Los maestros son, junto a políticos, periodistas y jueces, los mayores responsables del actual desastre de España. Durante décadas han sido valorados como la gente esforzada y sacrificada que formaba a nuestros niños y jóvenes con generosidad e independencia profesional, pero hoy han perdido, en gran medida, el aprecio de los ciudadanos porque han sido cobardes y han permitido, sin resistencia alguna, que el gobierno domine las escuelas, deteriore la educación y convierta a España en uno de los países peores educados del mundo desarrollado.
Tras haber mantenido un silencio cobarde durante los últimos años, cuando las escuelas e institutos han sido politizadas y han cedido, sin dignidad ni defensa alguna, el poder en las aulas a los inspectores y directores que los gobiernos regionales designaban para controlar, politizar y convertir la enseñanza en una gigantesca fábrica de esclavos indolentes y altivos, ahora se alzan, siguiendo las directrices de sindicatos y agitadores profesionales, aparentemente contra los recortes en la enseñanza, que más que un realidad es una consigna de la izquierda.
La prueba es que en autonomías de izquierda como Andalucía, donde oficialmente no existen recortes en la enseñanza, es donde más se están produciendo en la realidad, sin que los profesores y maestros, domesticados, protesten, probablemente porque los "amos" son de izquierdas. Sin embargo, la verdad es que el mapa de Andalucía está plagado de escuelas sin profesorado suficiente, instalaciones mal mantenidas y de centros de enseñanza dominados por el miedo, la indisciplina, la vagancia y, muchas veces, también por la violencia.
Para vergüenza del profesorado, los profesionales se han dejado dominar por los políticos intervencionistas y han perdido la libertad de cátedra, el derecho a enseñar en conciencia y hasta el histórico orgullo del magisterio independiente.
La actual rebelión de los que enseñan no es, como debiera ser, contra los que les han sojuzgado y arrebatado el control de las aulas, inundándolas de política, desidia y eliminando todo atisbo de esfuerzo, sino contra la derecha que, según dicen los sindicatos y los socialistas, quieren recortar los presupuestos de educación. Un comportamiento de esclavos digno de lástima, que indigna a muchos padres y ciudadanos, conscientes de que los verdaderos recortes a la calidad y a la solvencia del sistema educativo los ha dado la izquierda, convirtiendo a los institutos, las escuelas y hasta las universidades en centros de adoctrinamiento político bajo severo control gubernamental, de los que surgen jóvenes sin sentido del esfuerzo, desconocedores de la responsabilidad y ajenos al mérito y la excelencia, auténticos esclavos dispuestos a seguir consignas y a someterse a los caprichos y abusos de una de las peores clases políticas del mundo occidental.
Mientras ocurrió la vergonzosa ocupación de las aulas por parte de los políticos, los enseñantes, cobardes y paralizados por el miedo, guardaron un vergonzoso silencio o se convirtieron en tristes y degradados cómplices del gran atentado contra la educación en España, realizado en los últimos años bajo las directrices del poder político, el que ha convertido a España en campeón del fracaso escolar y en uno de los países peor preparados de Europa para afrontar los desafíos del presente.
Tras haber mantenido un silencio cobarde durante los últimos años, cuando las escuelas e institutos han sido politizadas y han cedido, sin dignidad ni defensa alguna, el poder en las aulas a los inspectores y directores que los gobiernos regionales designaban para controlar, politizar y convertir la enseñanza en una gigantesca fábrica de esclavos indolentes y altivos, ahora se alzan, siguiendo las directrices de sindicatos y agitadores profesionales, aparentemente contra los recortes en la enseñanza, que más que un realidad es una consigna de la izquierda.
La prueba es que en autonomías de izquierda como Andalucía, donde oficialmente no existen recortes en la enseñanza, es donde más se están produciendo en la realidad, sin que los profesores y maestros, domesticados, protesten, probablemente porque los "amos" son de izquierdas. Sin embargo, la verdad es que el mapa de Andalucía está plagado de escuelas sin profesorado suficiente, instalaciones mal mantenidas y de centros de enseñanza dominados por el miedo, la indisciplina, la vagancia y, muchas veces, también por la violencia.
Para vergüenza del profesorado, los profesionales se han dejado dominar por los políticos intervencionistas y han perdido la libertad de cátedra, el derecho a enseñar en conciencia y hasta el histórico orgullo del magisterio independiente.
La actual rebelión de los que enseñan no es, como debiera ser, contra los que les han sojuzgado y arrebatado el control de las aulas, inundándolas de política, desidia y eliminando todo atisbo de esfuerzo, sino contra la derecha que, según dicen los sindicatos y los socialistas, quieren recortar los presupuestos de educación. Un comportamiento de esclavos digno de lástima, que indigna a muchos padres y ciudadanos, conscientes de que los verdaderos recortes a la calidad y a la solvencia del sistema educativo los ha dado la izquierda, convirtiendo a los institutos, las escuelas y hasta las universidades en centros de adoctrinamiento político bajo severo control gubernamental, de los que surgen jóvenes sin sentido del esfuerzo, desconocedores de la responsabilidad y ajenos al mérito y la excelencia, auténticos esclavos dispuestos a seguir consignas y a someterse a los caprichos y abusos de una de las peores clases políticas del mundo occidental.
Mientras ocurrió la vergonzosa ocupación de las aulas por parte de los políticos, los enseñantes, cobardes y paralizados por el miedo, guardaron un vergonzoso silencio o se convirtieron en tristes y degradados cómplices del gran atentado contra la educación en España, realizado en los últimos años bajo las directrices del poder político, el que ha convertido a España en campeón del fracaso escolar y en uno de los países peor preparados de Europa para afrontar los desafíos del presente.
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