Pero España se acerca a Venezuela no solo en la fuerza de la pobreza, sino también en otros rasgos dramáticos, como el rechazo de los ciudadanos a sus políticos, la conciencia ciudadana de que no hay Justicia, el deterioro de la convivencia y la fuerza creciente de sentimientos como la decepción, la falta de esperanza, el miedo al futuro y la tristeza.
En España, como afirma con precisión el diario El Mundo, "medimos la pobreza con la precisión estadística que corresponde a un país desarrollado. Pero la hemos acabado soportando como si fuéramos un país subdesarrollado. Las tablas y los gráficos sobre la vida de perros que llevan millones de compatriotas apenas si conmueven. Sobre todo no conmueven lo más mínimo a las autoridades políticas. Por increíble que parezca, el Gobierno ha hecho una lectura positiva de los datos. El porcentaje de españoles pobres ha descendido del 22,2% al 22,1%. Décima a décima vamos haciendo camino. Hemos archivado la cuestión de la pobreza en un cajón bien escondido para que sólo nos moleste de vez en cuando. Y mientras tanto, los candidatos haciéndose selfies y hablando de Venezuela. Allí sí que hay pobres por culpa del populismo."
Venezuela se ha convertido en el arma arrojadiza favorita contra Podemos, un partido que está pagando caro sus orígenes oscuros, marcados por la financiación de países como Irán y Venezuela, ambos con intención de debilitar a España usando como ariete el auge político de Podemos.
Aunque parezca increíble, es más eficaz ante la opinión pública española exhibir la cola de los desabastecidos y rebeldes venezolanos que las colas de españoles que acuden a los comedores de caridad o el tremendo espectáculo de los que viven en las calles, que en algunas ciudades ya son miles, o el dato de que casi uno de cada tres niños padece carencias graves por causa de la pobreza.
A los españoles no sólo nos han sometido sino que nos han anestesiado. Hemos dejado de ser rebeldes ante la injusticia y el abuso, pero también hemos aprendido a ignorar nuestros dramas: el desempleo masivo, el avance de la pobreza, la injusticia reinante, la corrupción, el mal gobierno, la desigualdad hiriente, la bajeza de la clase política, el endeudamiento atroz, el despilfarro de la clase política, la indefensión de los pobres, el desamparo de los débiles.
Si analizamos el rostro de España con precisión, siempre veremos un país enfermo, que se desintegra porque el Estado que hemos creado es sucio y maloliente, que no ampara a sus ciudadanos, que ignora la verdadera democracia, que abraza la injusticia, que ha sido diseñado para que oleadas de políticos inútiles, egoístas, arrogantes, codiciosos y torpes dominen la nación y vivan como sátrapas.
Pero nada de eso se ve. Solo vemos a los venezolanos, un pueblo que, aunque postrado por sus malos políticos, tiene al menos la dignidad de rebelarse, mientras que España soporta su injusticia y sus abusos con una cobardía sublime y con alma esclava.
Francisco Rubiales
En España, como afirma con precisión el diario El Mundo, "medimos la pobreza con la precisión estadística que corresponde a un país desarrollado. Pero la hemos acabado soportando como si fuéramos un país subdesarrollado. Las tablas y los gráficos sobre la vida de perros que llevan millones de compatriotas apenas si conmueven. Sobre todo no conmueven lo más mínimo a las autoridades políticas. Por increíble que parezca, el Gobierno ha hecho una lectura positiva de los datos. El porcentaje de españoles pobres ha descendido del 22,2% al 22,1%. Décima a décima vamos haciendo camino. Hemos archivado la cuestión de la pobreza en un cajón bien escondido para que sólo nos moleste de vez en cuando. Y mientras tanto, los candidatos haciéndose selfies y hablando de Venezuela. Allí sí que hay pobres por culpa del populismo."
Venezuela se ha convertido en el arma arrojadiza favorita contra Podemos, un partido que está pagando caro sus orígenes oscuros, marcados por la financiación de países como Irán y Venezuela, ambos con intención de debilitar a España usando como ariete el auge político de Podemos.
Aunque parezca increíble, es más eficaz ante la opinión pública española exhibir la cola de los desabastecidos y rebeldes venezolanos que las colas de españoles que acuden a los comedores de caridad o el tremendo espectáculo de los que viven en las calles, que en algunas ciudades ya son miles, o el dato de que casi uno de cada tres niños padece carencias graves por causa de la pobreza.
A los españoles no sólo nos han sometido sino que nos han anestesiado. Hemos dejado de ser rebeldes ante la injusticia y el abuso, pero también hemos aprendido a ignorar nuestros dramas: el desempleo masivo, el avance de la pobreza, la injusticia reinante, la corrupción, el mal gobierno, la desigualdad hiriente, la bajeza de la clase política, el endeudamiento atroz, el despilfarro de la clase política, la indefensión de los pobres, el desamparo de los débiles.
Si analizamos el rostro de España con precisión, siempre veremos un país enfermo, que se desintegra porque el Estado que hemos creado es sucio y maloliente, que no ampara a sus ciudadanos, que ignora la verdadera democracia, que abraza la injusticia, que ha sido diseñado para que oleadas de políticos inútiles, egoístas, arrogantes, codiciosos y torpes dominen la nación y vivan como sátrapas.
Pero nada de eso se ve. Solo vemos a los venezolanos, un pueblo que, aunque postrado por sus malos políticos, tiene al menos la dignidad de rebelarse, mientras que España soporta su injusticia y sus abusos con una cobardía sublime y con alma esclava.
Francisco Rubiales
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