Cientos de miles de votantes del PSOE se sienten traicionados por Pedro Sánchez ante sus posibles pactos con Podemos y otras organizaciones independentistas, enemigas de España. La entrega de cuatro senadores a partidos intependentistas para que pudieran formar grupo y recibir mas dinero público constituye ya una traición consumada que ensucia la política y envilece al partido que la practica. Prohibir esos pactos, contrarios al voto ciudadano, debería ser una prioridad en la ruta de la regeneración.
La verdadera democracia es incompatible con esos pactos sorpresa, nunca anunciados previamente, algunos de los cuales fueron, incluso, declarados imposibles en campaña electoral.
Un claro ejemplo de traición a la voluntad popular es el posible pacto entre el PSOE y Podemos, muchas veces negado antes del 20 de diciembre por el propio Pedro Sánchez, toda una traición a los millones de votantes que entregaron el voto a los socialistas confiados en sus promesas de que no pactarían con los seguidores del chavismo.
En numerosos países con mas tradición y decencia democrática que España, los partidos sólo pueden pactar después de las elecciones con otras formaciones políticas si antes de la cita electoral han advertido a los ciudadanos de que podrían hacerlo. En España, donde las leyes y costumbres admiten el fraude y la traición a los electores, los partidos, para formar gobierno, pueden pactar con cualquier otra formación, incluso habiendo negado previamente la posibilidad de ese pacto, lo que constituye corrupción y traición a la voluntad popular.
El pacto sorpresa y contra natura es una de las muchas aberraciones de la mal llamada "democracia" española, un sistema que no es homologable con la democracia y que únicamente merece la calificación de "dictadura de partidos".
Otros defectos fundamentales del sistema español, que lo enfrentan a la democracia, son el desampara del ciudadano, que carece de representación real y efectiva, ya que los diputados y senadores lo ignoran porque sólo dependen de sus respectivos partidos y de los líderes que elaboran las listas electorales, la ausencia de separación de poderes, el sometimiento de los tres grandes poderes a la voluntad de los partidos, la manipulación de una Justicia en la que los partidos designan a jueces y magistrados en los altos tribunales, el sometimiento esclavo de los legisladores a sus respectivos partidos, sin que puedan ni siquiera votar en conciencia o intervenir cuando lo deseen en los falsos debates, las listas cerradas y bloqueadas, el carácter irrevocable de los mandatos, con políticos que se mantienen en sus puestos, sin poder ser destituidos por el pueblo, incluso si violan la ley, la imposibilidad practica de las iniciativas legislativas del pueblo, la falta de exigencias a los políticos, la impunidad práctica de los políticos, la ausencia de responsabilidad de los partidos en los desmanes y delitos que cometan los políticos por ellos designados, la ausencia casi total de controles y frenos al poder, la excesiva financiación pública de los partidos políticos, la inexistencia de frenos y leyes que impidan eficazmente la corrupción en las instituciones y partidos, la ausencia absoluta de democracia interna en los partidos, a pesar de que es exigida por la Constitución y decenas de déficits y carencias que convierten a la tan cacareada democracia española en un cóctel indecente incompatible con la democracia.
Millones de españoles saben que el sistema español está tan podrido porque sus mismas leyes y normas permiten esa podredumbre. La exigencia de reformas profundas clama al cielo, pero son los propios partidos políticos, a los que el sistema les viene perfecto para abusar del poder y saquear a gusto, los que impiden que se acometan las reformas necesarias para dignificar la política española y acercarla a la democracia y la decencia.
La verdadera democracia es incompatible con esos pactos sorpresa, nunca anunciados previamente, algunos de los cuales fueron, incluso, declarados imposibles en campaña electoral.
Un claro ejemplo de traición a la voluntad popular es el posible pacto entre el PSOE y Podemos, muchas veces negado antes del 20 de diciembre por el propio Pedro Sánchez, toda una traición a los millones de votantes que entregaron el voto a los socialistas confiados en sus promesas de que no pactarían con los seguidores del chavismo.
En numerosos países con mas tradición y decencia democrática que España, los partidos sólo pueden pactar después de las elecciones con otras formaciones políticas si antes de la cita electoral han advertido a los ciudadanos de que podrían hacerlo. En España, donde las leyes y costumbres admiten el fraude y la traición a los electores, los partidos, para formar gobierno, pueden pactar con cualquier otra formación, incluso habiendo negado previamente la posibilidad de ese pacto, lo que constituye corrupción y traición a la voluntad popular.
El pacto sorpresa y contra natura es una de las muchas aberraciones de la mal llamada "democracia" española, un sistema que no es homologable con la democracia y que únicamente merece la calificación de "dictadura de partidos".
Otros defectos fundamentales del sistema español, que lo enfrentan a la democracia, son el desampara del ciudadano, que carece de representación real y efectiva, ya que los diputados y senadores lo ignoran porque sólo dependen de sus respectivos partidos y de los líderes que elaboran las listas electorales, la ausencia de separación de poderes, el sometimiento de los tres grandes poderes a la voluntad de los partidos, la manipulación de una Justicia en la que los partidos designan a jueces y magistrados en los altos tribunales, el sometimiento esclavo de los legisladores a sus respectivos partidos, sin que puedan ni siquiera votar en conciencia o intervenir cuando lo deseen en los falsos debates, las listas cerradas y bloqueadas, el carácter irrevocable de los mandatos, con políticos que se mantienen en sus puestos, sin poder ser destituidos por el pueblo, incluso si violan la ley, la imposibilidad practica de las iniciativas legislativas del pueblo, la falta de exigencias a los políticos, la impunidad práctica de los políticos, la ausencia de responsabilidad de los partidos en los desmanes y delitos que cometan los políticos por ellos designados, la ausencia casi total de controles y frenos al poder, la excesiva financiación pública de los partidos políticos, la inexistencia de frenos y leyes que impidan eficazmente la corrupción en las instituciones y partidos, la ausencia absoluta de democracia interna en los partidos, a pesar de que es exigida por la Constitución y decenas de déficits y carencias que convierten a la tan cacareada democracia española en un cóctel indecente incompatible con la democracia.
Millones de españoles saben que el sistema español está tan podrido porque sus mismas leyes y normas permiten esa podredumbre. La exigencia de reformas profundas clama al cielo, pero son los propios partidos políticos, a los que el sistema les viene perfecto para abusar del poder y saquear a gusto, los que impiden que se acometan las reformas necesarias para dignificar la política española y acercarla a la democracia y la decencia.
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