Llamamiento a la transición

Hace 30 años sí parece que fueron generosos, especialmente algunos, con admitir tantas cosas que están pesando, y que tanto están costando en varios sentidos, ahora.
Pero los de siempre se pusieron de acuerdo , y seguirá sucediendo, cuando alguien que no es de los "suyos" intenta cambiar el 'status quo'. De forma que no imagino qué tipo de revolución o llamamiento -pacífico, claro, como si no ¿verdad?- se puede hacer para cambiar las cosas 30 años después, con el sistema tan "confortablemente asentado".
Porque también hace 15 años si alguien asomaba la carita le metían en la cárcel.
Acaba de terminar en Intereconomía el mejor debate -de los serios-, o programa de contenido político que he visto hasta ahora, o, que recuerdo, desde Balbín y "Los crímenes de Cuenca".
Ha sido la pública defensa, 15 años después, de una persona muy incómoda para todos, y digo para todos, todavía hoy, en nuestra m... de presunta democracia. Intentaré buscarlo y guardarlo antes de que desaparezca, que pasará.
Llamar a la transición en un momento tan convulso, en el que todo se mezcla tan torticera, cínica e interesadamente cuesta pedirlo. El estado actual parece el preámbulo de algo peor, como ya ocurriera con la dictadura y `dictablanda' antes del desastre. Volvemos a estar igual de mal, probablemente peor, que hace quince años, y que hace treinta.
¿Tendremos que esperar a que el BCE intervenga la economía española para que se anticipen las elecciones generales? ¿Seguirá habiendo hasta entonces política de tierra quemada con tal de decir después que los otros tampoco lo hacen bien?
El llamamiento, o espíritu de la transición, del que tanto se habla, fue positivo en un momento en el que era necesario y que los españoles (ahora ciudadanos) reclamaban. Pero ahora ¿se reclama, o se siente, de igual modo ese compromiso, esa implicación que existía entonces? La respuesta es no. No ha sido fácil, pero, transcurridos unos veinte años en los que se ha conseguido adormecer, domesticar y atontar a los ahora ciudadanos, la sociedad sólo responde a estímulos y provocaciones fáciles y programadas: fútbol, telebasura, aborto, velos, violencia, sexo, etc.

Como ya se dijo hace mucho: "me duele España".
Y como también escribió uno de los suyos, y ministro, hace cuatro años: "Estamos todos condenados a muerte, una muerte cívica o periodística, pero en su caso no se tratará de intolerancia o de censura, puesto que son ¡de izquierdas! Francamente, estoy harto. Apaga y vámonos."

Saludos