Artur Mas debería dimitir no sólo porque ha sido el gran perdedor del 27 S, sino por haberse convertido en el político que mas daño ha causado a Cataluña y España en las últimas décadas. Quiso convertir las elecciones en un plebiscito y lo han perdido porque ni siquiera han conseguido la mitad de los votos. Es cierto que han ganado las elecciones y la mayoría de escaños, pero sólo con la ayuda de la ley de Hont, que premia con escaños adicionales a los partidos mayoritarios, y con dos escaños menos de los que tenían, sumando los peligrosos votos de la CUP. Ha destrozado a su propio partido y ahora tendrá que pactar con la CUP, donde se agrupan tipos radicales y de mirada torva, unidos a la cruzada por la independencia para acabar con el capitalismo, con Europa y con el euro.
Junts pel Sí (62) no logra la mayoría absoluta y tendrá que contar con el apoyo de la CUP (10) para gobernar y seguir adelante con el proceso independentista. La victoria ha sido incuestionable, pero el carácter plebiscitario y decisivo otorgado a la votación por la Generalitat y los partidos independentistas se les ha vuelto en contra porque la realidad es que ni han logrado la mayoría de los votos para su causa ni han superado los votos y los escaños que tenían.
La participación ciudadana, del 77.46 por ciento, logró un record histórico.
Tras haber convocado tres elecciones en cinco años y haber empobrecido Cataluña y paralizado también inversiones extranjeras, apoyado por su aparente socio Junqueras, ha roto tanto a Cataluña que ya no puede ser presidente de todos los catalanes porque su programa, radical y excluyente, le convierte en incompatible al menos para la mitad de los ciudadanos.
La dimisión de Artur Mas, pedida por la oposición y, de manera especial, por Ciudadanos, que casi ha triplicado sus escaños, pasando de 9 a 25, es casi inevitable si se contabilizan los daños que su política ha causado a Cataluña y España: pérdida de tejido empresarial, aumento del desempleo, demasiado recortes en servicios básicos y derechos, endeudamiento, despilfarro, huida de capitales y de empresas, fractura social, división, odio sembrado en la sociedad, ruptura de su propio partido, con la separación de Unió, divorcio con el gran empresariado catalán, pérdida de casi un diez por ciento del mercado español para las empresas y productos catalanes, daños profundos a la convivencia y unos resultados insuficientes, que incluyen pérdida de votos y de escaños, además de dar alas con su política al crecimiento de la CUP, un nido de radicales, convertida en fuerza decisiva para el bloque independentista.
El otro gran perdedor de la jornada ha sido Mariano Rajoy y su partido, que pierden votos y escaños en Cataluña, un territorio de importancia crucial para España, lo que demuestra que su gobierno y su estilo es cuestionado y rechazado por amplísimas capas de ciudadanos. Si el rechazo al PP y a su líder no fuera tan intenso en Cataluña, la opción independentista todavía habría sufrido una humillación mas profunda. En el fondo, Rajoy y su mal gobierno ha sido el gran aliado de la cruzada por la independencia.
Junts pel Sí (62) no logra la mayoría absoluta y tendrá que contar con el apoyo de la CUP (10) para gobernar y seguir adelante con el proceso independentista. La victoria ha sido incuestionable, pero el carácter plebiscitario y decisivo otorgado a la votación por la Generalitat y los partidos independentistas se les ha vuelto en contra porque la realidad es que ni han logrado la mayoría de los votos para su causa ni han superado los votos y los escaños que tenían.
La participación ciudadana, del 77.46 por ciento, logró un record histórico.
Tras haber convocado tres elecciones en cinco años y haber empobrecido Cataluña y paralizado también inversiones extranjeras, apoyado por su aparente socio Junqueras, ha roto tanto a Cataluña que ya no puede ser presidente de todos los catalanes porque su programa, radical y excluyente, le convierte en incompatible al menos para la mitad de los ciudadanos.
La dimisión de Artur Mas, pedida por la oposición y, de manera especial, por Ciudadanos, que casi ha triplicado sus escaños, pasando de 9 a 25, es casi inevitable si se contabilizan los daños que su política ha causado a Cataluña y España: pérdida de tejido empresarial, aumento del desempleo, demasiado recortes en servicios básicos y derechos, endeudamiento, despilfarro, huida de capitales y de empresas, fractura social, división, odio sembrado en la sociedad, ruptura de su propio partido, con la separación de Unió, divorcio con el gran empresariado catalán, pérdida de casi un diez por ciento del mercado español para las empresas y productos catalanes, daños profundos a la convivencia y unos resultados insuficientes, que incluyen pérdida de votos y de escaños, además de dar alas con su política al crecimiento de la CUP, un nido de radicales, convertida en fuerza decisiva para el bloque independentista.
El otro gran perdedor de la jornada ha sido Mariano Rajoy y su partido, que pierden votos y escaños en Cataluña, un territorio de importancia crucial para España, lo que demuestra que su gobierno y su estilo es cuestionado y rechazado por amplísimas capas de ciudadanos. Si el rechazo al PP y a su líder no fuera tan intenso en Cataluña, la opción independentista todavía habría sufrido una humillación mas profunda. En el fondo, Rajoy y su mal gobierno ha sido el gran aliado de la cruzada por la independencia.
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