La verdadera razón de la precipitada abdicación del rey Juan Carlos, una decisión que ha pillado a contra pie al gobierno e incluso a miembros de la Casa Real, es el miedo. El rey se ha sentido inseguro ante lo que parece que es el fin del bipartidismo y, antes de que los dos grandes partidos que sustentan la Monarquía española pierdan el control del Estado, ha decidido marcharse y forzar un retiro blindado por las leyes.
La abdicación es la primera consecuencia del resultado de las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que se ha visto ya con claridad la agonía de los dos grandes partidos políticos españoles, el PP y el PSOE, profundamente rechazados por los ciudadanos.
Hay otras verdades ocultas e importantes detrás de la sorprendente abdicación de un rey que hasta poco antes había expresado en público, repetidas veces, su voluntad de seguir activo como monarca. El poder oculta a los ciudadanos muchas verdades y tergiversa otras para manipular, crear confusión y someter.
Si la primera gran verdad ocultada es que hay sombras y secretos que explicarían la sorprendente decisión de dimitir, la segunda es que el momento elegido no es, como dicen, el mejor, sino el peor imaginable. España está en un momento crucial de su historia moderna porque el bipartidismo PP-PSOE, que ha sido la espina dorsal del sistema que sustituyó al Franquismo, haciéndose pasar por democracia sin haberlo sido nunca, está en bancarrota y está siendo devorado por el rechazo y el odio de los ciudadanos, que no perdonan a esos dos grandes partidos que hayan destruido la prosperidad, el prestigio internacional y la decencia de una España que, por culpa del mal gobierno y de la corrupción, se ha convertido en todo un problema para el mundo occidental.
La tercera verdad, ocultada por las manipulaciones y sombras del poder, es que a la casta política española, asustada por la intensidad del deterioro que padece y dispuesta a vender cara su piel antes de ser borrada del mapa por el rechazo y el odio de la ciudadanía, quiere recuperar su prestigio implicando a la sociedad española en un gran debate sobre "Monarquía o República", que en realidad es un debate superfluo y estúpido si se lo compara con otros debates mas urgentes y necesarios, como el de la "Dictadura de partidos actual o la democracia auténtica" o ese otro tan deseado sobre si nos conviene o no una España con 17 autonomías que derrochan, pugnan entre si y arruinan la nación con su corrupción, despilfarro y abuso de poder.
Hasta el debate sobre si los odiados partidos políticos españoles deben seguir financiándose con el dinero de los impuestos, o, como desean los ciudadanos en mayoría, que se financien con las aportaciones de sus miembros, es mucho mas importante que un debatate sobre Monarquía o República que ya nace cargado de frivolidad porque nadie ha definido el tipo de república que se quiere implantar en España, si una moderna y de corte democrático, como las que rigen en Estados Unidos, Francia o Alemania, o una de corte izquierdista y popular, heredera de la nefasta Segunda República Española, como quieren implantar aquí las izquierdas que la promocionan, unidas a esos nacionalismos periféricos que, como el vasco y el catalán, se nutren del odio a España.
Una república moderna y democrática tendría opciones de ganar un futuro referendum en España, pero una república que sea heredera del terrible Frente Popular que sumergió a España en una marea vandálica, desórdenes y una sangrienta Guerra Civil, pocas opciones tendría si el debate que precediera a la consulta fuera limpio y veraz.
La gran prioridad española en el presente es acabar con las lacras que, promovidas por la casta política, han convertido a España en un vertedero insertado en Europa, desde las mentiras lanzadas desde el poder hasta la corrupción, sin olvidar el asesinato de la democracia, el hundimiento de los valores, el sometimiento de la Justicia a los grandes poderes, el descontrol de los partidos, los privilegios desmedidos e inmerecidos de los gobernantes y una larga lista de suciedades y abusos que han transformado a España y la han pintado de desempleo, corrupción, desesperanza, tristeza, odio a los políticos y miedo al futuro.
Todo lo demás, incluyendo la abdicación y el estúpido y trucado debate sobre Monarquía y República es pura pantomima que no tiene otro fin que el de seguir engañando y esclavizando a la ciudadanía.
La abdicación es la primera consecuencia del resultado de las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que se ha visto ya con claridad la agonía de los dos grandes partidos políticos españoles, el PP y el PSOE, profundamente rechazados por los ciudadanos.
Hay otras verdades ocultas e importantes detrás de la sorprendente abdicación de un rey que hasta poco antes había expresado en público, repetidas veces, su voluntad de seguir activo como monarca. El poder oculta a los ciudadanos muchas verdades y tergiversa otras para manipular, crear confusión y someter.
Si la primera gran verdad ocultada es que hay sombras y secretos que explicarían la sorprendente decisión de dimitir, la segunda es que el momento elegido no es, como dicen, el mejor, sino el peor imaginable. España está en un momento crucial de su historia moderna porque el bipartidismo PP-PSOE, que ha sido la espina dorsal del sistema que sustituyó al Franquismo, haciéndose pasar por democracia sin haberlo sido nunca, está en bancarrota y está siendo devorado por el rechazo y el odio de los ciudadanos, que no perdonan a esos dos grandes partidos que hayan destruido la prosperidad, el prestigio internacional y la decencia de una España que, por culpa del mal gobierno y de la corrupción, se ha convertido en todo un problema para el mundo occidental.
La tercera verdad, ocultada por las manipulaciones y sombras del poder, es que a la casta política española, asustada por la intensidad del deterioro que padece y dispuesta a vender cara su piel antes de ser borrada del mapa por el rechazo y el odio de la ciudadanía, quiere recuperar su prestigio implicando a la sociedad española en un gran debate sobre "Monarquía o República", que en realidad es un debate superfluo y estúpido si se lo compara con otros debates mas urgentes y necesarios, como el de la "Dictadura de partidos actual o la democracia auténtica" o ese otro tan deseado sobre si nos conviene o no una España con 17 autonomías que derrochan, pugnan entre si y arruinan la nación con su corrupción, despilfarro y abuso de poder.
Hasta el debate sobre si los odiados partidos políticos españoles deben seguir financiándose con el dinero de los impuestos, o, como desean los ciudadanos en mayoría, que se financien con las aportaciones de sus miembros, es mucho mas importante que un debatate sobre Monarquía o República que ya nace cargado de frivolidad porque nadie ha definido el tipo de república que se quiere implantar en España, si una moderna y de corte democrático, como las que rigen en Estados Unidos, Francia o Alemania, o una de corte izquierdista y popular, heredera de la nefasta Segunda República Española, como quieren implantar aquí las izquierdas que la promocionan, unidas a esos nacionalismos periféricos que, como el vasco y el catalán, se nutren del odio a España.
Una república moderna y democrática tendría opciones de ganar un futuro referendum en España, pero una república que sea heredera del terrible Frente Popular que sumergió a España en una marea vandálica, desórdenes y una sangrienta Guerra Civil, pocas opciones tendría si el debate que precediera a la consulta fuera limpio y veraz.
La gran prioridad española en el presente es acabar con las lacras que, promovidas por la casta política, han convertido a España en un vertedero insertado en Europa, desde las mentiras lanzadas desde el poder hasta la corrupción, sin olvidar el asesinato de la democracia, el hundimiento de los valores, el sometimiento de la Justicia a los grandes poderes, el descontrol de los partidos, los privilegios desmedidos e inmerecidos de los gobernantes y una larga lista de suciedades y abusos que han transformado a España y la han pintado de desempleo, corrupción, desesperanza, tristeza, odio a los políticos y miedo al futuro.
Todo lo demás, incluyendo la abdicación y el estúpido y trucado debate sobre Monarquía y República es pura pantomima que no tiene otro fin que el de seguir engañando y esclavizando a la ciudadanía.
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