Tan solo en Andalucía hay mas de 100. 000 personas que sobreviven rebuscando en los contenedores de basura. En España debe haber casi un millón. Hay niños que pasan hambre y cientos de miles de familias que tienen dificultades para comer y para calentarse en invierno. Los jóvenes tienen que emigrar para poder trabajar y los casi seis millones de desempleados están convirtiéndose en legiones de desesperados, tristes y gente llena de odio. Mientras tanto, la corrupción sigue minando las filas del poder, los políticos no se bajan los sueldos, ni ahorran y hasta se niegan a viajar en clase turista, mientras siguen regalando cientos de millones de euros a sus propios partidos políticos y a los sindicatos y patronal. Sus amigos mas íntimos han saqueado las cajas de ahorro, sin haber sido castigados, sustrayendo una enorme masa de millones que habría servido, por si sola, para alimentar a todos los pobres de España durante casi una década. Como les sigue faltando dinero porque no paran de gastar y no saben renunciar a sus lujos y privilegios, acosan al ciudadano y a la empresa con impuestos agobiantes. Su avaricia asquerosa ya ha logrado crear casi diez millones de pobres y ha cerrado mas de un millón de empresas.
La gente que gobierna mal, que apadrina la injusticia desde el poder, que miente y engaña a los ciudadanos y se sienta en el Parlamento, consintiendo, cuando no provocando, que el mal y el sufrimiento avancen, no es torpe ni irresponsable, sino malvada.
Lo primero que hay que exigirle a un político no es que sea inteligente, ni eficaz, sino que sea humano, decente y ejemplar. Los malvados en el poder son un peligro mortal para los pueblos y para la civilización humana. En España, hemos sido demasiado permisivos con nuestros dirigentes y nos hemos desentendido de la política, consiguiendo lo que ya vaticinó Platón cuando dijo que desentenderse de la política hace posible que gobiernen los peores. En España, el déficit de valor y virtud en el poder es estremecedor. Los ciudadanos deben ser conscientes de que España necesita una regeneración ética. mas que una renovación política. De nada sirve cambiar las leyes y la Constitución si entre quienes ejercen el poder abundan los rufianes.
Que alguien explique con sinceridad y sin pasión como se puede vivir en el lujo mientras la gente se suicida y se retuerce de angustia en la pobreza o como los políticos antes de cerrar las costosas televisiones públicas prefieren esquilmar la sociedad con impuestos, cerrar empresas por causa de su codicia y convivir alegremente y sin remordimientos con la "corrupción", la "injusticia" y el "sufrimiento humano", que son ya los tres rasgos principales de la "Marca España". Que alguien nos aclare si es maldad o no que un mequetrefe insensato como Artur Mas se dedique a sembrar el odio y la división entre españoles y catalanes mientras a su alrededor la gente se muere de pobreza, tristeza, frío o hambre. Que me expliquen, por favor, si es digno y decente que los políticos cobren sobresueldos en dinero negro y que la presidenta de la Junta de Andalucía se dedica a regalar siete millones de euros a un sindicato marcado por la corrupción y el abuso, como UGT, mientras cientos de miles de andaluces nadan en la pobreza, la tristeza, la desesperación y el miedo al presente y al futuro.
Podrían citarse cientos de ejemplos mas de políticos canallas que ni siquiera ven ya la pobreza que se ha adueñado de las calles y plazas de España, porque ellos se han acostumbrado a vivir en la burbuja del lujo y el poder, de ministros que eliminan sin conciencia la justicia gratuita, de dirigentes que reparten contratos públicos entre sus amigos, que se enriquecen inexplicablemente, que roban en la oscuridad, que colocan a los que tienen carné de su partido, aunque sean innecesarios, a cargo del Estado, que niegan subvenciones y ayudas a los que piensan diferente y que manipulan la Justicia porque quieren jueces amigos y propicios con el carné del partido oculto en un cajón de su casa.
¿Que hacer ante el drama que nos constriñe, angustia y golpea nuestras conciencias humanas? Lo primero es concluir que si creemos realmente que hay mucha "Mala gente" mandando en España, entonces hay que luchar para expulsarlos del poder y sustituirlos por gente decente y digna, sometida previamente a exigencias éticas y a exámenes de solvencia humana. Hay que hacerlo por métodos pacíficos, sin apartarse de la legalidad, entre otras razones porque a los malvados les encantaría que les combatiéramos con violencia para poder así echarnos encima a la policía y a sus jueces y enviarnos a prisión. No hay que votarlos jamás, ni coincidir con ellos en actos y espacios públicos; hay que abandonar un restaurante cuando en él aparezca un político culpable de corrupción, opresión y abuso; cuando un político culpable de abuso de poder pronuncie una conferencia, ningún ciudadano decente debe estar presente. Si ellos están en un acto público, un ciudadano no puede acompañarlos nunca.
Ya no queremos que sean de izquierda o de derecha, sino decentes y dignos. Estamos hasta el gorro de canallas encaramados en las alturas del Estado. Ademas de no votarlos jamás, tienen que sentir el aliento del desprecio y el reproche ciudadano en sus sucios cogotes.
La gente que gobierna mal, que apadrina la injusticia desde el poder, que miente y engaña a los ciudadanos y se sienta en el Parlamento, consintiendo, cuando no provocando, que el mal y el sufrimiento avancen, no es torpe ni irresponsable, sino malvada.
Lo primero que hay que exigirle a un político no es que sea inteligente, ni eficaz, sino que sea humano, decente y ejemplar. Los malvados en el poder son un peligro mortal para los pueblos y para la civilización humana. En España, hemos sido demasiado permisivos con nuestros dirigentes y nos hemos desentendido de la política, consiguiendo lo que ya vaticinó Platón cuando dijo que desentenderse de la política hace posible que gobiernen los peores. En España, el déficit de valor y virtud en el poder es estremecedor. Los ciudadanos deben ser conscientes de que España necesita una regeneración ética. mas que una renovación política. De nada sirve cambiar las leyes y la Constitución si entre quienes ejercen el poder abundan los rufianes.
Que alguien explique con sinceridad y sin pasión como se puede vivir en el lujo mientras la gente se suicida y se retuerce de angustia en la pobreza o como los políticos antes de cerrar las costosas televisiones públicas prefieren esquilmar la sociedad con impuestos, cerrar empresas por causa de su codicia y convivir alegremente y sin remordimientos con la "corrupción", la "injusticia" y el "sufrimiento humano", que son ya los tres rasgos principales de la "Marca España". Que alguien nos aclare si es maldad o no que un mequetrefe insensato como Artur Mas se dedique a sembrar el odio y la división entre españoles y catalanes mientras a su alrededor la gente se muere de pobreza, tristeza, frío o hambre. Que me expliquen, por favor, si es digno y decente que los políticos cobren sobresueldos en dinero negro y que la presidenta de la Junta de Andalucía se dedica a regalar siete millones de euros a un sindicato marcado por la corrupción y el abuso, como UGT, mientras cientos de miles de andaluces nadan en la pobreza, la tristeza, la desesperación y el miedo al presente y al futuro.
Podrían citarse cientos de ejemplos mas de políticos canallas que ni siquiera ven ya la pobreza que se ha adueñado de las calles y plazas de España, porque ellos se han acostumbrado a vivir en la burbuja del lujo y el poder, de ministros que eliminan sin conciencia la justicia gratuita, de dirigentes que reparten contratos públicos entre sus amigos, que se enriquecen inexplicablemente, que roban en la oscuridad, que colocan a los que tienen carné de su partido, aunque sean innecesarios, a cargo del Estado, que niegan subvenciones y ayudas a los que piensan diferente y que manipulan la Justicia porque quieren jueces amigos y propicios con el carné del partido oculto en un cajón de su casa.
¿Que hacer ante el drama que nos constriñe, angustia y golpea nuestras conciencias humanas? Lo primero es concluir que si creemos realmente que hay mucha "Mala gente" mandando en España, entonces hay que luchar para expulsarlos del poder y sustituirlos por gente decente y digna, sometida previamente a exigencias éticas y a exámenes de solvencia humana. Hay que hacerlo por métodos pacíficos, sin apartarse de la legalidad, entre otras razones porque a los malvados les encantaría que les combatiéramos con violencia para poder así echarnos encima a la policía y a sus jueces y enviarnos a prisión. No hay que votarlos jamás, ni coincidir con ellos en actos y espacios públicos; hay que abandonar un restaurante cuando en él aparezca un político culpable de corrupción, opresión y abuso; cuando un político culpable de abuso de poder pronuncie una conferencia, ningún ciudadano decente debe estar presente. Si ellos están en un acto público, un ciudadano no puede acompañarlos nunca.
Ya no queremos que sean de izquierda o de derecha, sino decentes y dignos. Estamos hasta el gorro de canallas encaramados en las alturas del Estado. Ademas de no votarlos jamás, tienen que sentir el aliento del desprecio y el reproche ciudadano en sus sucios cogotes.
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