España, que ya es líder europeo en fracaso escolar, borracheras, prostitución, abortos, consumo y tráfico de drogas, inmigración ilegal, desempleo, desigualdad social, crecimiento de la delincuencia, hipertrofia del Estado y población encarcelada, agrega ahora un nuevo record, esta vez mundial, a su ya larga lista de vergüenzas internacionales: el liderazgo en coches oficiales.
Entre los 17 gobiernos autonómicos que componen España suman, al menos, 1.220 coches destinados a altos cargos. O lo que es peor, superan el número de vehículos que conforma el parque móvil del Estado, constituido por 1.100, y donde se incluye desde una furgoneta hasta los tres Audi 8 y el Mercedes que posee el presidente Zapatero.
En ruta imparable hacia los cinco millones de desempleados, muchos de ellos sin protección económica alguna, y aumentando cada día el número de pobres, España acumula records de vergüenza, algunos tan deleznables que le convierten en la democracia más degradada e inmoral de Europa y, probablemente, del mundo occidental. Los culpables son nuestros políticos, una casta inepta y con un aterrador déficit ético que ni siquiera se sonroja cuando la sociedad occidenttal y la ciudadanía española expresan su asco ante sus despilfarros y abusos.
Con poco más de 40 millones de habitantes, España tiene más coches oficiales para políticos y altos cargos que Estados Unidos y, comparativamente, mas que cualquier otro país democrático de Occidente. Éste es otro de los recods vergonzantes del Estado español, resaltado recientemente por los medios de prensa, el último de una larga lista de vergüenzas públicas de un sistema que cada día se corrompe más y huele peor.
Pero no son estos los únicos records vergonzantes de la España de Zapatero. Hay otros que, sin ser oficiales porque no se contabilizan ni investigan, es muy probable que también formen parte del denigrante "medallero" de la política española: desconfianza en el poder, baja calidad en la enseñanza, desprecio a los líderes, corrupción urbanística, viviendas ilegales, estafas, clientelismo, asaltos a hogares, crecimiento de la pobreza, desprotección social, violencia en el hogar, destrucción del tejido productivo, presión fiscal, funcionamiento deficiente de la Justicia y desprestigio de su clase política, entre otros muchos.
Los medios de comunicación destacan ahora que España es también el país occidental donde más "cargos públicos" se mueven en coche oficial y con chófer pagado por el sufrido contribuyente.
El socialista Emilio Pérez Touriño, el pasado mes de octubre, en plena crisis y con más de 130.000 gallegos en paro, decidió comprar un Audi A8 por el módico precio de 480.000 euros, con la excusa de sustituir un automóvil antiguo. Lo del ya ex presidente de la Xunta no es un caso aislado.
El Audi es el coche de moda entre los gerifaltes políticos españoles. Casi todos los gobiernos autonómicos tienen esta marca como buque insignia en su flota.
Algunos -como el andaluz Manuel Chaves, cuando presidía la Junta de Andalucía, o el valenciano Francisco Camps- tienen hasta dos Audi. El manchego José María Barreda tiene tres, pero combina el Audi con otras marcas de alta gama. El extremeño Guillermo Fernández Vara también tiene un A8 4.2, junto con un Volvo S80. El anterior lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe, tenía un A6 y un Mercedes S560. Y el ceutí Juan Jesús Vivas pasea en un A6 3.0 que compró, hace ya cuatro años, por 71.900 euros, aunque también posee dos Mercedes. El navarro Miguel Sanz, líder de UPN, va en un A-8 que costó el pasado año la friolera de 360.000 euros.
Los coches pagados por los desgraciados ciudadanos españoles no son ni el único ni el mayor de los despilfarros ofensivos de la clase política. A la "inflación" de automóviles de alto lujo hay que agregar legiones de guardaespaldas, residencias pagadas, secretarias, tarjetas de crédito y pago sin límite de gasto, dietas, múltiples sueldos "cosechados" en diferentes consejos de administración y cargos cruzados, teléfonos, ordenadores, gastos de representación y las más suculentas pensiones de Europa, muy superiores a las exiguas destinadas al pueblo trabajador.
Pero quizás el más triste y vergonzante record de la moderna "democracia" española sea el de su multitudinaria población carcelaria. Las cárceles españolas están a reventar y la masa de presos está ya impidiendo que funcione la Justicia. En 1978 había en España 10.000 presos, pero hoy se acercan a los 80.000, toda una paradoja que que demuestra que la "democracia" española, un régimen que, en teoría, encarna la libertad, encarcela a muchos más ciudadanos que la dictadura franquista.
Entre los 17 gobiernos autonómicos que componen España suman, al menos, 1.220 coches destinados a altos cargos. O lo que es peor, superan el número de vehículos que conforma el parque móvil del Estado, constituido por 1.100, y donde se incluye desde una furgoneta hasta los tres Audi 8 y el Mercedes que posee el presidente Zapatero.
En ruta imparable hacia los cinco millones de desempleados, muchos de ellos sin protección económica alguna, y aumentando cada día el número de pobres, España acumula records de vergüenza, algunos tan deleznables que le convierten en la democracia más degradada e inmoral de Europa y, probablemente, del mundo occidental. Los culpables son nuestros políticos, una casta inepta y con un aterrador déficit ético que ni siquiera se sonroja cuando la sociedad occidenttal y la ciudadanía española expresan su asco ante sus despilfarros y abusos.
Con poco más de 40 millones de habitantes, España tiene más coches oficiales para políticos y altos cargos que Estados Unidos y, comparativamente, mas que cualquier otro país democrático de Occidente. Éste es otro de los recods vergonzantes del Estado español, resaltado recientemente por los medios de prensa, el último de una larga lista de vergüenzas públicas de un sistema que cada día se corrompe más y huele peor.
Pero no son estos los únicos records vergonzantes de la España de Zapatero. Hay otros que, sin ser oficiales porque no se contabilizan ni investigan, es muy probable que también formen parte del denigrante "medallero" de la política española: desconfianza en el poder, baja calidad en la enseñanza, desprecio a los líderes, corrupción urbanística, viviendas ilegales, estafas, clientelismo, asaltos a hogares, crecimiento de la pobreza, desprotección social, violencia en el hogar, destrucción del tejido productivo, presión fiscal, funcionamiento deficiente de la Justicia y desprestigio de su clase política, entre otros muchos.
Los medios de comunicación destacan ahora que España es también el país occidental donde más "cargos públicos" se mueven en coche oficial y con chófer pagado por el sufrido contribuyente.
El socialista Emilio Pérez Touriño, el pasado mes de octubre, en plena crisis y con más de 130.000 gallegos en paro, decidió comprar un Audi A8 por el módico precio de 480.000 euros, con la excusa de sustituir un automóvil antiguo. Lo del ya ex presidente de la Xunta no es un caso aislado.
El Audi es el coche de moda entre los gerifaltes políticos españoles. Casi todos los gobiernos autonómicos tienen esta marca como buque insignia en su flota.
Algunos -como el andaluz Manuel Chaves, cuando presidía la Junta de Andalucía, o el valenciano Francisco Camps- tienen hasta dos Audi. El manchego José María Barreda tiene tres, pero combina el Audi con otras marcas de alta gama. El extremeño Guillermo Fernández Vara también tiene un A8 4.2, junto con un Volvo S80. El anterior lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe, tenía un A6 y un Mercedes S560. Y el ceutí Juan Jesús Vivas pasea en un A6 3.0 que compró, hace ya cuatro años, por 71.900 euros, aunque también posee dos Mercedes. El navarro Miguel Sanz, líder de UPN, va en un A-8 que costó el pasado año la friolera de 360.000 euros.
Los coches pagados por los desgraciados ciudadanos españoles no son ni el único ni el mayor de los despilfarros ofensivos de la clase política. A la "inflación" de automóviles de alto lujo hay que agregar legiones de guardaespaldas, residencias pagadas, secretarias, tarjetas de crédito y pago sin límite de gasto, dietas, múltiples sueldos "cosechados" en diferentes consejos de administración y cargos cruzados, teléfonos, ordenadores, gastos de representación y las más suculentas pensiones de Europa, muy superiores a las exiguas destinadas al pueblo trabajador.
Pero quizás el más triste y vergonzante record de la moderna "democracia" española sea el de su multitudinaria población carcelaria. Las cárceles españolas están a reventar y la masa de presos está ya impidiendo que funcione la Justicia. En 1978 había en España 10.000 presos, pero hoy se acercan a los 80.000, toda una paradoja que que demuestra que la "democracia" española, un régimen que, en teoría, encarna la libertad, encarcela a muchos más ciudadanos que la dictadura franquista.
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