El "chiringuito" que tiene montado la patronal española CEOE es, si cabe, mas opaco, indecente, corrupto y habituado a la subvención, el despilfarro y el abuso que el denostado de los partidos políticos y sindicatos. La CEOE tiene un presidente, 9 vicepresidentes, 221 miembros en su Junta Directiva, 3.729 empleados y 486 sedes en toda España. Su presupuesto anual es de 587 millones de euros, 400 de los cuales proceden de subvenciones públicas, pagadas con los impuestos de los ciudadanos. No hace mucho indemnizó a uno de sus directivos con 1.9 millones de euros, muy por encima de las exiguas indemnizaciones por despido que recomienda aplicar a sus empresas afiliadas. Su comportamiento a la hora de rendir cuenta del dinero público que recibe es tan opaco o mas que el de los partidos y sindicatos, sin que los ciudadanos lleguen a conocer qué hacen con sus dineros.
La CEOE nos cuesta a los españoles mas dinero que el Congreso, el Senado y varios ministerios juntos, todo una locura incosteable, un despilfarro abrumador, propio de un Estado como el español, que parece haber sido diseñado por piratas y gestionado por dementes de la "Cosa Nostra".
Las organizaciones patronales son por lo menos tan mimadas por los gobiernos como los sindicatos. En sus sedes tienen montados verdaderos emporios empresariales, de los que se aprovechan familias y amigos de los dirigentes de CEOE, que ganan sumas importante prestando servicios a un mercado casi cautivo, integrado por las empresas afiliadas a la organización. Las mismas acusaciones que se formulan contra los sindicatos sobre opacidad en los cursos de formación y financiación a través de esos y de otros programas pueden formularse también a la patronal, que, sin embargo, disfruta de una imagen pública mucho mejor porque son cuidadas por las grandes empresas editoras del país, que a su vez reciben favores de distinto tipo y contratos publicitarios de las organizaciones patronales.
La CEOE acusa a la empresa pública de ser opaca y de carecer de controles suficientes, pero ellos no le van a la zaga y, en la práctica, están todavía menos controladas que las mas opacas empresas e instituciones de las administraciones central y autonómica.
Los sindicatos al menos tienen como misión defender a los obreros y empleados, pero la CEOE solo parece dedicarse a defender los intereses de las grandes empresas, que son las que pueden pagar sus cuotas de afiliados y se sientan en su Junta Directiva. En España han desaparecido casi 700.000 pequeñas y medianas empresas en los últimos años, víctimas de la crisis, de los impuestos abusivos y de los impagos de las administraciones, sin que la CEOE haya alzado la voz, ni emitido una protesta sólida.
Todo indica que la organización patronal está infectada, al igual que los sindicatos, de las mismas enfermedades que afectan a la política española: corrupción, abuso de poder, despilfarro, opacidad, pérdida de valores, adicción a las subvenciones públicas, prioridad de los propios intereses sobre el bien común y un largo etcétera que convierte en urgente una profunda reforma o, mejor, una reanudación de la organización y del sistema de representación del empresariado en España.
La CEOE nos cuesta a los españoles mas dinero que el Congreso, el Senado y varios ministerios juntos, todo una locura incosteable, un despilfarro abrumador, propio de un Estado como el español, que parece haber sido diseñado por piratas y gestionado por dementes de la "Cosa Nostra".
Las organizaciones patronales son por lo menos tan mimadas por los gobiernos como los sindicatos. En sus sedes tienen montados verdaderos emporios empresariales, de los que se aprovechan familias y amigos de los dirigentes de CEOE, que ganan sumas importante prestando servicios a un mercado casi cautivo, integrado por las empresas afiliadas a la organización. Las mismas acusaciones que se formulan contra los sindicatos sobre opacidad en los cursos de formación y financiación a través de esos y de otros programas pueden formularse también a la patronal, que, sin embargo, disfruta de una imagen pública mucho mejor porque son cuidadas por las grandes empresas editoras del país, que a su vez reciben favores de distinto tipo y contratos publicitarios de las organizaciones patronales.
La CEOE acusa a la empresa pública de ser opaca y de carecer de controles suficientes, pero ellos no le van a la zaga y, en la práctica, están todavía menos controladas que las mas opacas empresas e instituciones de las administraciones central y autonómica.
Los sindicatos al menos tienen como misión defender a los obreros y empleados, pero la CEOE solo parece dedicarse a defender los intereses de las grandes empresas, que son las que pueden pagar sus cuotas de afiliados y se sientan en su Junta Directiva. En España han desaparecido casi 700.000 pequeñas y medianas empresas en los últimos años, víctimas de la crisis, de los impuestos abusivos y de los impagos de las administraciones, sin que la CEOE haya alzado la voz, ni emitido una protesta sólida.
Todo indica que la organización patronal está infectada, al igual que los sindicatos, de las mismas enfermedades que afectan a la política española: corrupción, abuso de poder, despilfarro, opacidad, pérdida de valores, adicción a las subvenciones públicas, prioridad de los propios intereses sobre el bien común y un largo etcétera que convierte en urgente una profunda reforma o, mejor, una reanudación de la organización y del sistema de representación del empresariado en España.
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