Blesa y Rato. Falta Aznar, padrino de ambos
La noticia de que el juez Andreu ha imputado a 78 beneficiarios de las tarjetas 'black' de Caja Madrid llena de júbilo a millones e españoles y acerca mas al castigo a dos tipos que, por su arrogancia y desfachatez corrupta, se han convertido en el principal símbolo de los abusos de la banca y de la sucia impunidad que disfrutan los protegidos de los partidos políticos españoles.
Hay muchos sinverguenzas poderosos a los pies de la Justicia española, desde gobernantes bajo sospecha de haber cobrado sobres repletos de dinero negro hasta contables de partidos políticos, como Bárcenas, infectados de irregularidades y de arrogancia corrupta, sin olvidar a los despreciables socialistas, miembros de la Junta de Andalucía, implicados en los EREs mafiosos, los políticos del PP envueltos en la corrupción de los Gúrtell y en otras tramas indecentes, la gente sucia próxima a los borbones reinantes, la mafia catalana de los Pujol y trileros y estafadores del mundo financiero.
Sin embargo, ninguno de ellos es tan odiado y rechazado por los ciudadanos como ese famoso "duo del saqueo" integrado por Miguel Blesa, un protegido de José María Aznar cuya exhibición de lujos, abusos, despilfarros y suciedades al frente de Caja Madrid llenaron de indignación a millones de españoles, en especial a los ahorradores estafados por unas participaciones preferentes que Caja Madrid vendió sin un gramo de ética o decencia, y Rodrigo Rato, campeón también del vergonzoso ranking de la indignación española frente al delito, el expolio de lo público y el abuso hortera del poder, un tipejo que engañó a los que compraron acciones de Bankia y que reúne todos los requisitos para que el pueblo lo desprecie y rechace, ya que tuvo tanto poder y privilegios que debió haber sido persona ejemplar y decente en lugar de un arrogante tramposo, irresponsables.
La condena de todos los delincuentes pillados en esta España corrompida y desprestigiada es una asignatura pendiente de la nación, pero dar su merecido a los que, por sus fechorías, se han ganado el desprecio y la indignación popular, es, ademas de un asunto de Justicia, una medida de salubridad nacional, sin la cual el país va a quedarse durante décadas, empantanado en esa inmensa pocilga que, de manera desvergonzada e imperdonable, se ha construido en España, ante la indiferencia o el amparo de una clase política que se autoproclamaba democrática sin merecerlo.
Hay muchos sinverguenzas poderosos a los pies de la Justicia española, desde gobernantes bajo sospecha de haber cobrado sobres repletos de dinero negro hasta contables de partidos políticos, como Bárcenas, infectados de irregularidades y de arrogancia corrupta, sin olvidar a los despreciables socialistas, miembros de la Junta de Andalucía, implicados en los EREs mafiosos, los políticos del PP envueltos en la corrupción de los Gúrtell y en otras tramas indecentes, la gente sucia próxima a los borbones reinantes, la mafia catalana de los Pujol y trileros y estafadores del mundo financiero.
Sin embargo, ninguno de ellos es tan odiado y rechazado por los ciudadanos como ese famoso "duo del saqueo" integrado por Miguel Blesa, un protegido de José María Aznar cuya exhibición de lujos, abusos, despilfarros y suciedades al frente de Caja Madrid llenaron de indignación a millones de españoles, en especial a los ahorradores estafados por unas participaciones preferentes que Caja Madrid vendió sin un gramo de ética o decencia, y Rodrigo Rato, campeón también del vergonzoso ranking de la indignación española frente al delito, el expolio de lo público y el abuso hortera del poder, un tipejo que engañó a los que compraron acciones de Bankia y que reúne todos los requisitos para que el pueblo lo desprecie y rechace, ya que tuvo tanto poder y privilegios que debió haber sido persona ejemplar y decente en lugar de un arrogante tramposo, irresponsables.
La condena de todos los delincuentes pillados en esta España corrompida y desprestigiada es una asignatura pendiente de la nación, pero dar su merecido a los que, por sus fechorías, se han ganado el desprecio y la indignación popular, es, ademas de un asunto de Justicia, una medida de salubridad nacional, sin la cual el país va a quedarse durante décadas, empantanado en esa inmensa pocilga que, de manera desvergonzada e imperdonable, se ha construido en España, ante la indiferencia o el amparo de una clase política que se autoproclamaba democrática sin merecerlo.
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