No hace mucho, en una entrevista, le preguntaron a Zapatero si se sentía mal en el poder, rechazado por los ciudadanos y sufriendo tensiones importantes, pero el presidente español dijo que se sentía perfectamente y que no puede estar mal cuando todos los días corre, hace ejercicio y duerme a pierna suelta. Lo que él define como signos de salud, son los síntomas más claros del "Síndrome de la Arrogancia", la nueva enfermedad mental que David Owen define y que reclama sea incluida, con un número propio, en el Código Internacional de Enfermedades (CIE).
David Owen (In Sickmess and in Power, 2008) explica que el dominio del poder ocasiona cambios en el estado mental y conduce a una conducta arrogante, por lo que las enfermedades mentales necesitan una redefinición que incluya el Síndrome de la Arrogancia en el elenco mundial de enfermedades mentales.
A algunos políticos, el poder les hace perder la cabeza, los convierte en arrogantes y soberbios y les aleja de la realidad, situándolos en una peligrosa alienación que les hace perder la noción de la realidad. Pero a otros los convierte en verdaderos enfermos mentales, según Owen. Cuando eso ocurre, se creen dioses o sus enviados en la Tierra, propician el culto a la personalidad y muchas veces se tornan crueles. Algunos creen que esa enfermedad se da únicamente en las tiranías, pero lo cierto es que también se desarrolla en las democracias, afectando a personas que han sido elegidas en las urnas. El síndrome, en los dirigentes que gobiernan las democracias, al no poder comportarse como dictadores crueles, tiene otros rasgos y manifestaciones: se sienten eufóricos, no tienen escrúpulos, no son conscientes de sus errores y fracasos y son capaces de dormir a pierna suelta (como Zapatero) sin que ni siquiera les afecte el rechazo masivo de los ciudadanos o su inmensa y aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para cualquier persona con salud mental, resultarían insoportables. Su alienación es de tal envergadura que cometen un error tras otro, porque la capacidad de análisis no le funciona y sus decisiones y medidas son producto del desequilibrio, la soberbia y la confusión extrema.
Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y Zapatero han sido víctimas de lo que en España llamamos el "Síndrome de la Moncloa", un mal que aliena, atonta y aleja de la realidad a los mandatarios. Es probable que ese síndrome sea el mismo "Síndrome de la Arrogancia", pero en versión inicial y leve. Zapatero parece ser el único presidente de gobierno español infectado por la versión más grave y terminal de esa enfermedad.
Es evidente que un tipo que duerme a pierna suelta, a pesar del rechazo masivo de sus conciudadanos y sin que su conciencia se conmueva ante los millones de desempleados, pobres y gente infeliz que ha generado su gobierno, debe estar gravemente enfermo de arrogancia.
Owen dice que los enfermos que padecen el "Síndrome de la Arrogancia" no están capacitados para gobernar y ponen en grave riesgo a los países que controlan.
El 86% de los españoles rechaza a Zapatero y opina que su gobierno no ha actuado de forma eficaz para combatir la crisis económica y financiera, frente a sólo el 10% que considera que ha respondido de forma adecuada. Los ciudadanos de España son, por delante de los de Eslovenia y Letonia, los más descontentos de la UE con el papel de su Gobierno, según la última encuesta del Eurobarómetro, publicada este miércoles por la Comisión Europea.
El porcentaje del rechazo es tan brutal que Zapatero, si estuviera en su sano juicio y tuviera decencia política, debería dimitir, pues ha perdido la legitimidad democrática, que no procede de haber sido elegido en un momento por las urnas, sino de la voluntad popular. Sin el apoyo de los ciudadanos, que son los "soberanos" en democracia, un gobernante masivamente rechazado equivale a un tirano.
Ni siquiera el gobierno griego, que ha tenido que padecer un humillante rescate de su economía, es rechazado con tanta intensidad como el de Zapatero. El 83% de los griegos censura la gestión de su gobierno, que cuenta con el apoyo del 16% de la población.
No existen estadísticas mundiales que midan el rechazo de los pueblos a sus dirigentes, pero resultaría difícil encontrar en todo el mundo un caso de rechazo tan masivo como el del español Zapatero. Los gobiernos de auténticas tiranías mundiales, como las de China, Cuba, Venezuela e Irán, cuentan con mayor aceptación y menos rechazo que el gobierno que preside Zapatero, cuya persistencia en el poder es una auténtica vergüenza mundial para las democracias.
El dirigente socialista Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, ya ha tildado de "loco" a Zapatero en uno de sus análisis.
David Owen (In Sickmess and in Power, 2008) explica que el dominio del poder ocasiona cambios en el estado mental y conduce a una conducta arrogante, por lo que las enfermedades mentales necesitan una redefinición que incluya el Síndrome de la Arrogancia en el elenco mundial de enfermedades mentales.
A algunos políticos, el poder les hace perder la cabeza, los convierte en arrogantes y soberbios y les aleja de la realidad, situándolos en una peligrosa alienación que les hace perder la noción de la realidad. Pero a otros los convierte en verdaderos enfermos mentales, según Owen. Cuando eso ocurre, se creen dioses o sus enviados en la Tierra, propician el culto a la personalidad y muchas veces se tornan crueles. Algunos creen que esa enfermedad se da únicamente en las tiranías, pero lo cierto es que también se desarrolla en las democracias, afectando a personas que han sido elegidas en las urnas. El síndrome, en los dirigentes que gobiernan las democracias, al no poder comportarse como dictadores crueles, tiene otros rasgos y manifestaciones: se sienten eufóricos, no tienen escrúpulos, no son conscientes de sus errores y fracasos y son capaces de dormir a pierna suelta (como Zapatero) sin que ni siquiera les afecte el rechazo masivo de los ciudadanos o su inmensa y aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para cualquier persona con salud mental, resultarían insoportables. Su alienación es de tal envergadura que cometen un error tras otro, porque la capacidad de análisis no le funciona y sus decisiones y medidas son producto del desequilibrio, la soberbia y la confusión extrema.
Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y Zapatero han sido víctimas de lo que en España llamamos el "Síndrome de la Moncloa", un mal que aliena, atonta y aleja de la realidad a los mandatarios. Es probable que ese síndrome sea el mismo "Síndrome de la Arrogancia", pero en versión inicial y leve. Zapatero parece ser el único presidente de gobierno español infectado por la versión más grave y terminal de esa enfermedad.
Es evidente que un tipo que duerme a pierna suelta, a pesar del rechazo masivo de sus conciudadanos y sin que su conciencia se conmueva ante los millones de desempleados, pobres y gente infeliz que ha generado su gobierno, debe estar gravemente enfermo de arrogancia.
Owen dice que los enfermos que padecen el "Síndrome de la Arrogancia" no están capacitados para gobernar y ponen en grave riesgo a los países que controlan.
El 86% de los españoles rechaza a Zapatero y opina que su gobierno no ha actuado de forma eficaz para combatir la crisis económica y financiera, frente a sólo el 10% que considera que ha respondido de forma adecuada. Los ciudadanos de España son, por delante de los de Eslovenia y Letonia, los más descontentos de la UE con el papel de su Gobierno, según la última encuesta del Eurobarómetro, publicada este miércoles por la Comisión Europea.
El porcentaje del rechazo es tan brutal que Zapatero, si estuviera en su sano juicio y tuviera decencia política, debería dimitir, pues ha perdido la legitimidad democrática, que no procede de haber sido elegido en un momento por las urnas, sino de la voluntad popular. Sin el apoyo de los ciudadanos, que son los "soberanos" en democracia, un gobernante masivamente rechazado equivale a un tirano.
Ni siquiera el gobierno griego, que ha tenido que padecer un humillante rescate de su economía, es rechazado con tanta intensidad como el de Zapatero. El 83% de los griegos censura la gestión de su gobierno, que cuenta con el apoyo del 16% de la población.
No existen estadísticas mundiales que midan el rechazo de los pueblos a sus dirigentes, pero resultaría difícil encontrar en todo el mundo un caso de rechazo tan masivo como el del español Zapatero. Los gobiernos de auténticas tiranías mundiales, como las de China, Cuba, Venezuela e Irán, cuentan con mayor aceptación y menos rechazo que el gobierno que preside Zapatero, cuya persistencia en el poder es una auténtica vergüenza mundial para las democracias.
El dirigente socialista Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, ya ha tildado de "loco" a Zapatero en uno de sus análisis.
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