Vivimos tiempos de cambio; han cambiado las convicciones y las esperanzas, las motivaciones y las preferencias, los paradigmas y las concepciones del hombre y de la colectividad. Han pasado factura a los partidos tradicionales, además de la corrupción y las formas un poco arrogantes de hacer política; la sociedad española no ha aceptado tanto la corrupción como la falta de competencia e idoneidad de muchos de los políticos; no puede admitir que políticos que, llevan varios años en la política, haciendo uso indebido de las instituciones públicas, hayan abusado del poder en beneficio propio y eso sin humildad, con despotismo y arrogancia. Aferrarse al poder a cualquier costa es un síntoma evidente de incompetencia profesional, de ahí el fracaso y la sorpresa que, perdiendo millones de votos en un solo acto electoral, han encontrado los dos grandes partidos españoles.
Han cambiado muchas cosas: Cae el bipartidismo, aparecen nuevos partidos; el PSOE ha cambiado de liderato. Pedro Sánchez en la escritura del Sainete está dispuesto a usar tinta emponzoñada que acabará emborronando la organización que preside; parece que no es consciente de la catadura de esa gente con la que se asocia y que terminará por tragarse a su partido; huyendo del PP, al que odian como a la peste, se abraza con el oso de la izquierda populista, la cual le apretará hasta asfixiarlo. No puede disimular su enorme fracaso en las elecciones del 24 de mayo, se agarra a la falacia de que los españoles han votado cambio, lo que, en su particular versión, significa echar al PP a las tinieblas exteriores. Por lo mismo, guarda silencio ante los furibundos ataques del régimen chavista contra Felipe González en su magnífica gestión por los presos venezolanos de Maduro, para no incomodar a los de "Podemos" y así también calla rocoso, cuando estos mismos en Navarra apoyan a Bildu, con el que ha comparado al PP, sin sonrojo alguno. En verdad, no se le ve muy hábil; acercarse a ellos es perecer a sus manos.
El problema vendrá luego, al gobernar. Tanto P. Sánchez como P. Iglesias han anunciado que quieren liderar ese bloque: el «pacto de la izquierda»; en ese forcejeo andan; veremos en qué quedan y qué programa prevalece. El PSOE como el PP han de trabajar por recuperar su clientela electoral, si quieren volver a ocupar su puesto y mando tradicional; en caso contrario, no se verán en la mejor situación para negociar; la cuestión bien apunta a que Pedro Sánchez tendrá que asentarse en el centro-izquierda, donde el PSOE venía estando desde que Felipe González lo convirtió en socialdemocracia; pues las elecciones generales se ganan desde el centro, al menos en los países que han alcanzado un cierto grado de desarrollo político y económico, entre los que, creemos, se encuentra España. Lo justo para Nuestro País es que PP y PSOE, firmen un pacto de salvación nacional y eviten la destrucción que traen y a que aspiran los antisistema, radicales y leninistas.
Se duda si está dispuesto a ello Pedro Sánchez o si no se lo habrá engullido antes "Podemos". Esa es la gran incógnita. La lucha más inmediata se traslada así a los perdedores convertidos en vencedores de las elecciones. Pedro Sánchez y su equipo deben de estar sopesando: siempre que se han unido la izquierda democrática y la radical, se ha impuesto la radical; aunque es menos numerosa, está más motivada y tiene más gancho. A fin de cuentas, son los cruzados de la causa.
C. Mudarra
Han cambiado muchas cosas: Cae el bipartidismo, aparecen nuevos partidos; el PSOE ha cambiado de liderato. Pedro Sánchez en la escritura del Sainete está dispuesto a usar tinta emponzoñada que acabará emborronando la organización que preside; parece que no es consciente de la catadura de esa gente con la que se asocia y que terminará por tragarse a su partido; huyendo del PP, al que odian como a la peste, se abraza con el oso de la izquierda populista, la cual le apretará hasta asfixiarlo. No puede disimular su enorme fracaso en las elecciones del 24 de mayo, se agarra a la falacia de que los españoles han votado cambio, lo que, en su particular versión, significa echar al PP a las tinieblas exteriores. Por lo mismo, guarda silencio ante los furibundos ataques del régimen chavista contra Felipe González en su magnífica gestión por los presos venezolanos de Maduro, para no incomodar a los de "Podemos" y así también calla rocoso, cuando estos mismos en Navarra apoyan a Bildu, con el que ha comparado al PP, sin sonrojo alguno. En verdad, no se le ve muy hábil; acercarse a ellos es perecer a sus manos.
El problema vendrá luego, al gobernar. Tanto P. Sánchez como P. Iglesias han anunciado que quieren liderar ese bloque: el «pacto de la izquierda»; en ese forcejeo andan; veremos en qué quedan y qué programa prevalece. El PSOE como el PP han de trabajar por recuperar su clientela electoral, si quieren volver a ocupar su puesto y mando tradicional; en caso contrario, no se verán en la mejor situación para negociar; la cuestión bien apunta a que Pedro Sánchez tendrá que asentarse en el centro-izquierda, donde el PSOE venía estando desde que Felipe González lo convirtió en socialdemocracia; pues las elecciones generales se ganan desde el centro, al menos en los países que han alcanzado un cierto grado de desarrollo político y económico, entre los que, creemos, se encuentra España. Lo justo para Nuestro País es que PP y PSOE, firmen un pacto de salvación nacional y eviten la destrucción que traen y a que aspiran los antisistema, radicales y leninistas.
Se duda si está dispuesto a ello Pedro Sánchez o si no se lo habrá engullido antes "Podemos". Esa es la gran incógnita. La lucha más inmediata se traslada así a los perdedores convertidos en vencedores de las elecciones. Pedro Sánchez y su equipo deben de estar sopesando: siempre que se han unido la izquierda democrática y la radical, se ha impuesto la radical; aunque es menos numerosa, está más motivada y tiene más gancho. A fin de cuentas, son los cruzados de la causa.
C. Mudarra
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