La entrevista de Jesús Hermida al rey Juan Carlos del 4 de enero fue una vergüenza para el periodismo español, ya desprestigiado y tan sometido que causa risa en medio mundo, porque fue un homenaje laudatorio y propagandístico, nada periodístico, destinado a dar lustre al monarca, cuya imagen y prestigio han caído en barrena.
Ninguno de los grandes temas que preocupan a España ni de las grandes incógnitas que rodean a Juan Carlos, todos de interés periodístico y dignas de que los ciudadanos las conozcan, fueron abordados abiertamente en la entrevista lamiosa: la corrupción política, la inmoralidad de los bancos, la pobreza que avanza galopante, la inmensa riqueza del rey, Urdangarín, sus relaciones con Corina, la unidad de la Familia Real, la opinión del monarca sobre el deterioro de la democracia en España, la injusticia, los desahucios, el separatismo, su abdicación, etc.. Tiene razón el senador vasco Iñaki Anasagasti, cuando afirma que el rey "sigue protegido por la censura". Es una pena que un profesional como Hermida se prestara a tamaño montaje.
El Estado ha sacado su artillería pesada para salvar al monarca, que atraviesa horas complicadas. Los españoles fueron tratados, una vez más, como estúpidos anestesiados o como indignos de conocer la verdad. Ese tratamiento, indecente en una democracia de ciudadanos libres, es la mejor prueba de que España está gobernada por sátrapas con vocación de tiranos, sin apego alguno a la democracia, ni a sus reglas. Todo se limitó a una especie de homenaje laudatorio al monarca, que ve con preocupación como tiene que traspasar la Corona a su hijo en medio de un deterioro notable de la institución monárquica.
El estado de corrupción y de deterioro de la política en España es de tal envergadura que ni siquiera existe un respeto mínimo por la verdad, ni resquicios de debate público, sino simple y dura propaganda para dirigir al rebaño. En España ya no existe pugna entre democracia y libertad, ni entre verdad y mentira, sino entre una tiranía camuflada y otra descarada y entre la mentira de la derecha frente a la mentira de la izquierda.
La única baza favorable al rey es que la casta política española está tan desprestigiada que el país entero tiembla ante la posibilidad de que retorne la República y uno de nuestros impresentables y escasamente democráticos políticos asuma la Jefatura del Estado.
¡Que Dios salve al Rey, a pesar de toda su lamentable mediocridad, ante el horror potencial de que un político le suceda!
Ninguno de los grandes temas que preocupan a España ni de las grandes incógnitas que rodean a Juan Carlos, todos de interés periodístico y dignas de que los ciudadanos las conozcan, fueron abordados abiertamente en la entrevista lamiosa: la corrupción política, la inmoralidad de los bancos, la pobreza que avanza galopante, la inmensa riqueza del rey, Urdangarín, sus relaciones con Corina, la unidad de la Familia Real, la opinión del monarca sobre el deterioro de la democracia en España, la injusticia, los desahucios, el separatismo, su abdicación, etc.. Tiene razón el senador vasco Iñaki Anasagasti, cuando afirma que el rey "sigue protegido por la censura". Es una pena que un profesional como Hermida se prestara a tamaño montaje.
El Estado ha sacado su artillería pesada para salvar al monarca, que atraviesa horas complicadas. Los españoles fueron tratados, una vez más, como estúpidos anestesiados o como indignos de conocer la verdad. Ese tratamiento, indecente en una democracia de ciudadanos libres, es la mejor prueba de que España está gobernada por sátrapas con vocación de tiranos, sin apego alguno a la democracia, ni a sus reglas. Todo se limitó a una especie de homenaje laudatorio al monarca, que ve con preocupación como tiene que traspasar la Corona a su hijo en medio de un deterioro notable de la institución monárquica.
El estado de corrupción y de deterioro de la política en España es de tal envergadura que ni siquiera existe un respeto mínimo por la verdad, ni resquicios de debate público, sino simple y dura propaganda para dirigir al rebaño. En España ya no existe pugna entre democracia y libertad, ni entre verdad y mentira, sino entre una tiranía camuflada y otra descarada y entre la mentira de la derecha frente a la mentira de la izquierda.
La única baza favorable al rey es que la casta política española está tan desprestigiada que el país entero tiembla ante la posibilidad de que retorne la República y uno de nuestros impresentables y escasamente democráticos políticos asuma la Jefatura del Estado.
¡Que Dios salve al Rey, a pesar de toda su lamentable mediocridad, ante el horror potencial de que un político le suceda!
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