Tras hacer el ridículo ante el mundo por su entreguismo al poder americano y por mendigar sin dignidad la amistad de Washington, en tiempos de Bush y de Obama, la España de Zapatero lame ahora las botas del gigante chino, un país que ya es la segunda economía mundial pero que está gobernado por una tiranía que no respeta los derechos humanos y que desprecia la democracia.
Pero esos "detalles" resultan insignificantes para el socialismo de Zapatero y para las grandes empresas españolas, obsesionados únicamente por encontrar compradores que se atrevan a adquirir la devaluada deuda pública española y en ganar dinero.
A quien los poderosos de España están lamiendo ahora las botas es al viceprimer ministro chino, Li Keqiang, que visita España al frente de una delegación china que se reunió ayer con la vicepresidenta económica, Elena Salgado, para reforzar los vínculos económicos entre ambos países. Sobre la mesa, se trató el compromiso de China de adquirir deuda pública española y la firma de 14 convenios, 10 de ellos con empresas privadas, que se producirá hoy en Moncloa.
La "amistad" con China, después de las realaciones especiales que Zapatero mantiene con tiranías como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Marruecos y otras muchas del mundo islámico, pone en evidencia que las "preferencias" del socialismo español no son las democracias sino los regímenes totalitarios.
El caso chino quizás esté justificado porque Zapatero ha dejado a España tan arruinada que ahora necesita arrodillarse ante cualquier nuevo rico que le eche una mano, pero las demás relaciones preferenciales con sátrapas y tiranos solo reflejan el color y la naturaleza verdadera del alma de Zapatero y su equipo socialista, cuyos errores y desmanes al frente del gobierno han destruido tanto la economía española que ya les resulta imposible exhibir ante el mundo atisbo alguno de orgullo o dignidad.
La España arrasada por Zapatero tiene hoy que arrodillarse ante cualquier país que le compre deuda o que le permita hacer negocios. Es la consecuencia del mal gobierno y la factura que todos tenemos que pagar por haber elegido en las urnas a un inepto de proporciones universales.
Los expertos creen que la factura que España tendrá que pagar a los arrogantes chinos por la venta de los devaluados bonos públicos del Reino de España y por la realización de algunos negocios será leonina y humillante, capaz, además, de hipotecar nuestro futuro.
Los chinos que emigren a España tendrán todavía más facilidades y disfrutarán de privilegios frente a los comerciantes españoles, muchos de los cuales se están arruinando por la desigual competencia de comercios chinos, que eluden impuestos, evitan pagos a la seguridad social y ante los que el fisco y la policía miran vergonzosamente hacia otra parte. Otra factura importante es que los chinos exigen la compra de partes suculentas de los mejores negocios de España en el mundo, como acaba de ocurrir con la petrolera china Sinopec, que quince días atrás adquirió el 40% de la filial de Repsol en el próspero Brasil.
Los expertos creen que la balanza comercial entre ambos países se mantiene y se mantendrá en el futuro claramente favorable al gigante asiático. Entre enero y octubre, las importaciones chinas alcanzaron los 15.670 millones de euros, mientras que las exportaciones españolas apenas superaron los 2.000 millones de euros. China ya es el cuarto Estado que vende más productos en España, mientras que el país comunista representa el decimocuarto destino de los productos españoles.
Habrá, seguramente, más pagos a China por sus favores, pero los dos gobiernos, opacos y ajenos a la transparencia democrática, los mantienen cuidadosamente ocultos para que los ciudadanos de uno y otros país los ignoren y no se desesperen más ante la tragedia del mal gobierno que padecen.
Pero esos "detalles" resultan insignificantes para el socialismo de Zapatero y para las grandes empresas españolas, obsesionados únicamente por encontrar compradores que se atrevan a adquirir la devaluada deuda pública española y en ganar dinero.
A quien los poderosos de España están lamiendo ahora las botas es al viceprimer ministro chino, Li Keqiang, que visita España al frente de una delegación china que se reunió ayer con la vicepresidenta económica, Elena Salgado, para reforzar los vínculos económicos entre ambos países. Sobre la mesa, se trató el compromiso de China de adquirir deuda pública española y la firma de 14 convenios, 10 de ellos con empresas privadas, que se producirá hoy en Moncloa.
La "amistad" con China, después de las realaciones especiales que Zapatero mantiene con tiranías como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Marruecos y otras muchas del mundo islámico, pone en evidencia que las "preferencias" del socialismo español no son las democracias sino los regímenes totalitarios.
El caso chino quizás esté justificado porque Zapatero ha dejado a España tan arruinada que ahora necesita arrodillarse ante cualquier nuevo rico que le eche una mano, pero las demás relaciones preferenciales con sátrapas y tiranos solo reflejan el color y la naturaleza verdadera del alma de Zapatero y su equipo socialista, cuyos errores y desmanes al frente del gobierno han destruido tanto la economía española que ya les resulta imposible exhibir ante el mundo atisbo alguno de orgullo o dignidad.
La España arrasada por Zapatero tiene hoy que arrodillarse ante cualquier país que le compre deuda o que le permita hacer negocios. Es la consecuencia del mal gobierno y la factura que todos tenemos que pagar por haber elegido en las urnas a un inepto de proporciones universales.
Los expertos creen que la factura que España tendrá que pagar a los arrogantes chinos por la venta de los devaluados bonos públicos del Reino de España y por la realización de algunos negocios será leonina y humillante, capaz, además, de hipotecar nuestro futuro.
Los chinos que emigren a España tendrán todavía más facilidades y disfrutarán de privilegios frente a los comerciantes españoles, muchos de los cuales se están arruinando por la desigual competencia de comercios chinos, que eluden impuestos, evitan pagos a la seguridad social y ante los que el fisco y la policía miran vergonzosamente hacia otra parte. Otra factura importante es que los chinos exigen la compra de partes suculentas de los mejores negocios de España en el mundo, como acaba de ocurrir con la petrolera china Sinopec, que quince días atrás adquirió el 40% de la filial de Repsol en el próspero Brasil.
Los expertos creen que la balanza comercial entre ambos países se mantiene y se mantendrá en el futuro claramente favorable al gigante asiático. Entre enero y octubre, las importaciones chinas alcanzaron los 15.670 millones de euros, mientras que las exportaciones españolas apenas superaron los 2.000 millones de euros. China ya es el cuarto Estado que vende más productos en España, mientras que el país comunista representa el decimocuarto destino de los productos españoles.
Habrá, seguramente, más pagos a China por sus favores, pero los dos gobiernos, opacos y ajenos a la transparencia democrática, los mantienen cuidadosamente ocultos para que los ciudadanos de uno y otros país los ignoren y no se desesperen más ante la tragedia del mal gobierno que padecen.
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