Algunos pensadores livianos y cortos estrategas socialistas están eufóricos porque el PP, pésimamente conducido por Rajoy, se hunde y comienza a desintegrarse. Los muy ilusos ignoran que la crisis del PP también les arrastrará a ellos y acabará con el actual bipartidismo desprestigiado, el que tan mal ha gestionado el poder en la España del presente.
Ocurrirá como cuando cayó el Muro de Berlín, que los estrategas de Occidente se las prometían felices ante la derrota del comunismo, ignorando que la fuerza del sistema occidental se sostenía en la bipolaridad y en una guerra fría que estimulaba la competencia, fortalecía a los dos bandos y que, al desaparecer, destruyó los cimientos del sistema y abrió las puertas a la crisis actual de la democracia y del sistema capitalista, la peor en más de un siglo.
Al PP le llueven los problemas de todos los lados. Tras el escándalo del espionaje en Madrid, ahora se destapa una presunta trama de corrupción en Boadilla del Monte, sin haberse cerrado todavía el escándalo del número uno de las listas populares en Orense. Con la Fiscalía y algunos jueces sumisos al poder destapando miserias y corrupciones en el PP, lo más probable es que sus votantes se convenzan de que los suyos no son mejores que los adversarios y que los populares cosechen una derrota sonada en las próximas elecciones vascas y gallegas, lo que, lógicamente, debería poner fin al nefasto liderazgo de Rajoy.
Pero el verdadero problema de la derecha quizás comience entonces, ya que no se vislumbra en el PP líder alguno con capacidad de cohesionar las filas e imponer disciplina, lo que podría desencadenar un proceso de desintegración similar al que acabó en pocos años con la UCD de Adolfo Suárez.
El PSOE, un partido igualmente marcado por la ineptitud y la corrupción, aunque más cohesionado y disciplinado, es el principal protagonista del mal gobierno que está arrasando España y no sabe que la muerte de su enemigo traerá consigo la propia desgracia, ya que el poder del PSOE, un partido que ha sustituido ideología y principios por una gestión clientelar basada en el reparto de privilegios y recursos entre sus huestes y aliados, se fundamenta en la dualidad Izquierda-Derecha y en una partitocracia de diseño bipartidista que se vendrá abajo cuando se quiebre una de las dos columnas que sostienen el templo de la falsa democracia española.
Asi que, como no son tontos, pronto veremos con sorpresa cómo el PSOE apuntala e inyecta recursos y oxígeno a la derecha española en descomposición. Será un espectáculo grotesco que pondrá de relieve toda la falacia que inunda el sistema político español, urgentemente necesitado de reformas democráticas y de transfusiones masivas de ética y valores.
La pobre España, ya puesta de rodillas por la peor crisis económica de su historia moderna y avanzando veloz hacia los seis millones de parados, la pobreza y, posiblemente, también hacia convulsiones sociales de inquietante alcance, tiene que afrontar, simultáneamente, una catarata suplementaria de crisis y dramas tan dañinos como la crisis política, el derrumbe de los valores, el mal gobierno y el desprestigio de sus instituciones, líderes y hasta de una democracia que ha sido adulterada y degradada por los partidos y los políticos profresionales.
Si a ese rio de dramas se agrega el monstruoso tamaño de su Estado, uno de los más costosos e ineficientes del mundo desarrollado y con una dimensión tres veces superor al que los expertos consideran apropiado, plagado de presidentes, ministros, consejeros, senadores, diputados, gobiernos regionales, provinciales y locales, toda una plaga de alcaldes, concejales, asesores, enchufados, beneficiados y parásitos de todo pelaje, todos ellos cobrando del erario público y sin producir riqueza alguna, la desgraciada España se dirige ya hacia el precipicio.
La única esperanza para esa parte honrada y demócrata de España que contempla con dolor y tristeza el colapso del país y el sucio espectáculo del bipartidismo ineficaz y antidemocrático que gobierna España reside en el crecimiento de nuevos partidos y movimientos auténticamente democráticos y ciudadanos, como UPyD y Ciudadanos, que sean el embrión de un futuro decente para los españoles.
Ocurrirá como cuando cayó el Muro de Berlín, que los estrategas de Occidente se las prometían felices ante la derrota del comunismo, ignorando que la fuerza del sistema occidental se sostenía en la bipolaridad y en una guerra fría que estimulaba la competencia, fortalecía a los dos bandos y que, al desaparecer, destruyó los cimientos del sistema y abrió las puertas a la crisis actual de la democracia y del sistema capitalista, la peor en más de un siglo.
Al PP le llueven los problemas de todos los lados. Tras el escándalo del espionaje en Madrid, ahora se destapa una presunta trama de corrupción en Boadilla del Monte, sin haberse cerrado todavía el escándalo del número uno de las listas populares en Orense. Con la Fiscalía y algunos jueces sumisos al poder destapando miserias y corrupciones en el PP, lo más probable es que sus votantes se convenzan de que los suyos no son mejores que los adversarios y que los populares cosechen una derrota sonada en las próximas elecciones vascas y gallegas, lo que, lógicamente, debería poner fin al nefasto liderazgo de Rajoy.
Pero el verdadero problema de la derecha quizás comience entonces, ya que no se vislumbra en el PP líder alguno con capacidad de cohesionar las filas e imponer disciplina, lo que podría desencadenar un proceso de desintegración similar al que acabó en pocos años con la UCD de Adolfo Suárez.
El PSOE, un partido igualmente marcado por la ineptitud y la corrupción, aunque más cohesionado y disciplinado, es el principal protagonista del mal gobierno que está arrasando España y no sabe que la muerte de su enemigo traerá consigo la propia desgracia, ya que el poder del PSOE, un partido que ha sustituido ideología y principios por una gestión clientelar basada en el reparto de privilegios y recursos entre sus huestes y aliados, se fundamenta en la dualidad Izquierda-Derecha y en una partitocracia de diseño bipartidista que se vendrá abajo cuando se quiebre una de las dos columnas que sostienen el templo de la falsa democracia española.
Asi que, como no son tontos, pronto veremos con sorpresa cómo el PSOE apuntala e inyecta recursos y oxígeno a la derecha española en descomposición. Será un espectáculo grotesco que pondrá de relieve toda la falacia que inunda el sistema político español, urgentemente necesitado de reformas democráticas y de transfusiones masivas de ética y valores.
La pobre España, ya puesta de rodillas por la peor crisis económica de su historia moderna y avanzando veloz hacia los seis millones de parados, la pobreza y, posiblemente, también hacia convulsiones sociales de inquietante alcance, tiene que afrontar, simultáneamente, una catarata suplementaria de crisis y dramas tan dañinos como la crisis política, el derrumbe de los valores, el mal gobierno y el desprestigio de sus instituciones, líderes y hasta de una democracia que ha sido adulterada y degradada por los partidos y los políticos profresionales.
Si a ese rio de dramas se agrega el monstruoso tamaño de su Estado, uno de los más costosos e ineficientes del mundo desarrollado y con una dimensión tres veces superor al que los expertos consideran apropiado, plagado de presidentes, ministros, consejeros, senadores, diputados, gobiernos regionales, provinciales y locales, toda una plaga de alcaldes, concejales, asesores, enchufados, beneficiados y parásitos de todo pelaje, todos ellos cobrando del erario público y sin producir riqueza alguna, la desgraciada España se dirige ya hacia el precipicio.
La única esperanza para esa parte honrada y demócrata de España que contempla con dolor y tristeza el colapso del país y el sucio espectáculo del bipartidismo ineficaz y antidemocrático que gobierna España reside en el crecimiento de nuevos partidos y movimientos auténticamente democráticos y ciudadanos, como UPyD y Ciudadanos, que sean el embrión de un futuro decente para los españoles.
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