La primera vuelta de las elecciones chilenas, en las que se impuso la socialista Bachelet, representó una victoria abrumadora de la abstención, que superó nada menos que el 52% del censo, ya que sólo votaron 6,6 millones de personas de un censo de 13,5 millones. Sin embargo, ningún político ha hablado de derrota o de rechazo ciudadano porque están blindados frente a la abstención de los ciudadanos, que siempre es una forma de protesta.
Los políticos, cuando son vapuleados por una abstención masiva, disimulan o desacreditan a los abstencionistas, tachándolos de poco interesados por la política y la democracia o acusándolos de preferir el descanso y el ocio al ejercicio del voto ciudadano.
Hay casos escandalosos en los que la abstención representó una humillación real para los políticos, sin que ellos jamás llegaran a reconocer el varapalo. Uno de los ejemplos mas notables fue el escaso voto ciudadano que aprobó el nuevo Estatuto de Cataluña, impulsado por Zapatero, que apenas representó un 30 por ciento del electorado, lo que significa que aquel documento, que es hoy uno de los sustentos del independentismo, nació sin la legitimidad democrática mínima y sin el apoyo de las mayorías.
Los políticos, maestros en el disimulo y la tergiversación, serían capaces de formar gobierno aunque sólo les votara un 20 por ciento del electorado. Una abstención masiva, que supere el 50 por ciento del electorado, como acaba de ocurrir en Chile, ni siquiera provoca preocupación ni es noticia para una parte importante de los medios de comunicación.
La indiferencia de la clase política frente al desprecio ciudadano es una de las pruebas más sólidas que demuestran la degeneración y degradación de muchas democracias.
España es uno de los mas escandalosos ejemplos mundiales de descaro político frente a la opinión ciudadana. Las encuestas reflejan, una vez tras otra, el enorme desprecio ciudadano a la clase política, pero los políticos siguen gobernando y disfrutando de sus privilegios como si no ocurriera nada, demostrando que la democracia ha perecido.
La clase política y la corrupción de esa misma clase son dos de los tres mayores problemas de España para sus ciudadanos, según las encuestas, todo un escándalo que, incomprensiblemente, deja indiferente a la "casta". Esas mismas encuestas reflejan también un rechazo de la política en general y un deterioro del sistema democrático, cada día mas desprestigiado ante los ciudadanos, algo preocupante para una sociedad avanzada y con ansias de libertad y progreso.
Quizás resulte más evidente y obvia una protesta en las urnas basada no en la abstención, sino en el voto en blanco o en el voto nulo con reproche incluido, una forma mas explícita y dura de decirles a los políticos que no nos gusta su forma de comportarse y que no merecen el gobierno que detentan sin la legitimidad que solo otorga el apoyo de las mayorías ciudadanas.
Los políticos, cuando son vapuleados por una abstención masiva, disimulan o desacreditan a los abstencionistas, tachándolos de poco interesados por la política y la democracia o acusándolos de preferir el descanso y el ocio al ejercicio del voto ciudadano.
Hay casos escandalosos en los que la abstención representó una humillación real para los políticos, sin que ellos jamás llegaran a reconocer el varapalo. Uno de los ejemplos mas notables fue el escaso voto ciudadano que aprobó el nuevo Estatuto de Cataluña, impulsado por Zapatero, que apenas representó un 30 por ciento del electorado, lo que significa que aquel documento, que es hoy uno de los sustentos del independentismo, nació sin la legitimidad democrática mínima y sin el apoyo de las mayorías.
Los políticos, maestros en el disimulo y la tergiversación, serían capaces de formar gobierno aunque sólo les votara un 20 por ciento del electorado. Una abstención masiva, que supere el 50 por ciento del electorado, como acaba de ocurrir en Chile, ni siquiera provoca preocupación ni es noticia para una parte importante de los medios de comunicación.
La indiferencia de la clase política frente al desprecio ciudadano es una de las pruebas más sólidas que demuestran la degeneración y degradación de muchas democracias.
España es uno de los mas escandalosos ejemplos mundiales de descaro político frente a la opinión ciudadana. Las encuestas reflejan, una vez tras otra, el enorme desprecio ciudadano a la clase política, pero los políticos siguen gobernando y disfrutando de sus privilegios como si no ocurriera nada, demostrando que la democracia ha perecido.
La clase política y la corrupción de esa misma clase son dos de los tres mayores problemas de España para sus ciudadanos, según las encuestas, todo un escándalo que, incomprensiblemente, deja indiferente a la "casta". Esas mismas encuestas reflejan también un rechazo de la política en general y un deterioro del sistema democrático, cada día mas desprestigiado ante los ciudadanos, algo preocupante para una sociedad avanzada y con ansias de libertad y progreso.
Quizás resulte más evidente y obvia una protesta en las urnas basada no en la abstención, sino en el voto en blanco o en el voto nulo con reproche incluido, una forma mas explícita y dura de decirles a los políticos que no nos gusta su forma de comportarse y que no merecen el gobierno que detentan sin la legitimidad que solo otorga el apoyo de las mayorías ciudadanas.
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