El inepto y triste Rajoy, acostumbrado desde pequeñito a contemplar el mundo desde las alturas seguras de la clase dirigente, no entiende por qué los españoles, desagradecidos, le rechazan y le odian a él mas que a Zapatero, que fue un inútil total que hundió a España y la situó al borde del precipicio. No es capaz de entender que mientras Zapatero fue un inútil incapacitado que, como era de esperar, desplegó una ineficaz y empobrecedora política de "izquierdas", el, además, es un estafador que ha engañado a los españoles traicionando sus planteamientos de "derechas" e incumpliendo todas las grandes promesas que le auparon hasta la Moncloa.
Rajoy no entiende nada, ni se da cuenta que el problema de España es el descomunal Estado que han construido políticos como él, un monstruo tan costoso e insaciable que necesita del trabajo esclavo de todos los españoles para seguir viviendo. Rajoy se pregunta, estupefacto, por qué razón los demócratas españoles le odian a él mas que a Zapatero. La respuesta es sencilla: porque Zapatero sólo fue un inepto inmoral, pero él, además, es un mentiroso estafador, Él prometió antes de las elecciones reducir el Estado que nos esclaviza y no sólo no lo ha hecho, sino que nos ha arruinado con impuestos injustos y abusivos para seguir engordando ese Estado descomunal. Los españoles decentes nunca le perdonaremos la estafa, ni siquiera si salimos de la crisis bajo su mandato.
Los españoles, por término medio, debemos trabajar casi cinco meses completos para pagar el Estado. Los siete meses restantes son para pagar facturas y sobrevivir. Si se tiene una renta mas alta y se suman las tasas y otros impuestos, uno puede trabajar para pagar impuestos al gobierno casi siete meses al año, un abuso y una injusticia sin decencia. Apenas queda tiempo para el disfrute y la esperanza, la ilusión y la fe en el liderazgo han desaparecido del mapa.
La estafa de Rajoy a los españoles está siendo monumental y memorable. Él se presentó ante los votantes como un tipo de dercha, con creencias liberales y con los tipicos criterios de la derecha clásica: fe en la empresa, defensa de lo privado, menos Estado y menos impuestos. Pero todo ha sido un engaño porque su política, en muchos aspectos, es mas socialdemócrata que la de Zapatero, al que se parece cada día mas en aspectos tan deplorables como el endeudamiento vertiginoso, el culto a la mentira, el amor a un Estado gigante, tipico del socialismo, la fácil y lasciva convivencia con la corrupción y el despilfarro.
Zapatero tardó seis años en perder su crédito político, pero Rajoy lo ha perdido en menos de un año y medio. ¿No se ha dado cuenta que los españoles perdonamos a los pillos, a los golfos y a los mentirosos mejor que a los hipócritas. Zapatero nunca negó que era un adorador del Estado, pero Rajoy llegó al poder negandolo y después, como un vulgar leninista, se ha convertido en adorador del becerro de oro estatal.
Rajoy ha traicionado no sólo la fe de los que le votarosn, sino también la esperanza de todos los españoles. Prometió que crearía empleo y ha destruido ya 1.2 millones de puestos de trabajo; aseguró que apoyaría a la empresa y ha cerrado cientos de miles por impagos públicos, por burocracia estúpida y por impuestos agobiantes; dijo que bajaría los impuestos y los ha subido 30 veces en año y medio; garantizó que eliminaría aquella práctica pirata del Estado que obliga a los empresarios a pagar el IVA de sus facturas antes de cobrarlas, una obligación canalla que todavía está vigente.
Con Zapatero, los españoles sabíamos lo que nos esperaba: una políticsa de izquierdas, con sus puntos positivos y negativos, pero Rajoy es un estafador, porque utilizó la derecha para encaramarse a la izquierda. Es todo un hipócrita empedernido, arrogante, fatuo y falso, un personaje a los que los españoles nunca perdonan.
El dia que dijo aquello de que "he incumplido mis promesas, pero he cumplido con mi deber", muchos pensadores españoles sentimos terror porque sabíamos que eso mismo lo dijeron en el pasado casi todos los tiranos y sátrapas dañinos, desde Stalin a Hítler, sin olvidar al mismo conde Drácula, tipo cruel y asesino que se vanagloriaba de haber parado los pies a los turcos invasores de Europa. La democracia, un sistema que Rajoy parece desconocer, es precisamente lo contrario de lo que él proclama: mas respeto a las reglas del juego que a los logros, porque el respeto a las reglas es lo único que puede erradicar la tiranía y el abuso.
Rajoy olvida también algo esencial: la filosofía política del mundo libre y civilizado sostiene que cuando un político llega al poder apoyado en la mentira e incumple su programa, es un opresor tal vez legal, pero nunca legítimo. Su poder se debe al engaño y los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a rebelarse contra él y expulsarlo del poder, aunque haya sido legalmente elegido en las urnas.
Es casi imposible que un tipo como Rajoy, rico y poderoso de nacimiento, perteneciente a esa burocracia de élite que, desde los tiempos de los Reyes Católicos, cuida su pureza de sangre y cree que el Estado les pertenece a ellos, se de cuenta de que España necesita cambiar como un calcetín para salir del pozo de caldo corrupto y tóxico que los políticos han creado para la sociedad y el pueblo llano. Hay que eliminar a los burócratas de la política para que la política sea reflejo de la realidad, de una ciudadanía que para sobrevivir se esfuerza sufre y crea empresas, algo que las élites desconocen porque ya nacieron con los grandes problemas resueltos hasta la muerte.
Las medidas que España necesita son muchas y dolorosas y jamás podrán ser dictadas por un tipo como Rajoy. Por eso, la presencia del actual gobierno en el timón significa un riesgo de muerte para la nación. Hay que limpiar de escoria la política y, sobre todo, la Justicia, que es el poder mas necesario en el presente. Hay que acabar con la impunidad de los poderosos y llenar las cárceles de canallas y ladrones atrincherados en el poder y, sobre todo, hay que adelgazar el Estado y ponerlo al servicio de la sociedad, no como ocurre hoy, que está al servicio de los partidos y de unos políticos profesionales que desconocen el dolor, el esfuerzpo y la verdadera esencia de una España que, por culpa de ellos, es un país que no funciona, asfixiado por la injusticia, la indecencia y el abuso de poder.
Rajoy y Zapatero son dos especímenes políticos detestables que han sido posibles en España por aquello que sentenció el sabio Platón: "El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres".
Rajoy no entiende nada, ni se da cuenta que el problema de España es el descomunal Estado que han construido políticos como él, un monstruo tan costoso e insaciable que necesita del trabajo esclavo de todos los españoles para seguir viviendo. Rajoy se pregunta, estupefacto, por qué razón los demócratas españoles le odian a él mas que a Zapatero. La respuesta es sencilla: porque Zapatero sólo fue un inepto inmoral, pero él, además, es un mentiroso estafador, Él prometió antes de las elecciones reducir el Estado que nos esclaviza y no sólo no lo ha hecho, sino que nos ha arruinado con impuestos injustos y abusivos para seguir engordando ese Estado descomunal. Los españoles decentes nunca le perdonaremos la estafa, ni siquiera si salimos de la crisis bajo su mandato.
Los españoles, por término medio, debemos trabajar casi cinco meses completos para pagar el Estado. Los siete meses restantes son para pagar facturas y sobrevivir. Si se tiene una renta mas alta y se suman las tasas y otros impuestos, uno puede trabajar para pagar impuestos al gobierno casi siete meses al año, un abuso y una injusticia sin decencia. Apenas queda tiempo para el disfrute y la esperanza, la ilusión y la fe en el liderazgo han desaparecido del mapa.
La estafa de Rajoy a los españoles está siendo monumental y memorable. Él se presentó ante los votantes como un tipo de dercha, con creencias liberales y con los tipicos criterios de la derecha clásica: fe en la empresa, defensa de lo privado, menos Estado y menos impuestos. Pero todo ha sido un engaño porque su política, en muchos aspectos, es mas socialdemócrata que la de Zapatero, al que se parece cada día mas en aspectos tan deplorables como el endeudamiento vertiginoso, el culto a la mentira, el amor a un Estado gigante, tipico del socialismo, la fácil y lasciva convivencia con la corrupción y el despilfarro.
Zapatero tardó seis años en perder su crédito político, pero Rajoy lo ha perdido en menos de un año y medio. ¿No se ha dado cuenta que los españoles perdonamos a los pillos, a los golfos y a los mentirosos mejor que a los hipócritas. Zapatero nunca negó que era un adorador del Estado, pero Rajoy llegó al poder negandolo y después, como un vulgar leninista, se ha convertido en adorador del becerro de oro estatal.
Rajoy ha traicionado no sólo la fe de los que le votarosn, sino también la esperanza de todos los españoles. Prometió que crearía empleo y ha destruido ya 1.2 millones de puestos de trabajo; aseguró que apoyaría a la empresa y ha cerrado cientos de miles por impagos públicos, por burocracia estúpida y por impuestos agobiantes; dijo que bajaría los impuestos y los ha subido 30 veces en año y medio; garantizó que eliminaría aquella práctica pirata del Estado que obliga a los empresarios a pagar el IVA de sus facturas antes de cobrarlas, una obligación canalla que todavía está vigente.
Con Zapatero, los españoles sabíamos lo que nos esperaba: una políticsa de izquierdas, con sus puntos positivos y negativos, pero Rajoy es un estafador, porque utilizó la derecha para encaramarse a la izquierda. Es todo un hipócrita empedernido, arrogante, fatuo y falso, un personaje a los que los españoles nunca perdonan.
El dia que dijo aquello de que "he incumplido mis promesas, pero he cumplido con mi deber", muchos pensadores españoles sentimos terror porque sabíamos que eso mismo lo dijeron en el pasado casi todos los tiranos y sátrapas dañinos, desde Stalin a Hítler, sin olvidar al mismo conde Drácula, tipo cruel y asesino que se vanagloriaba de haber parado los pies a los turcos invasores de Europa. La democracia, un sistema que Rajoy parece desconocer, es precisamente lo contrario de lo que él proclama: mas respeto a las reglas del juego que a los logros, porque el respeto a las reglas es lo único que puede erradicar la tiranía y el abuso.
Rajoy olvida también algo esencial: la filosofía política del mundo libre y civilizado sostiene que cuando un político llega al poder apoyado en la mentira e incumple su programa, es un opresor tal vez legal, pero nunca legítimo. Su poder se debe al engaño y los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a rebelarse contra él y expulsarlo del poder, aunque haya sido legalmente elegido en las urnas.
Es casi imposible que un tipo como Rajoy, rico y poderoso de nacimiento, perteneciente a esa burocracia de élite que, desde los tiempos de los Reyes Católicos, cuida su pureza de sangre y cree que el Estado les pertenece a ellos, se de cuenta de que España necesita cambiar como un calcetín para salir del pozo de caldo corrupto y tóxico que los políticos han creado para la sociedad y el pueblo llano. Hay que eliminar a los burócratas de la política para que la política sea reflejo de la realidad, de una ciudadanía que para sobrevivir se esfuerza sufre y crea empresas, algo que las élites desconocen porque ya nacieron con los grandes problemas resueltos hasta la muerte.
Las medidas que España necesita son muchas y dolorosas y jamás podrán ser dictadas por un tipo como Rajoy. Por eso, la presencia del actual gobierno en el timón significa un riesgo de muerte para la nación. Hay que limpiar de escoria la política y, sobre todo, la Justicia, que es el poder mas necesario en el presente. Hay que acabar con la impunidad de los poderosos y llenar las cárceles de canallas y ladrones atrincherados en el poder y, sobre todo, hay que adelgazar el Estado y ponerlo al servicio de la sociedad, no como ocurre hoy, que está al servicio de los partidos y de unos políticos profesionales que desconocen el dolor, el esfuerzpo y la verdadera esencia de una España que, por culpa de ellos, es un país que no funciona, asfixiado por la injusticia, la indecencia y el abuso de poder.
Rajoy y Zapatero son dos especímenes políticos detestables que han sido posibles en España por aquello que sentenció el sabio Platón: "El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres".
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