La resistencia popular contra el mal gobierno, la injusticia y el abuso de poder de los políticos es eficaz y está logrando importantes victorias en España. La tesis de que "protestar no sirve de nada", repetida por algunos políticos, incluyendo al propio presidente Rajoy, que quieren ver a los ciudadanos callados y sometidos, es falsa y disuasoria porque hay casos recientes como los de Gamonal y Madrid en los que la resistencia ha triunfado y doblegado a políticos indignos que creyeron que podían imponer sus criterios a la voluntad popular.
El movimiento de resistencia del barrio de Gamonal, en Burgos, terminó contagiando a muchos españoles y provocó manifestaciones en muchas ciudades, doblegando así la voluntad de un alcalde que se creía con derecho a imponer su voluntad a la de todo un pueblo.
En Madrid, el presidente Ignacio González anunció la paralización del proceso de privatización de seis hospitales públicos y la dimisión del consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, derrotado por una "marea blanca" que movilizó a decenas de miles de ciudadanos y que inundó las calles de la capital de España.
Una reciente encuesta europea, cuya parte española la desarrolló la universidad Pompeu Fabra, recogía que los españoles no estamos alejados de la política, como suele decirse, sino de los políticos.
Mientras en muchos países se sorprenden de que en España no estallen los conflictos y la gente no se eche a las calles y plazas a protestar contra los recortes, la corrupción, la pérdida de derechos, los impuestos agobiantes y el abuso de poder, la realidad está demostrando que la sociedad española es madura, pacífica y muy responsable, capaz de soportar mucho pero también de protestar con eficacia y de obtener victoria contra los políticos cuando se lo propone.
Los políticos quieren imponer su voluntad a la del pueblo, aun sabiendo que ese comportamiento es antidemocrático, porque quieren gobernar sin obstáculos ni oposición. Esa tendencia al absolutismo es natural en los gobiernos y es la razón por la que la democracia real conforma un entramado de normas, leyes, reglas y obligaciones que limitan y controlan el exceso de poder. Sin embargo, en países degradados como España, donde la democracia ha sido sustituida, desde el poder, por una sucia dictadura de partidos, esos controles no existen y los políticos carecen de controles y frenos que eviten el abuso, la injusticia y la opresión.
La respuesta de los ciudadanos españoles, indignados contra sus políticos, como lo reflejan las encuestas con una claridad meridiana, está siendo responsable, pacífica y terminará siendo eficaz porque pretende golpear a la clase política donde mas le duele: arrebatando el poder en las urnas a los grandes partidos políticos que han sido culpables del gran desastre español, sobre todo al PSOE, el PP e IU, que se han repartido el gobierno del país en las últimas décadas, junto con nacionalistas vascos y catalanes. Los expertos aseguran que ne las próximas elecciones europeas comenzará la demolición del actual dominio de España por esos partidos políticos, todos ellos cargados de culpa y manchados por la corrupción y el abuso.
El movimiento de resistencia del barrio de Gamonal, en Burgos, terminó contagiando a muchos españoles y provocó manifestaciones en muchas ciudades, doblegando así la voluntad de un alcalde que se creía con derecho a imponer su voluntad a la de todo un pueblo.
En Madrid, el presidente Ignacio González anunció la paralización del proceso de privatización de seis hospitales públicos y la dimisión del consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, derrotado por una "marea blanca" que movilizó a decenas de miles de ciudadanos y que inundó las calles de la capital de España.
Una reciente encuesta europea, cuya parte española la desarrolló la universidad Pompeu Fabra, recogía que los españoles no estamos alejados de la política, como suele decirse, sino de los políticos.
Mientras en muchos países se sorprenden de que en España no estallen los conflictos y la gente no se eche a las calles y plazas a protestar contra los recortes, la corrupción, la pérdida de derechos, los impuestos agobiantes y el abuso de poder, la realidad está demostrando que la sociedad española es madura, pacífica y muy responsable, capaz de soportar mucho pero también de protestar con eficacia y de obtener victoria contra los políticos cuando se lo propone.
Los políticos quieren imponer su voluntad a la del pueblo, aun sabiendo que ese comportamiento es antidemocrático, porque quieren gobernar sin obstáculos ni oposición. Esa tendencia al absolutismo es natural en los gobiernos y es la razón por la que la democracia real conforma un entramado de normas, leyes, reglas y obligaciones que limitan y controlan el exceso de poder. Sin embargo, en países degradados como España, donde la democracia ha sido sustituida, desde el poder, por una sucia dictadura de partidos, esos controles no existen y los políticos carecen de controles y frenos que eviten el abuso, la injusticia y la opresión.
La respuesta de los ciudadanos españoles, indignados contra sus políticos, como lo reflejan las encuestas con una claridad meridiana, está siendo responsable, pacífica y terminará siendo eficaz porque pretende golpear a la clase política donde mas le duele: arrebatando el poder en las urnas a los grandes partidos políticos que han sido culpables del gran desastre español, sobre todo al PSOE, el PP e IU, que se han repartido el gobierno del país en las últimas décadas, junto con nacionalistas vascos y catalanes. Los expertos aseguran que ne las próximas elecciones europeas comenzará la demolición del actual dominio de España por esos partidos políticos, todos ellos cargados de culpa y manchados por la corrupción y el abuso.
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