Cataluña acaba de consumar en el Parlamento su "golpe de Estado" contra la legalidad vigente, España y los españoles, a los que ha despreciado y humillado, sin que esa actitud de desafío y ruptura, agresiva y llena de riesgo, haya provocado otra reacción que la fría indignación y el recurso a la ley.
Algunos dirán que la actuación de nuestro gobierno nacional está siendo prudente y mesurada, sobre todo cuando sabemos que los independentistas buscan violencia y mártires para salir del atolladero, pero otros creemos que al gobierno y al pueblo de España les está faltando valor y contundencia y que la actitud general frente al desafío catalán es de cobardía.
España fue considerada, durante siglos, una nación de valientes. Nuestros ejércitos ganaron todas sus batallas durante dos largos siglos, en todos los frentes, que eran muchos. Los ejércitos enemigos describían a los españoles como "diablos" cuando luchaban, por su arrojo y resistencia. Al contemplar a los españoles de hoy uno se pregunta qué ha podido ocurrir para que el valor haya sido sustituido por la cobardía más intensa. El pueblo español parece que, con la misma fuerza que antes ganaba batalla, hoy las pierde, acobardado, soportando desmanes y abusos de sus líderes que en cualquier otra nación del mundo habrían provocado revueltas y manifestaciones masivas, exigiendo que los corruptos y depredadores abandonen el poder.
La rebelión de Cataluña contra España, basada en el desprecio y el odio, ha sido el colmo de la brutalidad ejercida contra una sociedad nacional y sus leyes y normas de convivencia. Desde Cataluña, con el silencio y la cobardía de nuestros políticos, se ha sembrado el odio a mansalva, se han roto todas las normas civilizadas de convivencia y se han burlado las leyes y los derechos humanos, sin reacción alguna de los ciudadanos y de sus dirigentes contra las agresiones.
La actitud de nuestros gobernantes sólo tiene una explicación: la democracia española no existe y en su lugar funciona un sistema corrupto y falseado donde todo el poder reside en los políticos y en el que el pueblo, las leyes y los valores han sido expulsados. Pero, ¿Como explicar la cobardía de los ciudadanos y la infame pasividad cobarde de la sociedad española?
Hay una sola explicación posible y lógica: Nos educan para ser cobardes, pobres y sin empuje. Más que educarnos, el poder nos castra. Hay que defenderse porque esa ruta conduce a la esclavitud. La castración es casi universal, pero hay tierras, como España, donde los castradores y fabricantes de vagos y esclavos han alcanzado una pericia insolente y peligrosa.
Volviendo al drama de Cataluña y a las agresiones del independentismo a España, existe una carta que circula por Internet que explica todas las cobardías y culpas acumuladas por nuestros dirigentes políticos en el asunto catalán y como fueron cobardes y miserables ante el desafío de los secesionistas. En esa carta, se enumeran las traiciones, las renuncias y el largo rosario de indecencias de los políticos españoles ante la desvergüenza catalana y cómo los que tenían el deber de cortar la rebelión la ayudaron con sus corrupta y cobarde actuación política.
Leerla es imprescindible para entender el drama que estamos viviendo y la conspiración de la cobardía y el abandono que España y los españoles padecemos sin reaccionar contra una clase dirigente sin dignidad, decencia ni valor, interesada sólo en su propio beneficio y en educar a la población para que entierre su antigua bravura y se comporte como una manada torpe y asustada de borregos para así gobernarla y expoliarla mejor.
Francisco Rubiales
Algunos dirán que la actuación de nuestro gobierno nacional está siendo prudente y mesurada, sobre todo cuando sabemos que los independentistas buscan violencia y mártires para salir del atolladero, pero otros creemos que al gobierno y al pueblo de España les está faltando valor y contundencia y que la actitud general frente al desafío catalán es de cobardía.
España fue considerada, durante siglos, una nación de valientes. Nuestros ejércitos ganaron todas sus batallas durante dos largos siglos, en todos los frentes, que eran muchos. Los ejércitos enemigos describían a los españoles como "diablos" cuando luchaban, por su arrojo y resistencia. Al contemplar a los españoles de hoy uno se pregunta qué ha podido ocurrir para que el valor haya sido sustituido por la cobardía más intensa. El pueblo español parece que, con la misma fuerza que antes ganaba batalla, hoy las pierde, acobardado, soportando desmanes y abusos de sus líderes que en cualquier otra nación del mundo habrían provocado revueltas y manifestaciones masivas, exigiendo que los corruptos y depredadores abandonen el poder.
La rebelión de Cataluña contra España, basada en el desprecio y el odio, ha sido el colmo de la brutalidad ejercida contra una sociedad nacional y sus leyes y normas de convivencia. Desde Cataluña, con el silencio y la cobardía de nuestros políticos, se ha sembrado el odio a mansalva, se han roto todas las normas civilizadas de convivencia y se han burlado las leyes y los derechos humanos, sin reacción alguna de los ciudadanos y de sus dirigentes contra las agresiones.
La actitud de nuestros gobernantes sólo tiene una explicación: la democracia española no existe y en su lugar funciona un sistema corrupto y falseado donde todo el poder reside en los políticos y en el que el pueblo, las leyes y los valores han sido expulsados. Pero, ¿Como explicar la cobardía de los ciudadanos y la infame pasividad cobarde de la sociedad española?
Hay una sola explicación posible y lógica: Nos educan para ser cobardes, pobres y sin empuje. Más que educarnos, el poder nos castra. Hay que defenderse porque esa ruta conduce a la esclavitud. La castración es casi universal, pero hay tierras, como España, donde los castradores y fabricantes de vagos y esclavos han alcanzado una pericia insolente y peligrosa.
Volviendo al drama de Cataluña y a las agresiones del independentismo a España, existe una carta que circula por Internet que explica todas las cobardías y culpas acumuladas por nuestros dirigentes políticos en el asunto catalán y como fueron cobardes y miserables ante el desafío de los secesionistas. En esa carta, se enumeran las traiciones, las renuncias y el largo rosario de indecencias de los políticos españoles ante la desvergüenza catalana y cómo los que tenían el deber de cortar la rebelión la ayudaron con sus corrupta y cobarde actuación política.
Leerla es imprescindible para entender el drama que estamos viviendo y la conspiración de la cobardía y el abandono que España y los españoles padecemos sin reaccionar contra una clase dirigente sin dignidad, decencia ni valor, interesada sólo en su propio beneficio y en educar a la población para que entierre su antigua bravura y se comporte como una manada torpe y asustada de borregos para así gobernarla y expoliarla mejor.
Francisco Rubiales
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