Lo han hecho en ,muchos países de Europa, pero en España no se hace porque lo impiden los partidos, que tienen colocados en las administraciones municipales a miles de los suyos. Una vez más, los partidos son el obstáculo para el progreso y la solución de España. Esos pequeños municipios no tienen dinero para servicios públicos y el poco que hay lo gastan en sueldos para los políticos, desproporcionados e inútiles. Hay concejales a los que todavía les queda un poco de vergüenza, que intentan bajarse el sueldo, pero se lo impiden sus compañeros de partido porque "eso representaría un peligroso precedente". España está bajo una ignominiosa dictadura de partidos que debe ser suprimida y transformada en una democracia. La indecencia, la inmoralidad, la corrupción y la desvergüenza que florecen en los partidos políticos están aniquilando el país.
Los grandes partidos con representación parlamentaria están impidiendo que se haga en España la reforma local que en Europa ha ahorrado miles de millones de euros tras suprimir miles de municipios con menos de 5.000 habitantes, la inmensa mayoría de los cuales sin ninguna competencia para el manejo del dinero. En el Reino Unido se procedió a eliminar ayuntamientos con menos de 5.000 habitantes y así en muchos países de Europa, siempre con un éxito importante y con un ahorro sustancioso. Esos municipios pueden funcionar perfectamente sin políticos, sólo con pocos funcionarios y técnicos.
El gran drama español está en los partidos políticos, que se han convertido en el gran obstáculo que impide la regeneración, la democracia y el avance del país. Por culpa de los partidos padecemos una crisis muchos peor que cualquier otro país europeo. Los partidos tienen la culpa de que no funcione la Justicia, de que los procesos electorales no sean verdaderamente libres, de que la información veraz no llegue al ciudadano y que las libertades y servicios vitales estén siendo suprimidas. Acabar con los actuales partidos políticos, sin control, impunes, ajenos a la democracia y con poderes casi absolutos, es una cuestión de vida o muerte para la sociedad española, que está siendo arruinada y destrozada por esas organizaciones voraces, egoístas, insaciables, ineptas y antidemocráticas.
En España hay 8.116 ayuntamientos, todos con poder para manejar presupuesto, incluso los de 200 habitantes. Ese inflación de gobiernos y de políticos generalmente desprovistas de ética y preparación, todos ellos respaldados por sus partidos políticos, ha hecho posible que en España sea más fácil, impune y rentable asaltar a los ciudadanos desde los ayuntamientos que a una sucursal bancaria.
Hay pueblos de apenas 200 habitantes con deudas espeluznantes, técnicamente en bancarrota, pero mantenidos artificialmente por los partidos políticos para no alterar sus redes clientelares, que son las que les otorgan el poder mafioso.
La estructura de los partidos políticos y la naturaleza interna de esas organizaciones, profundamente antidemocráticas, son el mayor problema del país, no el tercero, como aparece en las poco fiables encuestas oficiales.
Muchos creemos que la verdadera causa de que Rajoy y Rubalcaba no quieran pedir a Europa un rescate oficial es para evitar que desde Bruselas se exija la eliminación de las estructuras superfluas del Estado, sobre todo los pequeños municipios y las instituciones y empresas publicas inútiles, toda una red costosa e insostenible creada por el peor monstruo depredador parido por España desde la Edad Media: la partitocracia antidemocrática que se ha adueñado del Estado.
Los grandes partidos con representación parlamentaria están impidiendo que se haga en España la reforma local que en Europa ha ahorrado miles de millones de euros tras suprimir miles de municipios con menos de 5.000 habitantes, la inmensa mayoría de los cuales sin ninguna competencia para el manejo del dinero. En el Reino Unido se procedió a eliminar ayuntamientos con menos de 5.000 habitantes y así en muchos países de Europa, siempre con un éxito importante y con un ahorro sustancioso. Esos municipios pueden funcionar perfectamente sin políticos, sólo con pocos funcionarios y técnicos.
El gran drama español está en los partidos políticos, que se han convertido en el gran obstáculo que impide la regeneración, la democracia y el avance del país. Por culpa de los partidos padecemos una crisis muchos peor que cualquier otro país europeo. Los partidos tienen la culpa de que no funcione la Justicia, de que los procesos electorales no sean verdaderamente libres, de que la información veraz no llegue al ciudadano y que las libertades y servicios vitales estén siendo suprimidas. Acabar con los actuales partidos políticos, sin control, impunes, ajenos a la democracia y con poderes casi absolutos, es una cuestión de vida o muerte para la sociedad española, que está siendo arruinada y destrozada por esas organizaciones voraces, egoístas, insaciables, ineptas y antidemocráticas.
En España hay 8.116 ayuntamientos, todos con poder para manejar presupuesto, incluso los de 200 habitantes. Ese inflación de gobiernos y de políticos generalmente desprovistas de ética y preparación, todos ellos respaldados por sus partidos políticos, ha hecho posible que en España sea más fácil, impune y rentable asaltar a los ciudadanos desde los ayuntamientos que a una sucursal bancaria.
Hay pueblos de apenas 200 habitantes con deudas espeluznantes, técnicamente en bancarrota, pero mantenidos artificialmente por los partidos políticos para no alterar sus redes clientelares, que son las que les otorgan el poder mafioso.
La estructura de los partidos políticos y la naturaleza interna de esas organizaciones, profundamente antidemocráticas, son el mayor problema del país, no el tercero, como aparece en las poco fiables encuestas oficiales.
Muchos creemos que la verdadera causa de que Rajoy y Rubalcaba no quieran pedir a Europa un rescate oficial es para evitar que desde Bruselas se exija la eliminación de las estructuras superfluas del Estado, sobre todo los pequeños municipios y las instituciones y empresas publicas inútiles, toda una red costosa e insostenible creada por el peor monstruo depredador parido por España desde la Edad Media: la partitocracia antidemocrática que se ha adueñado del Estado.
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