Quizás la propia Justicia tenga que tomar perspectiva y reflexionar sobre si el papel que le corresponde en un Estado democrático y de derecho lo está realizando tal y como los ciudadanos esperamos. Sinceramente, yo pienso que no. Y para ello no tengo más que reflexionar y hacer un poco de historia en como ha degenerado este llamado Estado de derecho hacia una régimen de corrupción institucionalizado sin que la Justicia se haya interpuesto para desactivarlo.
Las cárceles españolas siguen llenas de delincuentes habituales por delitos habituales como el trafico de drogas como figura estelar, no así, la corrupción en todas sus vertientes y tipificaciones como la malversación, la prevaricación, el cohecho, la apropiación indebida, la falsificación documental etc...que no guarda la más mínima proporción con la cantidad de casos que vemos todos los dias en la prensa. Cuando se trata de la delincuencia política, la mayor sin duda que existe en nuestro país y la que lo ha llevado a la quiebra institucional, el desprestigio de la clase política entre los ciudadanos y el mayor saqueo a las arcas públicas de toda la historia de España, la justicia se muestra temerosa como si se tratara de un brazo más del sistema y no de un poder independiente.
Resulta ya frencuente y hasta nos hemos acostumbrados que sean las primeras paginas de los periodicos o las cabeceras de los informativos las que nos descubran nuevos casos de corrupción a diario sin que la investigación policial o judicial lleven la delantera. Todo los cimientos del Estado de derecho se vienen abajo cuando los ciudadanos ven como los partidos políticos destipifican delitos de corrupción del Codigo Penal, modifican el Codigo Civil para eludir responsabilidades a políticos y sindicalistas, cercenan la actuación de los interventores en las instituciones y desativan a los Tribunales de Cuentas que quedan como un adorno floral en este sistema institucional donde todo parece un decorado pero que como todo decorado cuando lo tocas es de carton piedra y no hay nada más que la fachada.
La gravedad del asunto es que, en ese afán por mantenerse en el poder se dividen a todos los sectores de la sociedad y de las instituciones y en esto la Justicia no se libra, pues además de tener que ver como los jueces pasan de la política a la justicia y viceversa como el que cambia de equipo de futbol, no hace más que desprestigiar al organo en el que los ciudadanos guardamos la última esperanza de que sea el que depure y regenere este estercolero político que se atreve hasta con las victimas del mayor atentado de la historia de España sacando rédito político de los muertos.
La justicia tiene que asumir lo que ya es imposible que asuma una clase política desprestigiada por la corrupción y enfrascada en una lucha de poder que no lleva a ninguna reflexión y que sólo agravará la decadente situación de crisis que vive el pueblo español. Si la justicia no devuelve la confianza a los ciudadanos haciendo que los políticos paguen lo que quieren hacer pagar a los ciudadanos, si permite que los que han quebrado las instituciones políticas y financieras sigan haciendo pagar a los ciudadanos el producto de su delictiva gestión, si consiente que los ciudadanos acaben como esclavos por los desmanes de los políticos irresponsables y corruptos, la Justicia habrá perdido el tren de la historia y la oportunidad de hacer la mayor revolución de los últimos tiempos, la de la justicia con mayúsculas.
Carlos RH
Las cárceles españolas siguen llenas de delincuentes habituales por delitos habituales como el trafico de drogas como figura estelar, no así, la corrupción en todas sus vertientes y tipificaciones como la malversación, la prevaricación, el cohecho, la apropiación indebida, la falsificación documental etc...que no guarda la más mínima proporción con la cantidad de casos que vemos todos los dias en la prensa. Cuando se trata de la delincuencia política, la mayor sin duda que existe en nuestro país y la que lo ha llevado a la quiebra institucional, el desprestigio de la clase política entre los ciudadanos y el mayor saqueo a las arcas públicas de toda la historia de España, la justicia se muestra temerosa como si se tratara de un brazo más del sistema y no de un poder independiente.
Resulta ya frencuente y hasta nos hemos acostumbrados que sean las primeras paginas de los periodicos o las cabeceras de los informativos las que nos descubran nuevos casos de corrupción a diario sin que la investigación policial o judicial lleven la delantera. Todo los cimientos del Estado de derecho se vienen abajo cuando los ciudadanos ven como los partidos políticos destipifican delitos de corrupción del Codigo Penal, modifican el Codigo Civil para eludir responsabilidades a políticos y sindicalistas, cercenan la actuación de los interventores en las instituciones y desativan a los Tribunales de Cuentas que quedan como un adorno floral en este sistema institucional donde todo parece un decorado pero que como todo decorado cuando lo tocas es de carton piedra y no hay nada más que la fachada.
La gravedad del asunto es que, en ese afán por mantenerse en el poder se dividen a todos los sectores de la sociedad y de las instituciones y en esto la Justicia no se libra, pues además de tener que ver como los jueces pasan de la política a la justicia y viceversa como el que cambia de equipo de futbol, no hace más que desprestigiar al organo en el que los ciudadanos guardamos la última esperanza de que sea el que depure y regenere este estercolero político que se atreve hasta con las victimas del mayor atentado de la historia de España sacando rédito político de los muertos.
La justicia tiene que asumir lo que ya es imposible que asuma una clase política desprestigiada por la corrupción y enfrascada en una lucha de poder que no lleva a ninguna reflexión y que sólo agravará la decadente situación de crisis que vive el pueblo español. Si la justicia no devuelve la confianza a los ciudadanos haciendo que los políticos paguen lo que quieren hacer pagar a los ciudadanos, si permite que los que han quebrado las instituciones políticas y financieras sigan haciendo pagar a los ciudadanos el producto de su delictiva gestión, si consiente que los ciudadanos acaben como esclavos por los desmanes de los políticos irresponsables y corruptos, la Justicia habrá perdido el tren de la historia y la oportunidad de hacer la mayor revolución de los últimos tiempos, la de la justicia con mayúsculas.
Carlos RH
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