El PSOE ha dicho "Sí" a los cinco puntos que exige Albert Rivera para cerrar un pacto de gobierno. Esos puntos, aunque insuficientes y elegidos más para impresionar a los ciudadanos que para cambiar el sistema, representan claramente un avance hacia la regeneración de España que está siendo acogido con ilusión por una ciudadanía asqueada de sus políticos.
Los puntos son los siguientes:
1) Supresión de aforamientos
2) Incluir las iniciativas populares con 250.000 firmas
3) Despolitización de la Justicia.
4) Supresión de las diputaciones.
5) Limitar los mandatos a ocho años para el presidente del Gobierno de España.
Se quedan en el tintero demasiadas reformas necesarias, como el fin de la financiación pública de los partidos políticos, la libertad de voto en el Congreso y el Senado, la reforma de una ley electoral desequilibrida a injusta, abrir los caminos de la política para que el ciudadano pueda participar, lograr que los diputados y senadores representen y rindan cuantas a los ciudadanos, no a sus respectivos partidos y la limitación profunda de los poderes y privilegios de los partidos y de los políticos, que deben ser controlados por los ciudadanos y someterse a duras exigencias de ética, preparación y decencia, entre otras muchas.
También es cierto que la suma de los escaños entre PSOE y Ciudadanos sólo da 130, cantidad insuficiente para formar gobierno, pero no es menos cierto que el programa aprobado sirve para que los dos partidos se presenten ante la sociedad española como regeneradores ilusionantes y que decirle "No" a ese programa en las Cortes va a marcar negativamente a los partidos que impidan que salga adelante.
Lo que hicieron ayer PSOE y Ciudadanos, más que cerrar un pacto de gobierno, fue alzar la bandera de la regeneración que España necesita para encandilar a los españoles, despertar la ilusión y colocar a los demás partidos ante la difícil encrucijada de rechazar una bandera regeneradora, agitada con valentía en el corazón de la cloaca política española.
Quien se oponga a esa ruta abierta, un camino que exige reformar la Constitución y que incluye nada menos que la despolitización de la Justicia, quedará marcado como partido político que impide el verdadero progreso de España, no ese falso progreso que esgrimen los comunistas para ocultar su totalitarismo feroz, sino el progreso que permite a los pueblos avanzar hacia la decencia, las libertades y la democracia.
La sesión de investidura que se iniciará el próximo martes, día 1 de marzo, se convierte así en una especie de "plebiscito parlamentario" que medirá el nivel de compromiso con la regeneración que tienen los partidos políticos españoles.
Si el PP y Podemos dicen "No" a ese programa y causan el fracaso del pacto de gobierno PSOE-Ciudadanos, quedarán marcados ante los españoles como partidos extremos, radicales, egoístas y tan podridos que anteponen sus propios intereses al interés general de la nación y y el bien común.
Los puntos son los siguientes:
1) Supresión de aforamientos
2) Incluir las iniciativas populares con 250.000 firmas
3) Despolitización de la Justicia.
4) Supresión de las diputaciones.
5) Limitar los mandatos a ocho años para el presidente del Gobierno de España.
Se quedan en el tintero demasiadas reformas necesarias, como el fin de la financiación pública de los partidos políticos, la libertad de voto en el Congreso y el Senado, la reforma de una ley electoral desequilibrida a injusta, abrir los caminos de la política para que el ciudadano pueda participar, lograr que los diputados y senadores representen y rindan cuantas a los ciudadanos, no a sus respectivos partidos y la limitación profunda de los poderes y privilegios de los partidos y de los políticos, que deben ser controlados por los ciudadanos y someterse a duras exigencias de ética, preparación y decencia, entre otras muchas.
También es cierto que la suma de los escaños entre PSOE y Ciudadanos sólo da 130, cantidad insuficiente para formar gobierno, pero no es menos cierto que el programa aprobado sirve para que los dos partidos se presenten ante la sociedad española como regeneradores ilusionantes y que decirle "No" a ese programa en las Cortes va a marcar negativamente a los partidos que impidan que salga adelante.
Lo que hicieron ayer PSOE y Ciudadanos, más que cerrar un pacto de gobierno, fue alzar la bandera de la regeneración que España necesita para encandilar a los españoles, despertar la ilusión y colocar a los demás partidos ante la difícil encrucijada de rechazar una bandera regeneradora, agitada con valentía en el corazón de la cloaca política española.
Quien se oponga a esa ruta abierta, un camino que exige reformar la Constitución y que incluye nada menos que la despolitización de la Justicia, quedará marcado como partido político que impide el verdadero progreso de España, no ese falso progreso que esgrimen los comunistas para ocultar su totalitarismo feroz, sino el progreso que permite a los pueblos avanzar hacia la decencia, las libertades y la democracia.
La sesión de investidura que se iniciará el próximo martes, día 1 de marzo, se convierte así en una especie de "plebiscito parlamentario" que medirá el nivel de compromiso con la regeneración que tienen los partidos políticos españoles.
Si el PP y Podemos dicen "No" a ese programa y causan el fracaso del pacto de gobierno PSOE-Ciudadanos, quedarán marcados ante los españoles como partidos extremos, radicales, egoístas y tan podridos que anteponen sus propios intereses al interés general de la nación y y el bien común.
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