La renuncia del ex Ministro Soria a su nombramiento como director del Banco Mundial ha constituido un nuevo triunfo de la opinión pública sobre los dictadores con ropaje de demócratas que gobiernan España. Los ciudadanos, indignados con los abusos de los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, han ejercido una presión muy fuerte y el poder ha tenido que ceder. Ocurrió lo mismo con Zapatero, que tuvo que abandonar la presidencia precipitadamente, forzado por su propio partido, porque el rechazo popular ponía en peligro los votos del PSOE.
El triunfo de la crítica ciudadana sobre el criterio arbitrario y la mentira de los sátrapas es una gran noticia para la democracia y señala el camino. La designación del ex ministro fue una chapuza sustentada por el engaño, la mentira y la manipulación, como ha quedado comprobado, a pesar de las mentiras del Ministerio que preside de Guindos y del propio Rajoy, que habló de un "concurso" que nunca existió para ocultar el "dedazo" que premiaba a un "amigo" discreto.
Aunque muchos demócratas y ciudadanos decentes de España se sientan frustrados ante la permanencia en el poder de políticos y partidos sin altura ni mérito, entregados a la corrupción y el abuso, muchas cosas están cambiando y la rebeldía ciudadana contra la iniquidad está logrando éxitos. Hace diez años, el nombramiento de Soría habría prosperado, como prosperaron otros en organismos internacionales, que también fueron indignos, entre ellos los de las socialistas Magdalena Álvarez y Bibiana Aido.
La lucha sin cuartel, pacifica e inteligente, contra los que gobiernan impregnados de abuso de poder, desfachatez y corrupción, es la ruta correcta hacia la regeneración porque los políticos y sus partidos son el único gran obstáculo que se interpone entre España y la decencia, entre nuestra sociedad y la regeneración necesaria.
La clase política en general, ajena a la democracia y a los valores, incapaz de amar a España y de ser generosa y servicial y tentada por los privilegios y ventajas del poder, sobre todo esos que se han repartido el poder durante las últimas décadas (PP, PSOE y nacionalistas) están tan enfermos y podridos que son "carne muerta" y ya no tienen cura.
La única parte sana que le queda a España en estos momentos de tribulación es parte de su pueblo, dividido en tres grupos: uno mayoritario, de millones de esclavos sin criterio, que siguen votando a sus verdugos; otro, también numeroso, integrado por indiferentes a la política que se centran en sobrevivir dentro de las dificultades; y un tercero, todavía minoritario pero creciente, formado por cientos de miles de luchadores por un país regenerado, decente y justo, decididos a plantar cara al poder que gobierna España sin merecerlo.
¡¡¡Enrólate en las filas de los rebeldes!!!
Francisco Rubiales
El triunfo de la crítica ciudadana sobre el criterio arbitrario y la mentira de los sátrapas es una gran noticia para la democracia y señala el camino. La designación del ex ministro fue una chapuza sustentada por el engaño, la mentira y la manipulación, como ha quedado comprobado, a pesar de las mentiras del Ministerio que preside de Guindos y del propio Rajoy, que habló de un "concurso" que nunca existió para ocultar el "dedazo" que premiaba a un "amigo" discreto.
Aunque muchos demócratas y ciudadanos decentes de España se sientan frustrados ante la permanencia en el poder de políticos y partidos sin altura ni mérito, entregados a la corrupción y el abuso, muchas cosas están cambiando y la rebeldía ciudadana contra la iniquidad está logrando éxitos. Hace diez años, el nombramiento de Soría habría prosperado, como prosperaron otros en organismos internacionales, que también fueron indignos, entre ellos los de las socialistas Magdalena Álvarez y Bibiana Aido.
La lucha sin cuartel, pacifica e inteligente, contra los que gobiernan impregnados de abuso de poder, desfachatez y corrupción, es la ruta correcta hacia la regeneración porque los políticos y sus partidos son el único gran obstáculo que se interpone entre España y la decencia, entre nuestra sociedad y la regeneración necesaria.
La clase política en general, ajena a la democracia y a los valores, incapaz de amar a España y de ser generosa y servicial y tentada por los privilegios y ventajas del poder, sobre todo esos que se han repartido el poder durante las últimas décadas (PP, PSOE y nacionalistas) están tan enfermos y podridos que son "carne muerta" y ya no tienen cura.
La única parte sana que le queda a España en estos momentos de tribulación es parte de su pueblo, dividido en tres grupos: uno mayoritario, de millones de esclavos sin criterio, que siguen votando a sus verdugos; otro, también numeroso, integrado por indiferentes a la política que se centran en sobrevivir dentro de las dificultades; y un tercero, todavía minoritario pero creciente, formado por cientos de miles de luchadores por un país regenerado, decente y justo, decididos a plantar cara al poder que gobierna España sin merecerlo.
¡¡¡Enrólate en las filas de los rebeldes!!!
Francisco Rubiales
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