Aunque estuvieron ausentes, Javier Arenas y el Partido Popular fueron los protagonistas indiscutibles del debate en Canal Sur mantenido por el PSOE e IU en la noche del lunes 12 de marzo, cuando faltan dos semanas para las elecciones andaluzas. Son aliados reales, unidos por el odio a la derecha, y formarán un gobierno de perdedores si el PP no logra la mayoría absoluta en las próximas elecciones, pero Griñán (PSOE) y Valderas (IU) se despedazaron y no eludieron el cuerpo a cuerpo en un debate marcado por el hedor a corrupción y a decadencia.
Arenas no acudió porque afirma, con el respaldo de muchos andaluces y de aquellos órganos que, como la Junta Electoral, vigilan la independencia de los medios y la limpieza en los procesos electorales, que Canal Sur no es neutral ni independiente ni fiable, sino un medio sometido al socialismo gobernante y una herramienta del clientelismo, el adoctrinamiento y el dominio. Sin embargo, la ausencia de Arenas fue el rasgo protagonista de la noche, desvirtuando así un debate que reflejaba la tristeza de dos perdedores decadentes, el tiranosaurio herido, viejo y desgastado del PSOE frente al diplodocus de Izquierda Unida, condenado por la Historia a extinguirse.
No acudir a debatir en territorio trucado con un Griñán que ni siquiera ha pedido perdón a los andaluces por los abusos de poder, las corrupciones y los robos perpetrados por socialistas de la Junta en Andalucía no es un fallo sino un acierto y es más que probable que así lo interpreten los andaluces, que desean ya acabar con el eterno y agobiante "régimen" socialista.
Aunque los periodistas del canal autonómico andaluz protesten y hagan alarde de su independencia, está más que demostrado que Canal Sur es un instrumento al servicio del PSOE y que durante años ha contribuido a reforzar el poder socialista, sin tener en cuenta el deber de los medios en democracia de ser independientes, de proporcionar información veraz a los ciudadanos y de fiscalizar al poder político mediante la vigilancia y la crítica.
Aunque su gesto de rebeldía ante Canal Sur le beneficie, Arenas tiene la obligación ahora de ser más claro y explícito en sus explicaciones, ideas y propuestas ante la sociedad andaluza y debe eludir la tentación de esconder su programa y sus proyectos, convencido como está de que la podredumbre y aparatosa decadencia del socialismo andaluz serán suficientes argumentos para auparle hasta la presidencia de la Junta.
La ausencia de Arenas ha puesto de manifiesto y en primer plano que los canales autonómicos en toda España, tanto en regiones gobernadas por la derecha como por la izquierda y el nacionalismo, son costosos juguetes al servicio de la propaganda, que no sirven para otra cosa que para reforzar la manipulación y el poder de los presidentes autonómicos y los partidos en el poder.
Arenas no acudió porque afirma, con el respaldo de muchos andaluces y de aquellos órganos que, como la Junta Electoral, vigilan la independencia de los medios y la limpieza en los procesos electorales, que Canal Sur no es neutral ni independiente ni fiable, sino un medio sometido al socialismo gobernante y una herramienta del clientelismo, el adoctrinamiento y el dominio. Sin embargo, la ausencia de Arenas fue el rasgo protagonista de la noche, desvirtuando así un debate que reflejaba la tristeza de dos perdedores decadentes, el tiranosaurio herido, viejo y desgastado del PSOE frente al diplodocus de Izquierda Unida, condenado por la Historia a extinguirse.
No acudir a debatir en territorio trucado con un Griñán que ni siquiera ha pedido perdón a los andaluces por los abusos de poder, las corrupciones y los robos perpetrados por socialistas de la Junta en Andalucía no es un fallo sino un acierto y es más que probable que así lo interpreten los andaluces, que desean ya acabar con el eterno y agobiante "régimen" socialista.
Aunque los periodistas del canal autonómico andaluz protesten y hagan alarde de su independencia, está más que demostrado que Canal Sur es un instrumento al servicio del PSOE y que durante años ha contribuido a reforzar el poder socialista, sin tener en cuenta el deber de los medios en democracia de ser independientes, de proporcionar información veraz a los ciudadanos y de fiscalizar al poder político mediante la vigilancia y la crítica.
Aunque su gesto de rebeldía ante Canal Sur le beneficie, Arenas tiene la obligación ahora de ser más claro y explícito en sus explicaciones, ideas y propuestas ante la sociedad andaluza y debe eludir la tentación de esconder su programa y sus proyectos, convencido como está de que la podredumbre y aparatosa decadencia del socialismo andaluz serán suficientes argumentos para auparle hasta la presidencia de la Junta.
La ausencia de Arenas ha puesto de manifiesto y en primer plano que los canales autonómicos en toda España, tanto en regiones gobernadas por la derecha como por la izquierda y el nacionalismo, son costosos juguetes al servicio de la propaganda, que no sirven para otra cosa que para reforzar la manipulación y el poder de los presidentes autonómicos y los partidos en el poder.
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