El alumno asesino, un menor que ni siquiera será juzgado porque la ley lo considera irresponsable de sus actos, sean los que sean, es un sicótico que ha debido sufrir otros episodios y que en modo alguno ha improvisado su agresión en el instituto, donde además de la ballesta y el cuchillo llevaba un cóctel molotov "muy rudimentario" en la mochila.
El abandono de los enfermos mentales en España es un tema tabú, silenciado por los políticos y rara vez afrontado por los medios de comunicación, pero de una gravedad terrible. La medicina oficial en España ha cerrado la mayoría de las instituciones psiquiátricas y ha decidido que los enfermos mentales convivan con las personas sanas en los hogares y en la sociedad y que sean las familias las que soporten el drama. Esa dejadez y abandono en materia de salud mental, voluntad expresa de los políticos, ha sembrado el caos y a veces el pánico en muchos hogares españoles, donde la convivencia con sicóticos, esquizofrénicos, depresivos graves y enfermos mentales de todo tipo está creando violencia, inseguridad, maltrato, abusos, suicidios y hasta asesinatos.
Los expertos afirman que en España hay miles de casos de enfermos mentales no diagnosticados y sin tratamiento, entre ellos muchos esquizofrénicos potencialmente peligrosos que tarde o temprano tendrán un episodio de violencia grave.
Los índices de maltrato en los hogares se han disparado, siendo la violencia de género el caso mas publicitado, pero no el mas grave. Son mucho mas numerosos los casos de maltrato de padres y abuelos por familiares e hijos mentalmente enfermos, drogadictos, esquizofrénicos, sicóticos, acomplejados, obsesionados y depresivos graves, casi todos potencialmente muy peligrosos, que, ante la falta de instituciones apropiadas, no tienen otra salida que convivir en los hogares.
La enfermedad mental también tiene su reflejo en la política, donde algunos locos también andan sueltos y gobernando. Síntomas como los matrimonios destrozados, el maltrato en los hogares , el alejamiento de la realidad, el afán por el dinero, la falta de valores y la incapacidad para relacionarse con sus conciudadanos reflejan desequilibrios y un altísimo índice de enfermedades mentales en la clase política. Según psiquiátras como el ex ministro británico David Owen, muchos políticos, siempre mas del diez por ciento, sufren una enfermedad mental o síndrome perfectamente catalogable, que se caracteriza por la arrogancia, la incapacidad de sentir culpa, aislamiento, rechazo a la ciudadanía y una sobrecarga de soberbia e inconsciencia, que convierte a muchos altos cargos gobernantes en verdaderas bombas ambulantes, cargadas de peligro y a veces letales para los ciudadanos que deben soportarlos en el poder.
El abandono de los enfermos mentales en España es un tema tabú, silenciado por los políticos y rara vez afrontado por los medios de comunicación, pero de una gravedad terrible. La medicina oficial en España ha cerrado la mayoría de las instituciones psiquiátricas y ha decidido que los enfermos mentales convivan con las personas sanas en los hogares y en la sociedad y que sean las familias las que soporten el drama. Esa dejadez y abandono en materia de salud mental, voluntad expresa de los políticos, ha sembrado el caos y a veces el pánico en muchos hogares españoles, donde la convivencia con sicóticos, esquizofrénicos, depresivos graves y enfermos mentales de todo tipo está creando violencia, inseguridad, maltrato, abusos, suicidios y hasta asesinatos.
Los expertos afirman que en España hay miles de casos de enfermos mentales no diagnosticados y sin tratamiento, entre ellos muchos esquizofrénicos potencialmente peligrosos que tarde o temprano tendrán un episodio de violencia grave.
Los índices de maltrato en los hogares se han disparado, siendo la violencia de género el caso mas publicitado, pero no el mas grave. Son mucho mas numerosos los casos de maltrato de padres y abuelos por familiares e hijos mentalmente enfermos, drogadictos, esquizofrénicos, sicóticos, acomplejados, obsesionados y depresivos graves, casi todos potencialmente muy peligrosos, que, ante la falta de instituciones apropiadas, no tienen otra salida que convivir en los hogares.
La enfermedad mental también tiene su reflejo en la política, donde algunos locos también andan sueltos y gobernando. Síntomas como los matrimonios destrozados, el maltrato en los hogares , el alejamiento de la realidad, el afán por el dinero, la falta de valores y la incapacidad para relacionarse con sus conciudadanos reflejan desequilibrios y un altísimo índice de enfermedades mentales en la clase política. Según psiquiátras como el ex ministro británico David Owen, muchos políticos, siempre mas del diez por ciento, sufren una enfermedad mental o síndrome perfectamente catalogable, que se caracteriza por la arrogancia, la incapacidad de sentir culpa, aislamiento, rechazo a la ciudadanía y una sobrecarga de soberbia e inconsciencia, que convierte a muchos altos cargos gobernantes en verdaderas bombas ambulantes, cargadas de peligro y a veces letales para los ciudadanos que deben soportarlos en el poder.
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