No es fácil comprender el apoyo masivo y entusiasta del pueblo alemán a un asesino demente como Adolf Hítler, ni el llanto masivo de los rusos cuando murió el padrecito Stalin, uno de los tipos mas sanguinarios producidos por la raza humana, o el dolor de los chinos por la desaparición del siniestro Mao, causante de mas muertes que ningún otro ser humano en la Historia. Menos entendible es todavía el apoyo de los coreanos del norte a esos sátrapas vivientes, ridículos y crueles dictadores de opereta que mantienen a sus pueblos oprimidos y hambrientos, como el actual dictador Kim Jong Un, su padre Kim Jong il y su abuelo Kin Il Sung. Tampoco es comprensible, desde la razón, que personas decentes, formadas y en apariencia buenas y honradas apoyen en la actualidad, en sociedades aparentemente avanzadas y culturalmente sólidas, con su voto en las urnas, a verdaderos canallas egoístas y torpes, falsos demócratas que conducen a sus respectivos pueblos, hacia el abismo y que sólo saben construir sociedades injustas y corruptas.
Sin embargo, parece que hay explicaciones científicas solventes a esos comportamientos chocantes y absurdos. Según explican psicólogos de las universidades Duke y Waterloo en Current Directions in Psycolological Science, ocurre que tanto en gobiernos como en organizaciones empresariales y hasta en matrimonios los humanos se aferran al "statu quo" gracias a un proceso propio de la naturaleza humana, llamado “justificación del sistema”, que, curiosamente, no es una forma pasiva de aceptación del mal o de la realidad dañina, sino una defensa activa que se mueve por principios como que "Estamos bien" y que "Las cosas son como deben ser".
Los autores, Aaron C. Kay y Justin Friesen, revisaron estudios de laboratorio y transculturales y así encontraron cuatro elementos para justificar un sistema corrupto, inepto e injusto: 1. Amenaza del sistema, 2. Dependencia del sistema, 3. Inescapabilidad del sistema, 4. Bajo control personal. Al parecer se encontraron con una especie de principio de supervivencia, inserto en la mente humana mas antigua, que defiende al ser humano frente a los poderes de la naturaleza y de los que gobiernan el mundo, aceptándolos como un mal inevitable u sometiéndose a ellos.
Es mas que probable que hayan descubierto el origen de la cobardía, del sometimiento humano al poder inicuo y el germen de la esclavitud, una fuerza difícil de entender porque millones de esclavos, a lo largo de la Historia, se han sentido felices en su condición, de manera aparentemente incomprensible desde la óptica de la libertad, el honor, el orgullo, el arrojo, el amor a la justicia y otros valores de la especie.
Esa "justificación del sistema" es la fuerza que hace posible también el silencio ante los abusos, el miedo a denunciar abusos, la omertá, la complicidad con los corruptos que viven dentro del poder, la tolerancia ante los canallas y la incapacidad para protestar ante la ignominia y derrocar a los canallas que ocupan el poder. Hay otro sentimiento bajo y cruel que se ampara en esa "justificación del sistema": culpar a las víctimas de su desgracia, en lugar de revolverse contra los verdugos, algo que ocurre con frecuencia en la Historia humana sin que pueda entenderse desde la razón y la decencia.
Los autores del estudio afirman que tendemos a defender los sistemas en los que confiamos y que si no podemos escapar de ellos nos adaptamos. Es una fuerza que genera respuestas tan absurdas como el deseo de la gente de ser controlados y sometidos por el Estado porque promete un sometimiento al orden o el hecho de que la gente aplastada y víctima de las peores injusticias no se levanten en armas contra los opresores. Ese mismo sistema es que hace que millones de empleados en empresas explotadoras adoren a sus carismáticos jefes en lugar de boicotearlos o denunciarlos.
El mundo es mas comprensible si asumimos la tesis de Kay y Friesen, según los cuales, en lo mas profundo del cerebro humano hay una eficaz "fabrica de cobardes" o "fábrica de esclavos".
Sin embargo, parece que hay explicaciones científicas solventes a esos comportamientos chocantes y absurdos. Según explican psicólogos de las universidades Duke y Waterloo en Current Directions in Psycolological Science, ocurre que tanto en gobiernos como en organizaciones empresariales y hasta en matrimonios los humanos se aferran al "statu quo" gracias a un proceso propio de la naturaleza humana, llamado “justificación del sistema”, que, curiosamente, no es una forma pasiva de aceptación del mal o de la realidad dañina, sino una defensa activa que se mueve por principios como que "Estamos bien" y que "Las cosas son como deben ser".
Los autores, Aaron C. Kay y Justin Friesen, revisaron estudios de laboratorio y transculturales y así encontraron cuatro elementos para justificar un sistema corrupto, inepto e injusto: 1. Amenaza del sistema, 2. Dependencia del sistema, 3. Inescapabilidad del sistema, 4. Bajo control personal. Al parecer se encontraron con una especie de principio de supervivencia, inserto en la mente humana mas antigua, que defiende al ser humano frente a los poderes de la naturaleza y de los que gobiernan el mundo, aceptándolos como un mal inevitable u sometiéndose a ellos.
Es mas que probable que hayan descubierto el origen de la cobardía, del sometimiento humano al poder inicuo y el germen de la esclavitud, una fuerza difícil de entender porque millones de esclavos, a lo largo de la Historia, se han sentido felices en su condición, de manera aparentemente incomprensible desde la óptica de la libertad, el honor, el orgullo, el arrojo, el amor a la justicia y otros valores de la especie.
Esa "justificación del sistema" es la fuerza que hace posible también el silencio ante los abusos, el miedo a denunciar abusos, la omertá, la complicidad con los corruptos que viven dentro del poder, la tolerancia ante los canallas y la incapacidad para protestar ante la ignominia y derrocar a los canallas que ocupan el poder. Hay otro sentimiento bajo y cruel que se ampara en esa "justificación del sistema": culpar a las víctimas de su desgracia, en lugar de revolverse contra los verdugos, algo que ocurre con frecuencia en la Historia humana sin que pueda entenderse desde la razón y la decencia.
Los autores del estudio afirman que tendemos a defender los sistemas en los que confiamos y que si no podemos escapar de ellos nos adaptamos. Es una fuerza que genera respuestas tan absurdas como el deseo de la gente de ser controlados y sometidos por el Estado porque promete un sometimiento al orden o el hecho de que la gente aplastada y víctima de las peores injusticias no se levanten en armas contra los opresores. Ese mismo sistema es que hace que millones de empleados en empresas explotadoras adoren a sus carismáticos jefes en lugar de boicotearlos o denunciarlos.
El mundo es mas comprensible si asumimos la tesis de Kay y Friesen, según los cuales, en lo mas profundo del cerebro humano hay una eficaz "fabrica de cobardes" o "fábrica de esclavos".
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