Los socialistas españoles están de fiesta y se atreven a soñar nuevamente con el poder, cuando temían que el pueblo español, por sus traiciones, fracasos y corrupciones, les castigaran con décadas de ostracismo y marginación. Estaba el PSOE derrotado en las urnas y políticamente desahuciado por sus errores, fracasos y corrupciones, pero ahora recuperan la esperanza, hurgan nerviosos en la herida de la derecha y sueñan de nuevo con que el pueblo español, por venganza ante el fracaso de Rajoy, olvide al nefasto Zapatero, les vote a ellos y, a pesar de sus miserias, traiciones y profunda culpa en el desastre de España, les empujen de nuevo hasta el poder.
En el "cortijo" de Izquierda Unida también se han desatado los sueños y esperan que los españoles, hastiados del bipartidismo PP-PSOE, se olviden del totalitarismo que tienen marcado en el ADN, de sus traiciones, de corrupciones en Andalucía y de sus impresentables coqueteos con el nacionalismo, siempre en busca de poder, y les voten hasta convertirlo en el partido dominante en la izquierda, con capacidad de gobernar.
Pero tanto el PSOE como Izquierda Unida ignoran que la estúpida dinámica de castigar al gobierno votando a la oposición se está terminando en España, un país donde el ciudadano está tan asqueado de los políticos, que ya no sabe distinguir entre chorizos y sinvergüenzas de derecha o de izquierdas.
El pueblo, al que tanto Zapatero como Rajoy condenaron a pagar injustamente la factura de la crisis y a sumergirse en el desempleo y la pobreza, mientras que los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, mentian, instauraban la injusticia, vivían en la abundancia y se negaban a reducir sus privilegios, corrupciones y abusos de poder, ya empieza a tener claro que la solución no es votar a un sinvergüenza para que sustituya a otro, sino limpiar el sistema de antidemócratas, ineptos y corruptos, un "ganado" despreciable que ha logrado infiltrarse en la política española y que lo ha infectado todo, desde los partidos y las grandes instituciones del Estado, hasta los máximos representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sin olvidar los altos cargos del Estado y hasta los ayuntamientos y concejalías en miles de pueblos españoles.
La euforia de la izquierda derrotada e infectada en estos momentos de debilidad de la derecha, cuando el pueblo ha descubierto que Rajoy no sólo no era el antídoto de Zapatero sino que era una vulgar copia de sus miserias, mentiras y traiciones, es políticamente deplorable y su triunfo en las urnas, en un momento de frustración y desencanto, constituiría el certificado de defunción de la democracia en España.
La insistencia de socialistas y comunistas en pedir elecciones anticipadas no es otra cosa que el grito desesperado de los que, derrotados por la ciudadanía por sus fracasos, corrupciones y traiciones, aspiran a alcanzar el poder que no merecen, montados en el caballo de la angustia y la frustración nerviosa de un pueblo que se siente desamparado porque la derecha de Rajoy, en la que creía, ha resultado ser todo un lamentable "bluf".
La actitud de la casta política española, tanto la que gobierna como la que espera el poder agazapada y con actitud cobarde y plañidera, debería ser otra. Los ciudadanos españoles se han ganado el derecho, después de haber padecido tanto abuso e ignominia de los grandes partidos políticos, a que los políticos españoles se hagan el "harakiri" y abran un periodo constituyente para que los españoles podamos disfrutar, por primera vez en nuestra Historia, de una verdadera democracia, sin políticos arrogantes y todopoderosos, sin la sucia impunidad que han exhibido hasta ahora, con castigo garantizado para los miles de saqueadores que han arrasado el sistema financiero y las arcas públicas, con normas y reglas verdaderamente democráticas que garanticen la independencia de la Justicia, la igualdad ante la ley, el castigo de los corruptos, la existencia de una sociedad civil libre e independiente, que sirva de contrapeso al poder y un sistema de controles y contrapesos que impida a los gobernantes hacer lo que ellos han hecho hasta ahora: aplastar al publo con idecencia, opresión y espíritu de ladrones.
En el "cortijo" de Izquierda Unida también se han desatado los sueños y esperan que los españoles, hastiados del bipartidismo PP-PSOE, se olviden del totalitarismo que tienen marcado en el ADN, de sus traiciones, de corrupciones en Andalucía y de sus impresentables coqueteos con el nacionalismo, siempre en busca de poder, y les voten hasta convertirlo en el partido dominante en la izquierda, con capacidad de gobernar.
Pero tanto el PSOE como Izquierda Unida ignoran que la estúpida dinámica de castigar al gobierno votando a la oposición se está terminando en España, un país donde el ciudadano está tan asqueado de los políticos, que ya no sabe distinguir entre chorizos y sinvergüenzas de derecha o de izquierdas.
El pueblo, al que tanto Zapatero como Rajoy condenaron a pagar injustamente la factura de la crisis y a sumergirse en el desempleo y la pobreza, mientras que los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, mentian, instauraban la injusticia, vivían en la abundancia y se negaban a reducir sus privilegios, corrupciones y abusos de poder, ya empieza a tener claro que la solución no es votar a un sinvergüenza para que sustituya a otro, sino limpiar el sistema de antidemócratas, ineptos y corruptos, un "ganado" despreciable que ha logrado infiltrarse en la política española y que lo ha infectado todo, desde los partidos y las grandes instituciones del Estado, hasta los máximos representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sin olvidar los altos cargos del Estado y hasta los ayuntamientos y concejalías en miles de pueblos españoles.
La euforia de la izquierda derrotada e infectada en estos momentos de debilidad de la derecha, cuando el pueblo ha descubierto que Rajoy no sólo no era el antídoto de Zapatero sino que era una vulgar copia de sus miserias, mentiras y traiciones, es políticamente deplorable y su triunfo en las urnas, en un momento de frustración y desencanto, constituiría el certificado de defunción de la democracia en España.
La insistencia de socialistas y comunistas en pedir elecciones anticipadas no es otra cosa que el grito desesperado de los que, derrotados por la ciudadanía por sus fracasos, corrupciones y traiciones, aspiran a alcanzar el poder que no merecen, montados en el caballo de la angustia y la frustración nerviosa de un pueblo que se siente desamparado porque la derecha de Rajoy, en la que creía, ha resultado ser todo un lamentable "bluf".
La actitud de la casta política española, tanto la que gobierna como la que espera el poder agazapada y con actitud cobarde y plañidera, debería ser otra. Los ciudadanos españoles se han ganado el derecho, después de haber padecido tanto abuso e ignominia de los grandes partidos políticos, a que los políticos españoles se hagan el "harakiri" y abran un periodo constituyente para que los españoles podamos disfrutar, por primera vez en nuestra Historia, de una verdadera democracia, sin políticos arrogantes y todopoderosos, sin la sucia impunidad que han exhibido hasta ahora, con castigo garantizado para los miles de saqueadores que han arrasado el sistema financiero y las arcas públicas, con normas y reglas verdaderamente democráticas que garanticen la independencia de la Justicia, la igualdad ante la ley, el castigo de los corruptos, la existencia de una sociedad civil libre e independiente, que sirva de contrapeso al poder y un sistema de controles y contrapesos que impida a los gobernantes hacer lo que ellos han hecho hasta ahora: aplastar al publo con idecencia, opresión y espíritu de ladrones.
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