Si usted hace caso a la masa que vocifera en las calles, los banqueros son los verdaderos malos de la aterradora película de España, los culpables de nuestros desastres, la encarnación pura de Satanás, pero si reflexiona sin pasión y con la cabeza, descubre pronto que los banqueros están siendo usados como "cabezas de turco" por los verdaderos culpables del drama: los políticos.
Hablemos, por ejemplo, de los muchos productos basura puestos en el mercado por la banca o, concretamente, de esas "Participaciones Preferentes" fraudulentas que los bancos han vendido a los españoles, una estafa que va a causar pérdidas a muchos ahorradores españoles, víctimas de esa especie de corralito en miniatura que se ha llevado el dinero de muchos desgraciados. ¿De quien es la culpa de los banqueros que han vendido ese producto o de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y del Banco de España, que, siendo la policía del sistema, los han autorizado a pesar de que sabían de su inseguridad y de que podían causar daños enormes al ahorrador? Los ciudadanos no hemos elegido a los banqueros para que generen orden y justicia en la sociedad, ni les hemos otorgado el poder de hacer leyes y de hacerlas cumplir, incluso con la fuerza bruta. Es a los políticos a los que hemos elegido y atiborrado de poder para que cuiden la sociedad e impongan orden y justicia, una misión que han traicionado, engañando y frustrando así la confianza del pueblo soberano. En lugar de cumplir con su deber, los políticos han permitido todo tipo de estafas y corrupciones, además de haber conducido a la sociedad hacia la ruina.
Hay una falsa izquierda en las calles que vive del engaño y que, sin la valentía de culpar a los suyos por haber arruinado el país, permitido la estafa masiva, despilfarrado y endeudado al país por varias generaciones, vocifera contra los banqueros. Son zombies engañados, conducidos por unos líderes sindicales que se han enriquecido con el dinero público y que han guardado un silencio cobarde y cómplice durante años, mientras gobernaba la izquierda y recibían subvenciones a manos llenas.
Esos banqueros "apaleados" por la rabia popular no son, precisamente, corderos, y, por su avaricia y falta de escrúpulos, tienen una alta dosis de responsabilidad en el drama que vivimos, pero su culpa, comparada con la de los representantes electos en democracia, es ridícula y siempre secundaria.
Todos esos miserables que han hundido al país, todos esos "reguladores" que no han cumplido con su deber, todos los políticos que han inundado el país de corrupción y bajeza moral, sólo existen y se dan la gran vida porque los sostienen los esclavos que, víctimas de las consignas y de la propganda del poder, salen a las calles vociferando no contra los verdaderos culpables, sino contra los que la propaganda del poder señala y condena. Entre ellos hay muchos seres honrados, pero engañados, pero también hay mucho "lumpem" infectado de envidia y odio, ya sin curación posible. Son los mismos que acudían a los ahorcamientos en la Edad Media, los hermanos gemelos de los que aplaudían cuando la guillotina cortaba cabezas en la Francia revolucionaria, los que aplaudieron el fusilamiento del zar Alejandro y después guardaban un silencio cobarde y cómplice ante Stalin, rey de los verdugos.
La mezquindad de los líderes del populacho esclavo es sólo comparable con la de sus amos, los políticos corruptos de la democracia degradada, que, siendo culpables de los grandes dramas de España, se escudan en la propaganda, se esconden y endosan a otros su propia basura. En ese gran engaño y éxito de la cobardía y la mentira tienen un papel destacado los líderes sindicales, hartos de dinero y de privilegios, que nunca protestaron en el pasado por crímenes como los EREs mafiosos de sus amigos socialistas andaluces, pero que ahora se lanzan a la calle para "sacudir" al PP, a los empresarios y a los banqueros, como si en este país los banqueros y y los grandes empresarios no hubieran sellado, en el pasado reciente de Zapatero, con los políticos socialistas, una de las amistades más contra-natura, sorprendentes, sólidas y productivas para ambas partes.
Los "culpables" de nuestros grandes dramas son, casi siempre, políticos, representantes de la soberanía popular, pero éstos malos dirigentes, para eludir su responsabilidad, "inventan" a sus culpables-víctimas, contra los que jalean y lanzan a las masas esclavas. A veces, los culpables señalados son los "burgueses"; otras los "curas"; otras los "empresarios"; ahora los banqueros. Sin embargo, los verdaderos culpables son siempre aquellos que han sido elegidos por el pueblo para construir un mundo mejor y fracasan una y otra vez en el intento, atiburrándose mientras tanto de privilegios que no merecen y, no pocas veces, de dinero público robado al pueblo.
Hablemos, por ejemplo, de los muchos productos basura puestos en el mercado por la banca o, concretamente, de esas "Participaciones Preferentes" fraudulentas que los bancos han vendido a los españoles, una estafa que va a causar pérdidas a muchos ahorradores españoles, víctimas de esa especie de corralito en miniatura que se ha llevado el dinero de muchos desgraciados. ¿De quien es la culpa de los banqueros que han vendido ese producto o de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y del Banco de España, que, siendo la policía del sistema, los han autorizado a pesar de que sabían de su inseguridad y de que podían causar daños enormes al ahorrador? Los ciudadanos no hemos elegido a los banqueros para que generen orden y justicia en la sociedad, ni les hemos otorgado el poder de hacer leyes y de hacerlas cumplir, incluso con la fuerza bruta. Es a los políticos a los que hemos elegido y atiborrado de poder para que cuiden la sociedad e impongan orden y justicia, una misión que han traicionado, engañando y frustrando así la confianza del pueblo soberano. En lugar de cumplir con su deber, los políticos han permitido todo tipo de estafas y corrupciones, además de haber conducido a la sociedad hacia la ruina.
Hay una falsa izquierda en las calles que vive del engaño y que, sin la valentía de culpar a los suyos por haber arruinado el país, permitido la estafa masiva, despilfarrado y endeudado al país por varias generaciones, vocifera contra los banqueros. Son zombies engañados, conducidos por unos líderes sindicales que se han enriquecido con el dinero público y que han guardado un silencio cobarde y cómplice durante años, mientras gobernaba la izquierda y recibían subvenciones a manos llenas.
Esos banqueros "apaleados" por la rabia popular no son, precisamente, corderos, y, por su avaricia y falta de escrúpulos, tienen una alta dosis de responsabilidad en el drama que vivimos, pero su culpa, comparada con la de los representantes electos en democracia, es ridícula y siempre secundaria.
Todos esos miserables que han hundido al país, todos esos "reguladores" que no han cumplido con su deber, todos los políticos que han inundado el país de corrupción y bajeza moral, sólo existen y se dan la gran vida porque los sostienen los esclavos que, víctimas de las consignas y de la propganda del poder, salen a las calles vociferando no contra los verdaderos culpables, sino contra los que la propaganda del poder señala y condena. Entre ellos hay muchos seres honrados, pero engañados, pero también hay mucho "lumpem" infectado de envidia y odio, ya sin curación posible. Son los mismos que acudían a los ahorcamientos en la Edad Media, los hermanos gemelos de los que aplaudían cuando la guillotina cortaba cabezas en la Francia revolucionaria, los que aplaudieron el fusilamiento del zar Alejandro y después guardaban un silencio cobarde y cómplice ante Stalin, rey de los verdugos.
La mezquindad de los líderes del populacho esclavo es sólo comparable con la de sus amos, los políticos corruptos de la democracia degradada, que, siendo culpables de los grandes dramas de España, se escudan en la propaganda, se esconden y endosan a otros su propia basura. En ese gran engaño y éxito de la cobardía y la mentira tienen un papel destacado los líderes sindicales, hartos de dinero y de privilegios, que nunca protestaron en el pasado por crímenes como los EREs mafiosos de sus amigos socialistas andaluces, pero que ahora se lanzan a la calle para "sacudir" al PP, a los empresarios y a los banqueros, como si en este país los banqueros y y los grandes empresarios no hubieran sellado, en el pasado reciente de Zapatero, con los políticos socialistas, una de las amistades más contra-natura, sorprendentes, sólidas y productivas para ambas partes.
Los "culpables" de nuestros grandes dramas son, casi siempre, políticos, representantes de la soberanía popular, pero éstos malos dirigentes, para eludir su responsabilidad, "inventan" a sus culpables-víctimas, contra los que jalean y lanzan a las masas esclavas. A veces, los culpables señalados son los "burgueses"; otras los "curas"; otras los "empresarios"; ahora los banqueros. Sin embargo, los verdaderos culpables son siempre aquellos que han sido elegidos por el pueblo para construir un mundo mejor y fracasan una y otra vez en el intento, atiburrándose mientras tanto de privilegios que no merecen y, no pocas veces, de dinero público robado al pueblo.
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