Rajoy sigue mintiendo y lo hace con un descaro y una frecuencia tal que induce a pensar que superará pronto a las tristemente famosas mentiras de Zapatero, que negó la evidencia de la crisis durante dos años y negoció con ETA mientras aseguraba a los españoles que no lo hacía. Mariano Rajoy, del que pocos españoles sospechaban que era un farsante empedernido cuando le eligieron como presidente del gobierno, acaba de afirmar, una vez más, que su política de recortes y subidas de impuestos es la "única" que España puede hacer en estos momentos para salir de la crisis, una falsedad inadmisible porque, como le ha dicho más de una vez Rosa Diéz, de UPyD, junto con cientos de observadores, analistas y expertos, hay otra opción para combatir la crisis, ahorrando y cumpliendo los compromisos con Europa, mucho más eficaz, democrática y justa, que Rajoy siempre oculta y elude: reducir los privilegios de la clase política.
La brutal subida del IVA recién aprobada, que para muchos artículos y servicios casi se triplica, unida a la supresión de la paga extra de Navidad para los funcionarios y la eliminación de ayudas y deducciones fiscales, como las que permitían desgravar parte del precio de la vivienda, van a generar menos consumo, más desempleo, más pobreza y una parálisis notable de la actividad económica en España, pero Rajoy prefiere todo ese desastre antes que cerrar televisiones públicas que son prescindibles, suprimir las odiadas subvenciones a partidos políticos, sindicatos y organizaciones patronales, eliminar empresas e instituciones públicas que sólo sirven para que las administraciones puedan gastar más, endeudarse sin control y colocar a amigos y militantes y adelgazar el monstruoso Estado español que han construido los políticos, un lastre insoportable para la economía y uno de los más gruesos e irracionales del planeta, plagado de enchufados con carné de partido, que cobran sueldos cada mes sin aportar nada al bien común, sin haber realizado concurso alguno u oposición y sin otro mérito que el de ser familiares o amigos de políticos.
Esa mentira reiterada, interesada y rastrera convierte a Rajoy en un personaje que acumula cada día mas rechazo, desprecio y hasta odio por parte de los ciudadanos más conscientes y preocupados por la crisis. Ese enorme engaño deslegitima al gobierno actual, que ha incumplido ya la casi totalidad de su programa electoral, y, unida a la injusticia que representa que Rajoy haga pagar el grueso de la factura de la crisis a los mas desposeídos y débiles, especialmente a las clases medias y a los trabajadores con nómina, preservando inexplicablemente los privilegios de los políticos y de los millonarios, le convierten en un serio competidor de Zapatero para ganar los nada honrosos títulos de "gran mentiroso" y "gran destructor" de España.
La opción de reducir los privilegios de la clase política proporcionaría al Estado muchos miles de millones de euros, reduciría el déficit y sanearía esta España saturada de instituciones y parásitos inútiles, que pesan como una losa de plomo sobre la economía y la vida diaria del país. España tiene casi medio millón de políticos cobrando del Estado, el triple que Alemania y mas que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, un abuso insoportable que el país no puede permitirse por lo que representa de atentado contra la economía y la ética. Adelgazar al Estado suprimiendo al menos 300.000 puestos ocupados por enchufados prescindibles, cerrar televisiones públicas que solo sirven para la propaganda política y el adorno de los políticos, eliminar miles de empresas e instituciones públicas sin sentido, creadas sólo para colocar a amigos y enchufados con carné, y suprimir las subvenciones a partidos políticos, sindicatos, patronales y otras organizaciones adscritas a los partidos políticos, como fundaciones y ONGs fantasmas, proporcionaría al Estado dinero suficiente para cumplir sus objetivos y compromisos con Europa sin tener que aplastar a los ciudadanos con injustas y desproporcionadas subidas de impuestos y recortes de todo tipo, que incluyen bajadas de sueldos, supresión de servicios fundamentales como salud, educación y protección de los desvalidos y la muerte de logros sociales que fueron conquistados con gran esfuerzo en el pasado.
La brutal subida del IVA recién aprobada, que para muchos artículos y servicios casi se triplica, unida a la supresión de la paga extra de Navidad para los funcionarios y la eliminación de ayudas y deducciones fiscales, como las que permitían desgravar parte del precio de la vivienda, van a generar menos consumo, más desempleo, más pobreza y una parálisis notable de la actividad económica en España, pero Rajoy prefiere todo ese desastre antes que cerrar televisiones públicas que son prescindibles, suprimir las odiadas subvenciones a partidos políticos, sindicatos y organizaciones patronales, eliminar empresas e instituciones públicas que sólo sirven para que las administraciones puedan gastar más, endeudarse sin control y colocar a amigos y militantes y adelgazar el monstruoso Estado español que han construido los políticos, un lastre insoportable para la economía y uno de los más gruesos e irracionales del planeta, plagado de enchufados con carné de partido, que cobran sueldos cada mes sin aportar nada al bien común, sin haber realizado concurso alguno u oposición y sin otro mérito que el de ser familiares o amigos de políticos.
Esa mentira reiterada, interesada y rastrera convierte a Rajoy en un personaje que acumula cada día mas rechazo, desprecio y hasta odio por parte de los ciudadanos más conscientes y preocupados por la crisis. Ese enorme engaño deslegitima al gobierno actual, que ha incumplido ya la casi totalidad de su programa electoral, y, unida a la injusticia que representa que Rajoy haga pagar el grueso de la factura de la crisis a los mas desposeídos y débiles, especialmente a las clases medias y a los trabajadores con nómina, preservando inexplicablemente los privilegios de los políticos y de los millonarios, le convierten en un serio competidor de Zapatero para ganar los nada honrosos títulos de "gran mentiroso" y "gran destructor" de España.
La opción de reducir los privilegios de la clase política proporcionaría al Estado muchos miles de millones de euros, reduciría el déficit y sanearía esta España saturada de instituciones y parásitos inútiles, que pesan como una losa de plomo sobre la economía y la vida diaria del país. España tiene casi medio millón de políticos cobrando del Estado, el triple que Alemania y mas que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, un abuso insoportable que el país no puede permitirse por lo que representa de atentado contra la economía y la ética. Adelgazar al Estado suprimiendo al menos 300.000 puestos ocupados por enchufados prescindibles, cerrar televisiones públicas que solo sirven para la propaganda política y el adorno de los políticos, eliminar miles de empresas e instituciones públicas sin sentido, creadas sólo para colocar a amigos y enchufados con carné, y suprimir las subvenciones a partidos políticos, sindicatos, patronales y otras organizaciones adscritas a los partidos políticos, como fundaciones y ONGs fantasmas, proporcionaría al Estado dinero suficiente para cumplir sus objetivos y compromisos con Europa sin tener que aplastar a los ciudadanos con injustas y desproporcionadas subidas de impuestos y recortes de todo tipo, que incluyen bajadas de sueldos, supresión de servicios fundamentales como salud, educación y protección de los desvalidos y la muerte de logros sociales que fueron conquistados con gran esfuerzo en el pasado.
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