La revuelta loca de los nietos

Abordar la situación de nuestro país de forma honesta es algo que, en estos momentos, resulta tremendamente difícil por lo vergonzante y ridículo del contexto. Se vuelve tan evidente que padecemos el resultado de una sociedad enferma por su ausencia de valores, que uno no puede evitar sentirse decepcionado y entristecido al comprobar que -si me permiten la analogía- tiene que enseñar a sumar dos más dos a una audiencia, a la que un servidor, en su inconsciente e imperdonable ignorancia, suponía estaban ya instruyendo en conceptos de física avanzada.

Si hacemos el esfuerzo imaginativo de situarnos cien o doscientos años adelante en el tiempo, uno intuye que este país, esta nación, esta sociedad y todos los que la componemos, seremos juzgados con una tremenda severidad y desconcierto por aquellos que, una vez alcanzado un cierto estado de madurez colectiva, observen cómo la estupidez, la idiocia más profunda y la aplicación del pensamiento ilusorio y cargado de deseo, pueden alcanzar un clímax que llevó a todo un país a cometer unos actos carentes de toda lógica y de nefastas consecuencias para sí mismo.

No puedo evitar sentir una profunda sensación de ridículo cuando pienso que yo formo -formé- parte de este momento histórico y, por lo tanto, aun sin pretenderlo, es esta condición la que me hace copartícipe del rumbo disparatado de la sociedad española.

Pero no solo es esto lo frustrante, , sino que, lo que es más grave e inaudito, el resto de la opinión pública, el gran ejército de funcionarios dedicados a la investigación, la divulgación y enseñanza, los profesionales de los medios de comunicación, todas las supuestas mentes pensantes y brillantes de esta nación (lo que los ignorantes llaman erróneamente ‘mundo de la cultura’), permanecen impávidas e impertérritas ante lo que se desarrolla ante sus ojos, convirtiéndose así en cómplices y responsables morales de los hechos que se producen.

Hablo de la insostenible e indignante situación de sometimiento y humillación de lo que debería ser una ciudadanía madura y libre, ante un Estado ocupado por la casta más mediocre, incapaz y analfabeta que cabría pensar que puede dominar a todo un país como España, que por su historia, contexto europeo y occidental, y por su participación incuestionable en la configuración de nuestra civilización, puede ser considerada como una de las cunas de la humanidad.

Incluso para los enemigos de la libertad y la democracia,se hace irrespirable esta atmósfera de hipocresía, basada en una falsedad de conceptos y donde la apariencia se coloca por delante de la realidad para ocultar la naturaleza de lo que las cosas son. ¡En España no hay, ni ha habido nunca democracia!. No es una opinión, es un hecho objetivo y contrastable, analizable y repetible desde cualquier punto de vista que se tome, ya que el origen del poder se encuentra en los partidos y no en la ciudadanía. En España no hay ciudadanos, lo que existen son súbditos.

Un modelo de súbdito adiestrado para ser sumiso y consumir el menú, que cada una de las facciones( partidos) elaboran, para sus ya adormecidos y entumecidos paladares.

El poder que emana de los partidos políticos y que solamente mediante sus pactos, mediante su consenso y su reparto de los bienes del Estado, consigue someter a la sociedad civil e impide su desarrollo y libertad política, es la causa suicida que ha conducido a la situación de profundo deterioro actual.

Es la propia naturaleza del sistema, los pactos entre las cúpulas de los partidos, realizados a espaldas del pueblo gobernado, conducen, de forma inevitable hacia lo que sufrimos en la actualidad.

Tenemos la obligación histórica y moral de arrebatar el poder a la casta política que ahora se aferra al poder (y que por tanto lucha para no perderlo) para ponerlo en las manos de quienes siempre debieron tenerlo y que no son otros que los ciudadanos, a través de sus representantes electos, para que recompongan esta vieja y maltrecha nación. Debemos asumir, aún sin resignación, que continuarán existiendo grados de desigualdad, que, por desgracia, seguirá existiendo la injusticia social que preocupa a los colectivistas, pero al menos -y no es poco- habremos logrado la libertad colectiva.

Contemplando la inmoralidad en la que está hundida la nación es hora de recuperar los principios éticos y políticos.

El sistema de representación y separación de los poderes nos dará la fuerza suficiente como para enfrentarnos con dignidad a los futuros retos que la humanidad habrá de encarar. La debilidad se encuentra precisamente en aferrarse y abrazar el falso paternalismo de las oligarquías de los partidos estatales. Nuestra debilidad es aprovechada por las nuevas siglas de la escena política, que han sido creadas y diseñadas para alimentarlo.

Mas que española, pienso que es una crisis global, que se ceba especialmente en España, dado el carácter delincuente de la casta. Que además de delincuente o como consecuencia, no voy a discutir, procura hacer lo peor para España.

El gran problema de fondo es que se ha desarrollado una sociedad maquinista sin las correspondientes soluciones a las personas. Cierto que las máquinas han abaratado las cosas y que ahora podemos disfrutar de bienes y servicios impensables hace pocos años, pero ha sido a costa de dejar al margen a un montón de personas. Por eso tuvieron que inventar las ayudas.

Pero las ayudas son soluciones temporales, no son solución para una persona que nunca encontrará un trabajo y hay muchos que nunca encontrarán un trabajo, como dos millones en España. Y esos dos millones vienen de hace mucho, desde que la automatización se asentó y lo malo es que nadie hace nada al respecto. Lo que no tengo claro es si esa inacción es incapacidad, desidia o es algo intencionado.

Aquí se nos mete en un montón de contradicciones. La primera es en la escuela. En una escuela degradada, donde vamos a eliminar cualquier esfuerzo, pretendemos que la gente tenga unos conocimientos y lo solucionan a base de regalar títulos. Luego el mercado de trabajo pone a cada uno en su sitio.

Hay una cosa clara, hay personas cuya inteligencia no les permite ocupar un puesto en esta sociedad. Cuando terminé el bachiller estuve trabajando de peón de albañil ese verano. Las únicas máquinas eran una hormigonera y un pequeño montacargas. La hormigonera había que servirla a mano, lo que suponía dos hombres y el montacargas tres, uno abajo cargando, otro manejando y otro arriba descargando. Hoy el hormigón viene de una planta, automatizada y la grúa la maneja un hombre que toma los paquetes del camión y los deja donde conviene. Y esto ha ocurrido en 40 años.

Pero mientras que manejar la hormigonera o cargar y descargar lo hace cualquiera, manejar la grúa o trabajar en una planta de hormigón tiene que ser una persona capacitada, puestos fuera de las posibilidades de una parte de la población. Es así de fácil.

En otros países se recurre al empleo ficticio. En Japón hay guardas y vigilantes para todo, eso sí uniformados, a los japoneses les chiflan los uniformes. Pero ¿por qué tantos guardas en un país donde no existe delincuencia? Me contó alguien que estuvo en China, que había visto a veinte personas manejar una manguera para regar en un parque. Es una forma de dar un subsidio a la gente y que no se note.

Y por supuesto se ha permitido un país donde la industria no existe, se permitió desmantelar la que había e incluso se sigue con la poca que queda. Todo se fió en la construcción y ya ni hay ni habrá. Acaban de poner un programa en TV1, donde cuentan que la ley protege a los ocupas. ¿Quién va a comprar un piso con pensamientos de alquilarlo? Y muriendo más gente que la que hay dispuesta a comprar.

Con unos impuestos laborales demenciales, leí hace poco que lo que paga la empresa por un trabajador es sobre seis mil euros al año y tienes que contar con la indemnización por despido si el trabajador es un inútil que no es capaz de ganarse el jornal. ¿Quién va a crear nada?

Y al final de todo, ¿quién va a contratar a gentes que sólo saben reclamar derechos? ¿Incapaces de hacer nada útil? Esos son los nietos, que en lugar de esforzarse y estudiar o adaptarse a lo que les ofrezcan, en su infinita estupidez, hacen caso que lo que dicen otros estúpidos.

Pasmao

¿Qué puede esperar de la familia y amigos de unos traficantes? La manifestación fue algo que entra en su derecho, lo que tal vez no debió ocurrir es que saliera en los telediarios, pero no creo que eso prospere mucho, salvo que nos vendan otro caso para llenar telediarios.

" Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo."

Hace 2.500 años Confucio dijo: "Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo." Y a pesar del tiempo trascurrido, no ha cambiado nada. Lo explicaré de otra forma:

Hace tiempo que vengo observando como se dedica un tiempo valioso en debatir sobre si tal o cual señal o pista, lleva hasta un determinado lugar, hecho o situación. Incluso se han escrito ríos de tinta “mareando la perdiz”, es decir, discutiendo sobre el sexo de los ángeles, antes de comprobar la real existencia de éstos.

Y todo esto viene a cuento pues, no deja de asombrarme como, libros que no explican, ni exponen, ni demuestran nada de lo que en ellos se dice, son aclamados por esos “necios” que se limitan a mirar el dedo del sabio, cuando éste señala a la Luna, en vez de preocuparse de la realidad . Pero parece ser que a los “necios” les gusta más emplear su tiempo en discutir , que en comprobar la veracidad sobre la existencia o realidad a la que se refieren los “mareadores de perdices”.

Estimado Salvador:
Es usted de los pocos comentaristas que tienen mi respeto. Va al grano. Es decir,a la Luna. No al dedo.
No obstante, siento discrepar con usted en que esta sociedad no va a cambiar. Confiamos en que habían llegado dos partidos nuevos y que algo cambiaría en España. Ilusos de nosotros.
Nadie quiere hablar de REVOLUCIÓN (ni pacífica ni leches), Revolución. La Historia nos demuestra que cuándo se colma el vaso, es la única salida para comenzar de nuevo. Pero eso, no es políticamente correcto. Y así no va y nos irá.

http://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2016/11/sobre-la-naturaleza-de-nuestros_6.html

Este personaje de Espinar le dice a Félix Rodrigo Mora que ha venido "a hacer el payaso".Menudo "demócrata" demuestra que es cuando alguien le dice cuatro verdades incómodas.
Magnífico artículo de Félix.