pero la novedad es que ahora se presenta también ante los ciudadanos del planeta, sobre todo ante los muchos decepcionados por el hundimiento de los valores y la degeneración de la democracia en Occidente, como un potencia ética que hace frente al avance del mal, a la decadencia y al hundimiento de la moral y a la pérdida de derechos y libertades.
Putin, al igual que muchos de sus estrategas y asesores, es consciente de el mundo actual se siente incómodo sometido a una sola potencia hegemónica (USA) y a un sistema político dominante, al que llaman democracia, cuando sólo es una falsa democracia, sin ciudadanos, moralmente corrupta y carente de solvencia ética.
El Kremlin ve a Rusia como bastión conservador de los viejos valores y principios en un mundo sin brújula y sabe que Occidente, capitaneado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, se ha convertido en un conglomerado de políticos, grandes empresarios y banqueros, todos aliados y protegiéndose mutuamente, que controlan a los principales partidos políticos y gobiernos, que utilizan la democracia como una "etiqueta" para homologar a países, someter a súbditos y subyugar a los ciudadanos.
Putin defendió el jueves su visión de una Rusia con responsabilidad "histórica", en un mundo inestable, bastión contra la hegemonía estadounidense y garante de los valores ante a la decadencia del mundo occidental. Rusia defiende "los valores tradicionales", en especial, la concepción tradicional de la familia, y se opone a la "tolerancia estéril" practicada en numerosos países, declaró el jueves el presidente ruso en un discurso en el Kremlin. Rusia rechaza "la supuesta tolerancia, estéril, que no hace diferencia entre sexos", afirmó Putin.
Putin, presentó hoy a Rusia como reserva moral y defensora del derecho internacional en el mundo, en particular en Siria e Irán, en su informe anual sobre el estado de la nación. No aspiramos a la etiqueta de superpotencia en el sentido de pretender una hegemonía regional o mundial. No atentamos contra los intereses de nadie (...) y no intentamos enseñar a nadie cómo vivir", dijo Putin ante los miembros de las dos cámaras del Parlamento. Durante un discurso pronunciado en la Sala de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin, aseguró que Rusia "quiere ser líder", pero en la defensa del "derecho internacional, el respeto a la soberanía nacional y la independencia de los pueblos".
Putin acusó veladamente a Occidente de intentar "imponer a otros países un modelo de desarrollo supuestamente más progresista" que desembocó en Oriente Medio y el norte de África en "regresión, barbarie y derramamiento de sangre".
Durante un discurso de más de una hora, Putin hizo una encendida defensa de los valores familiares tradicionales, frente al relativismo moral que campa a sus anchas en Occidente, en clara alusión a la legalización del matrimonio homosexual. "Actualmente, en algunos países se revisan las normas de la moral. De la sociedad se exige (...) el obligatorio reconocimiento de la igualdad entre el bien y el mal. Dicha destrucción de los valores tradicionales (...) es en si misma antidemocrática", señaló.
Y, utilizando un lenguaje de potencia mundial, advirtió: "Que nadie tenga ilusiones sobre una posible superioridad militar sobre Rusia. Nunca lo permitiremos. Rusia hará frente a todos los desafíos, sean políticos o tecnológicos",
Putin, al igual que muchos de sus estrategas y asesores, es consciente de el mundo actual se siente incómodo sometido a una sola potencia hegemónica (USA) y a un sistema político dominante, al que llaman democracia, cuando sólo es una falsa democracia, sin ciudadanos, moralmente corrupta y carente de solvencia ética.
El Kremlin ve a Rusia como bastión conservador de los viejos valores y principios en un mundo sin brújula y sabe que Occidente, capitaneado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, se ha convertido en un conglomerado de políticos, grandes empresarios y banqueros, todos aliados y protegiéndose mutuamente, que controlan a los principales partidos políticos y gobiernos, que utilizan la democracia como una "etiqueta" para homologar a países, someter a súbditos y subyugar a los ciudadanos.
Putin defendió el jueves su visión de una Rusia con responsabilidad "histórica", en un mundo inestable, bastión contra la hegemonía estadounidense y garante de los valores ante a la decadencia del mundo occidental. Rusia defiende "los valores tradicionales", en especial, la concepción tradicional de la familia, y se opone a la "tolerancia estéril" practicada en numerosos países, declaró el jueves el presidente ruso en un discurso en el Kremlin. Rusia rechaza "la supuesta tolerancia, estéril, que no hace diferencia entre sexos", afirmó Putin.
Putin, presentó hoy a Rusia como reserva moral y defensora del derecho internacional en el mundo, en particular en Siria e Irán, en su informe anual sobre el estado de la nación. No aspiramos a la etiqueta de superpotencia en el sentido de pretender una hegemonía regional o mundial. No atentamos contra los intereses de nadie (...) y no intentamos enseñar a nadie cómo vivir", dijo Putin ante los miembros de las dos cámaras del Parlamento. Durante un discurso pronunciado en la Sala de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin, aseguró que Rusia "quiere ser líder", pero en la defensa del "derecho internacional, el respeto a la soberanía nacional y la independencia de los pueblos".
Putin acusó veladamente a Occidente de intentar "imponer a otros países un modelo de desarrollo supuestamente más progresista" que desembocó en Oriente Medio y el norte de África en "regresión, barbarie y derramamiento de sangre".
Durante un discurso de más de una hora, Putin hizo una encendida defensa de los valores familiares tradicionales, frente al relativismo moral que campa a sus anchas en Occidente, en clara alusión a la legalización del matrimonio homosexual. "Actualmente, en algunos países se revisan las normas de la moral. De la sociedad se exige (...) el obligatorio reconocimiento de la igualdad entre el bien y el mal. Dicha destrucción de los valores tradicionales (...) es en si misma antidemocrática", señaló.
Y, utilizando un lenguaje de potencia mundial, advirtió: "Que nadie tenga ilusiones sobre una posible superioridad militar sobre Rusia. Nunca lo permitiremos. Rusia hará frente a todos los desafíos, sean políticos o tecnológicos",
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