¿Llega ya la necesaria recuperación o es un espejismo de estos fríos desiertos del poder y de la teoría económica del Gobierno? Hay quien ve indicios.
Manuel Valls primer ministro socialista de Francia, es un heterodoxo, que sabe conducirse por sí mismo, sin necesidad de dejarse llevar por el prurito de la supremacía moral de la izquierda. Es curioso, da la impresión de parecerse una enormidad en su acción de gobierno a M. Rajoy; su plan anticrisis semeja ser un calco del de Mariano: "Francia, ha dicho, no puede vivir por encima de sus posibilidades ni gastar lo que no tiene". Luego, sopesando las dificultades reales de su país para atajar el déficit público, ha recurrido a medidas de ahorro y a recortes que consistirán en la congelación del sueldo de los funcionarios y, así mismo, la de las pensiones hasta finales del 2015, a lo que añadirá una firme reducción en los asuntos sociales y en sanidad. Ha desechado los criterios estrictamente ideológicos, para no dañar seriamente el porvenir económico de Francia. Rajoy no llegó a afinar tanto las cuchillas del recorte.
Es justamente en lo que está insistiendo hace un tiempo M. Rajoy; cree que la recuperación de nuestra economía se está recuperando y se empezará a notar en cuestión de meses. Sin embargo, parece que no, que no hay tal; algunos no lo ven así; hasta el Banco de España, siempre incondicional con el Gobierno, habla de un crecimiento raquítico, un paro débil, rayano en el 25% y más endeudamiento público en estos dos años venideros. Lo que quiere decir que la gente seguirá su camino sufriente y soportando su penuria y los recortes; aunque los políticos instalados no se han bajado ni un ápice, al revés, se han subido un 27%, (véase el Boletín Oficial). La situación no mejora, la gente parece que seguirá con sus protestas en la calle, las manifestaciones levantan la voz airada, entre la que se alza camuflada, la de unos centenares de energúmenos sanguinarios, zumbados y descerebrados que intentan el derribo del Estado de Derecho, como ha dicho el director general de la Policía, la cual ha de tener expeditos los caminos y las órdenes para atajar las ridículas directrices de unos tarados antisistema y antilegalidad y reprimir y detener a los reventadores. Los mandos policiales han de facilitar los medios para proteger a sus agentes y detener a los insurrectos atacantes y destructores.
Se dice en ciertas estancias, que PP y PSOE tienen acordado un plan urgente de regeneración de las instituciones desde el Parlamento a la Corona y otros estamentos necesitados de restauración y cuidado; gobernar obviando el malestar de la gente, es sin duda un disparate, como lo es también dilapidar la mayoría absoluta que tienen como ingenuamente están haciendo y que ya no volverán a tener; en esta hora, lo más juicioso es apuntalar la democracia. Rajoy ha de saber y lo sabe, que debe gobernar para la inmensa mayoría del pueblo español; ambos partidos mayoritarios habrán de cerrar pactos y buscar consenso, como pidió la gente al paso del féretro de Suárez. Deben de alzar la vista y examinar qué tasa de culpa tienen ellos en haber dilapidado su propio crédito político; una obligación ineludible conlleva echar a la calle a todos los condenados por corrupción, obligar a devolver lo sustraído y apartar del "cursus honorum" a los imputados. Sin esas tres medidas, la desconfianza seguirá aumentando. Rajoy debe reflexionar y como Suárez, aprestarse a levantar la ilusión colectiva; harto de mangoneo, el pueblo sufrido y sufriente de tanta crisis lo exige a gritos y con toda convicción y razón.
C. Mudarra
Manuel Valls primer ministro socialista de Francia, es un heterodoxo, que sabe conducirse por sí mismo, sin necesidad de dejarse llevar por el prurito de la supremacía moral de la izquierda. Es curioso, da la impresión de parecerse una enormidad en su acción de gobierno a M. Rajoy; su plan anticrisis semeja ser un calco del de Mariano: "Francia, ha dicho, no puede vivir por encima de sus posibilidades ni gastar lo que no tiene". Luego, sopesando las dificultades reales de su país para atajar el déficit público, ha recurrido a medidas de ahorro y a recortes que consistirán en la congelación del sueldo de los funcionarios y, así mismo, la de las pensiones hasta finales del 2015, a lo que añadirá una firme reducción en los asuntos sociales y en sanidad. Ha desechado los criterios estrictamente ideológicos, para no dañar seriamente el porvenir económico de Francia. Rajoy no llegó a afinar tanto las cuchillas del recorte.
Es justamente en lo que está insistiendo hace un tiempo M. Rajoy; cree que la recuperación de nuestra economía se está recuperando y se empezará a notar en cuestión de meses. Sin embargo, parece que no, que no hay tal; algunos no lo ven así; hasta el Banco de España, siempre incondicional con el Gobierno, habla de un crecimiento raquítico, un paro débil, rayano en el 25% y más endeudamiento público en estos dos años venideros. Lo que quiere decir que la gente seguirá su camino sufriente y soportando su penuria y los recortes; aunque los políticos instalados no se han bajado ni un ápice, al revés, se han subido un 27%, (véase el Boletín Oficial). La situación no mejora, la gente parece que seguirá con sus protestas en la calle, las manifestaciones levantan la voz airada, entre la que se alza camuflada, la de unos centenares de energúmenos sanguinarios, zumbados y descerebrados que intentan el derribo del Estado de Derecho, como ha dicho el director general de la Policía, la cual ha de tener expeditos los caminos y las órdenes para atajar las ridículas directrices de unos tarados antisistema y antilegalidad y reprimir y detener a los reventadores. Los mandos policiales han de facilitar los medios para proteger a sus agentes y detener a los insurrectos atacantes y destructores.
Se dice en ciertas estancias, que PP y PSOE tienen acordado un plan urgente de regeneración de las instituciones desde el Parlamento a la Corona y otros estamentos necesitados de restauración y cuidado; gobernar obviando el malestar de la gente, es sin duda un disparate, como lo es también dilapidar la mayoría absoluta que tienen como ingenuamente están haciendo y que ya no volverán a tener; en esta hora, lo más juicioso es apuntalar la democracia. Rajoy ha de saber y lo sabe, que debe gobernar para la inmensa mayoría del pueblo español; ambos partidos mayoritarios habrán de cerrar pactos y buscar consenso, como pidió la gente al paso del féretro de Suárez. Deben de alzar la vista y examinar qué tasa de culpa tienen ellos en haber dilapidado su propio crédito político; una obligación ineludible conlleva echar a la calle a todos los condenados por corrupción, obligar a devolver lo sustraído y apartar del "cursus honorum" a los imputados. Sin esas tres medidas, la desconfianza seguirá aumentando. Rajoy debe reflexionar y como Suárez, aprestarse a levantar la ilusión colectiva; harto de mangoneo, el pueblo sufrido y sufriente de tanta crisis lo exige a gritos y con toda convicción y razón.
C. Mudarra
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