Los delitos que se le atribuyen a los ex presidentes andaluces Chaves y Griñan están cargados de significado y demuestran dos cosas: la primera es que el socialismo andaluz está podrido y se ha hundido en el lodo después de gobernar durante demasiado tiempo; la segunda es que el socialismo español es tan corrupto o más que la derecha del PP y que no tiene sentido que el líder socialista, Pedro Sánchez, acuse a Rajoy de corrupto, como si el PSOE estuviera limpio, utilizando ese argumento para inhabilitarlo como presidente del gobierno de España.
La defensa esgrimida por los socialistas, según la cual ni Chaves ni Griñán han robado, mo sirve porque lo que se está juzgando no es que sean ladrones o no sino que fueron malos gobernantes y prevaricadores al permitir que millones de euros fueran desviados y robados desde el mismo corazón del gobierno andaluz.
La humillación judicial de Chaves y Griñán demuestra también que los dos grandes partidos políticos españoles, PSOE y PP, están podridos y no merecen seguir al frente de España, ni gozar del apoyo de los españoles en las urnas, entre otras razones porque han acumulado demasiados delitos, más que todas las mafias italianas y norteamericanas. En España, sólo ETA supera a esos dos partidos como asociación de maleantes, por el número de delitos cometidos.
Heredé de mis tres años de vida en Italia la amistad de Nicoló, siciliano y experto en política y mafia, dos cosas que él sostiene que son asombrosamente parecidas. Me dice con toda seriedad que cada uno de los dos actuales grandes partidos políticos españoles tienen más sospechosos, perseguidos y encausados por la Justicia que toda la Mafia, la Camorra y la Ndrangheta juntas. También afirma, creo que con conocimiento de causa porque se dedica a investigar esas cosas, que el PP y el PSOE han superado en cientos de kilómetros los niveles de corrupción que alcanzaron los viejos partidos políticos italianos, ya precintados y desaparecidos tras las redadas judiciales de los años ochenta del pasado siglo, especialmente la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Partido Socialista Italiano.
Como ciudadano andaluz me siento feliz ante las duras condenas pedidas por la Fiscalía Anticorrupción para los ex presidentes Chaves y Griñan, un indicio que me enaltece como demócrata y me hace recuperar, aunque sea un gramo, la esperanza en la Justicia ante tanto abuso, desolación y sucia impunidad de la clase dirigente española. Al conocer esta petición contra los dos artífices de la gran corrupción andaluza, crece mi esperanza en que algún día los jueces sientan la llamada de la decencia, se rebelen contra el dominio del poder político y apliquen las leyes con rigor y justicia a los muchos rufianes, ladrones y corruptos de todo tipo que se han apoderado del Estado en esta España, a la que conducen hacia el desastre.
Un día le dije a un alto cargo de la Junta de Andalucía que Griñán terminaría en la cárcel y el por poco me manda fusilar. Seguro que se acordara hoy de aquella conversación, mantenida cuando comíamos juntos en un restaurante de la orilla del Guadalquivir, frente a la Torre del Oro. Quizás hoy sienta vergüenza de su reacción equivocada, sectaria y fanática.
De Chaves puedo decir que jamás conocí a un mediocre tan profundo en un puesto tan alto. Chaves se creía un prócer majestuoso, una especie de estatus de bronce viviente, pero solo era un pobre hombre que ni siquiera supo controlar a su peligrosa familia. Su mayor mérito fue mantener a Andalucía, durante sus 18 años de presidencia, en la cola de España y de Europa, sometida al denso dominio de la Junta e incomprensiblemente condenada al atraso, la desigualdad, la incultura y el fracaso económico.
La gran enseñanza para los andaluces, al ver a sus dos ex presidentes acosados por la Justicia, debe ser aprender que "el poder corrompe" y que un partido que ha convertido el clientelismo en su única gran gran ideología y que mantiene sus filas compactas gracias al reparto de poder y de privilegios es un partido sin valor, castrado, amortizado y urgentemente necesitado de regeneración.
El problema para los andaluces es que sustituir al degradado PSOE por el PP puede resultar hasta peor porque la derecha andaluza, torpe, inepta, mediocre y anclada en el pasado donde las haya, ni está limpia ni se merece gobernar en una tierra que nunca supo seducir, ni a cuyos habitantes logró nunca aportar esperanza, en cuatro décadas de lamentable oposición.
Francisco Rubiales
La defensa esgrimida por los socialistas, según la cual ni Chaves ni Griñán han robado, mo sirve porque lo que se está juzgando no es que sean ladrones o no sino que fueron malos gobernantes y prevaricadores al permitir que millones de euros fueran desviados y robados desde el mismo corazón del gobierno andaluz.
La humillación judicial de Chaves y Griñán demuestra también que los dos grandes partidos políticos españoles, PSOE y PP, están podridos y no merecen seguir al frente de España, ni gozar del apoyo de los españoles en las urnas, entre otras razones porque han acumulado demasiados delitos, más que todas las mafias italianas y norteamericanas. En España, sólo ETA supera a esos dos partidos como asociación de maleantes, por el número de delitos cometidos.
Heredé de mis tres años de vida en Italia la amistad de Nicoló, siciliano y experto en política y mafia, dos cosas que él sostiene que son asombrosamente parecidas. Me dice con toda seriedad que cada uno de los dos actuales grandes partidos políticos españoles tienen más sospechosos, perseguidos y encausados por la Justicia que toda la Mafia, la Camorra y la Ndrangheta juntas. También afirma, creo que con conocimiento de causa porque se dedica a investigar esas cosas, que el PP y el PSOE han superado en cientos de kilómetros los niveles de corrupción que alcanzaron los viejos partidos políticos italianos, ya precintados y desaparecidos tras las redadas judiciales de los años ochenta del pasado siglo, especialmente la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Partido Socialista Italiano.
Como ciudadano andaluz me siento feliz ante las duras condenas pedidas por la Fiscalía Anticorrupción para los ex presidentes Chaves y Griñan, un indicio que me enaltece como demócrata y me hace recuperar, aunque sea un gramo, la esperanza en la Justicia ante tanto abuso, desolación y sucia impunidad de la clase dirigente española. Al conocer esta petición contra los dos artífices de la gran corrupción andaluza, crece mi esperanza en que algún día los jueces sientan la llamada de la decencia, se rebelen contra el dominio del poder político y apliquen las leyes con rigor y justicia a los muchos rufianes, ladrones y corruptos de todo tipo que se han apoderado del Estado en esta España, a la que conducen hacia el desastre.
Un día le dije a un alto cargo de la Junta de Andalucía que Griñán terminaría en la cárcel y el por poco me manda fusilar. Seguro que se acordara hoy de aquella conversación, mantenida cuando comíamos juntos en un restaurante de la orilla del Guadalquivir, frente a la Torre del Oro. Quizás hoy sienta vergüenza de su reacción equivocada, sectaria y fanática.
De Chaves puedo decir que jamás conocí a un mediocre tan profundo en un puesto tan alto. Chaves se creía un prócer majestuoso, una especie de estatus de bronce viviente, pero solo era un pobre hombre que ni siquiera supo controlar a su peligrosa familia. Su mayor mérito fue mantener a Andalucía, durante sus 18 años de presidencia, en la cola de España y de Europa, sometida al denso dominio de la Junta e incomprensiblemente condenada al atraso, la desigualdad, la incultura y el fracaso económico.
La gran enseñanza para los andaluces, al ver a sus dos ex presidentes acosados por la Justicia, debe ser aprender que "el poder corrompe" y que un partido que ha convertido el clientelismo en su única gran gran ideología y que mantiene sus filas compactas gracias al reparto de poder y de privilegios es un partido sin valor, castrado, amortizado y urgentemente necesitado de regeneración.
El problema para los andaluces es que sustituir al degradado PSOE por el PP puede resultar hasta peor porque la derecha andaluza, torpe, inepta, mediocre y anclada en el pasado donde las haya, ni está limpia ni se merece gobernar en una tierra que nunca supo seducir, ni a cuyos habitantes logró nunca aportar esperanza, en cuatro décadas de lamentable oposición.
Francisco Rubiales
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