Tras reconocer que el nuevo gobierno está adoptando las medidas correctas en política económica y afirmar que el camino emprendido está devolviendo a muchos españoles la confianza en el futuro y la esperanza en una próxima reactivación económica, tenemos que condenar con todas nuestras fuerzas la política fiscal del nuevo gobierno, por ser injusta, inmoral, contraproducente e innecesaria.
Nos causa mucho dolor considerar abusiva e inmoral la política fiscal de Mariano Rajoy y condenarla públicamente porque durante años, con tesón e ilusión, hemos estado apostando, día tras día, por el fin del reinado sucio de Zapatero. Pero ahora, cuando el triunfo de Rajoy parecía que iba a proporcionarnos algo de esperanza, descubrimos que algunas de sus medidas son injustas, antidemocráticas y rechazables por cualquier ciudadano decente.
La condena a Rajoy se basa en un razonamiento tan simple como contundente: ellos, los políticos, han construido un Estado español hipertrofiado e insostenible y ahora nos piden más impuestos para financiar ese Estado enfermo de obesidad mórbida. Lo justo hubiera sido adelgazarlo antes, suprimir sus muchos lujos y rasgos superfluos, todos ellos contarios al bien común. Pero Rajoy ha preferido hacer lo contrario: ha metido la mano en la cartera del ciudadano, a pesar de que había prometido no hacerlo, manteniendo abusos e injusticias tan flagrantes como las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y patronal.
Si hubiera hecho las cosas bien, tendría nuestro apoyo y tendría sentido la esperanza, pero ha abusado del poder y ha relegado el bien común a un segundo plano, apostando por la injusticia y el abuso de poder, toda una decepción para sus votantes y para los muchos demócratas que habíamos depositado cierta esperanza en su victoria.
Tiene que corregir ese error rápidamente, si no quiere que las mismas fuerzas que terminaron obligando a Zapatero a salir del poder, se alcen contra él. Las sociedades modernas exigen justicia y decencia a sus gobernantes y no están dispuestas a tolerar el abuso y la arbitrariedad. Egipto, Túnez, Libia, Siria, Yemen y la propia caída de Zapatero son claros ejemplos de rebelión ciudadana contra la indecencia del poder.
Rajoy debería haber sometido primero al Estado a un plan riguroso de adelgazamiento, eliminando los cargos públicos y puestos superfluos de cientos de miles de enchufados que viven del Estado sin aportarle nada; suprimido administraciones, instituciones y empresas que no tienen función alguna justificada porque los trabajos que desempeñan están duplicados o triplicados; realizando una profunda limpieza ética que elimine del servicio público a los miles de corruptos que se han incrustado en el Estado y enriquecido sin poder justificarlo
Pero, sobre todo, debe eliminar la injusticia que representa que los ciudadanos, con nuestros impuestos, seamos obligados, contra nuestra voluntad política, a financiar a los partidos políticos, sindicatos y patronales, organizaciones que, en democracia, deberían financiarse de manera autónoma, con las cuotas de sus miembros, como ocurre en muchas democracias avanzadas.
Antes de haberle metido con impudicia la mano en la cartera al ciudadano, sorprendiendo su buena fe y empobreciéndole para financiar un Estado injusto y desequilibrado, debería haber privatizado o suprimido muchas instituciones y empresas creadas por los gobernantes para satisfacer sus propios intereses, nunca el bien común ni el interés general. Entre esas entidades destacan las costosas televisiones públicas locales y autonómicas, puros juguetes que sólo son útiles para la vanidad de los políticos y para fortalecer los ya opresivos aparatos de propaganda y manipulación de los partidos políticos. Exprimir con impuestos al ciudadano antes de liquidar esos entes monstruosos e inútiles es una auténtica canallada.
Sr. Rajoy: podría usted haber abierto una hermosa etapa de esperanza para España, pero, sin otro motivo aparente que asaltar al débil que no puede defenderse, ha enturbiado su gobierno con una medida abusiva y sin justificación, que recuerda el peor estilo del PSOE. Sea usted consecuente con sus ideas y promesas y dé marcha atrás en los abusivos impuestos instaurados por su gobierno, que convierten a la sociedad española en la que más impuestos paga, proporcionalmente, en toda Europa y casi en todo el mundo desarrollado, todo un abuso inesperado e inexplicable, que si no es remediado costará muy caro al gobierno popular que usted preside.
Nos causa mucho dolor considerar abusiva e inmoral la política fiscal de Mariano Rajoy y condenarla públicamente porque durante años, con tesón e ilusión, hemos estado apostando, día tras día, por el fin del reinado sucio de Zapatero. Pero ahora, cuando el triunfo de Rajoy parecía que iba a proporcionarnos algo de esperanza, descubrimos que algunas de sus medidas son injustas, antidemocráticas y rechazables por cualquier ciudadano decente.
La condena a Rajoy se basa en un razonamiento tan simple como contundente: ellos, los políticos, han construido un Estado español hipertrofiado e insostenible y ahora nos piden más impuestos para financiar ese Estado enfermo de obesidad mórbida. Lo justo hubiera sido adelgazarlo antes, suprimir sus muchos lujos y rasgos superfluos, todos ellos contarios al bien común. Pero Rajoy ha preferido hacer lo contrario: ha metido la mano en la cartera del ciudadano, a pesar de que había prometido no hacerlo, manteniendo abusos e injusticias tan flagrantes como las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y patronal.
Si hubiera hecho las cosas bien, tendría nuestro apoyo y tendría sentido la esperanza, pero ha abusado del poder y ha relegado el bien común a un segundo plano, apostando por la injusticia y el abuso de poder, toda una decepción para sus votantes y para los muchos demócratas que habíamos depositado cierta esperanza en su victoria.
Tiene que corregir ese error rápidamente, si no quiere que las mismas fuerzas que terminaron obligando a Zapatero a salir del poder, se alcen contra él. Las sociedades modernas exigen justicia y decencia a sus gobernantes y no están dispuestas a tolerar el abuso y la arbitrariedad. Egipto, Túnez, Libia, Siria, Yemen y la propia caída de Zapatero son claros ejemplos de rebelión ciudadana contra la indecencia del poder.
Rajoy debería haber sometido primero al Estado a un plan riguroso de adelgazamiento, eliminando los cargos públicos y puestos superfluos de cientos de miles de enchufados que viven del Estado sin aportarle nada; suprimido administraciones, instituciones y empresas que no tienen función alguna justificada porque los trabajos que desempeñan están duplicados o triplicados; realizando una profunda limpieza ética que elimine del servicio público a los miles de corruptos que se han incrustado en el Estado y enriquecido sin poder justificarlo
Pero, sobre todo, debe eliminar la injusticia que representa que los ciudadanos, con nuestros impuestos, seamos obligados, contra nuestra voluntad política, a financiar a los partidos políticos, sindicatos y patronales, organizaciones que, en democracia, deberían financiarse de manera autónoma, con las cuotas de sus miembros, como ocurre en muchas democracias avanzadas.
Antes de haberle metido con impudicia la mano en la cartera al ciudadano, sorprendiendo su buena fe y empobreciéndole para financiar un Estado injusto y desequilibrado, debería haber privatizado o suprimido muchas instituciones y empresas creadas por los gobernantes para satisfacer sus propios intereses, nunca el bien común ni el interés general. Entre esas entidades destacan las costosas televisiones públicas locales y autonómicas, puros juguetes que sólo son útiles para la vanidad de los políticos y para fortalecer los ya opresivos aparatos de propaganda y manipulación de los partidos políticos. Exprimir con impuestos al ciudadano antes de liquidar esos entes monstruosos e inútiles es una auténtica canallada.
Sr. Rajoy: podría usted haber abierto una hermosa etapa de esperanza para España, pero, sin otro motivo aparente que asaltar al débil que no puede defenderse, ha enturbiado su gobierno con una medida abusiva y sin justificación, que recuerda el peor estilo del PSOE. Sea usted consecuente con sus ideas y promesas y dé marcha atrás en los abusivos impuestos instaurados por su gobierno, que convierten a la sociedad española en la que más impuestos paga, proporcionalmente, en toda Europa y casi en todo el mundo desarrollado, todo un abuso inesperado e inexplicable, que si no es remediado costará muy caro al gobierno popular que usted preside.
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