Una de las mayores tragedias de España es que se ha quedado sin focos de cultura, ideas e iniciativas. Los políticos, con su mal gobierno, escasez de valores y ansias de poder, han apagado casi todas las luces y nos han sumido en la oscuridad.
Esa labor de iluminar, en el pasado, antes del desastre de nuestra política falsamente democrática, la cumplian los intelectuales, el periodismo, los circulos y asociaciones culturales de la sociedad civil y, sobre todo, la universidad. Pero esos focos de luz, inteligencia y talento se están apagando y el país entero es deslumbrado por la única luz potente que ilumina nuestra sociedad: la televisión, de la que se sirven por poderosos no para educar al pueblo en libertad y valores, sino en confusión, sometimiento y envilecimiento.
España es uno de los países que mas invierte en educación, pero sus resultados son escasos. Andalucía, a pesar de invertir mucho, está en la cola y destaca en todas las mediciones por su fracaso. España es un país mal educado que está siendo sistemáticamente despojado de sus valores. Hace apenas medio siglo, los españoles dormían con las puertas de sus hogares abiertas, conversaban y debatían en las puertas de sus casas, en hermosas y vitales tertulias espontáneas, sentían horror ante la corrupción y el delito, respetaban la autoridad y devolvían hasta una peseta que el tendero te daba de más en el cambio de la compra.
Hoy, la corrupción nos invade, pero no es cierto que la política se haya impregnado de la corrupción que había en la sociedad, sino que ha ocurrido justo lo contrario: los políticos se corrompieron, infectaron las instituciones y desde ahí contaminaron a la sociedad. Después de esa maliciosa infección, el trabajo de embrutecimiento de las masas y de desarme de educación y valores ha sido sistemático e intenso, nunca casual, toda una vileza que los líderes político de España deberían pagar con dureza.
Reproduzco dos párrafos de Salvador Freixedo, culto ex jesuita, sobre estos asuntos, que contienen profunda verdad e inducen a la reflexión:
«En España, en todos los medios de mayor tirada, especialmente en El País y en las directivas de los canales de TV, hay gente muy discretamente “colocada” para resaltar u ocultar los diversos temas. Y lo mismo sucede en todos los países. En la actualidad, las universidades –aparte de la politización y el vergonzoso nepotismo que en ellas existe—han dejado de ser la fuente en donde radica y de donde brota la sabiduría y la información para una nación. En nuestros días, la verdadera universidad es la televisión, que es la que informa, instruye y educa al pueblo, o dicho con más realismo, la que le miente, lo engaña, lo deseduca y lo envilece. Los berridos de la Esteban o el falo de Nacho Vidal, son las tesis doctorales con las que el funesto Paolo Vasile educa a la sociedad. Pero una sociedad que ve masivamente Gran Hermano, Sálvame y demás piezas del estercolero televisivo, es lógico que produzca políticos tan sinvergüenzas, incultos y amorales como los que padecemos. (Esto es extensible al resto de los países, pues los formatos televisivos están globalizados, y lo mismo se puede decir de los perfiles políticos).
Si nuestros dominadores nos habían tenido confundidos por años con sus piruetas en el aire y sus extravagancias en tierra, ahora tienen a toda la humanidad entretenida con muchísimos más regalos envenenados. La humanidad ahora está a todas horas pendiente de los jueguitos (como la “candy crash” de nuestra vicepresidenta del Congreso), de lo que se cuelga en Facebook o de la última tontería “viral” de twítter. Y está lejos de sospechar que esos maravillosos instrumentos son regalos envenenados de los dioses para tenernos distraídos. Del origen de todas estas pantallas y de lo que se pretende con ellas, se podría hablar mucho, porque está estrechamente relacionado con la descerebrización del ser humano.»
Esa labor de iluminar, en el pasado, antes del desastre de nuestra política falsamente democrática, la cumplian los intelectuales, el periodismo, los circulos y asociaciones culturales de la sociedad civil y, sobre todo, la universidad. Pero esos focos de luz, inteligencia y talento se están apagando y el país entero es deslumbrado por la única luz potente que ilumina nuestra sociedad: la televisión, de la que se sirven por poderosos no para educar al pueblo en libertad y valores, sino en confusión, sometimiento y envilecimiento.
España es uno de los países que mas invierte en educación, pero sus resultados son escasos. Andalucía, a pesar de invertir mucho, está en la cola y destaca en todas las mediciones por su fracaso. España es un país mal educado que está siendo sistemáticamente despojado de sus valores. Hace apenas medio siglo, los españoles dormían con las puertas de sus hogares abiertas, conversaban y debatían en las puertas de sus casas, en hermosas y vitales tertulias espontáneas, sentían horror ante la corrupción y el delito, respetaban la autoridad y devolvían hasta una peseta que el tendero te daba de más en el cambio de la compra.
Hoy, la corrupción nos invade, pero no es cierto que la política se haya impregnado de la corrupción que había en la sociedad, sino que ha ocurrido justo lo contrario: los políticos se corrompieron, infectaron las instituciones y desde ahí contaminaron a la sociedad. Después de esa maliciosa infección, el trabajo de embrutecimiento de las masas y de desarme de educación y valores ha sido sistemático e intenso, nunca casual, toda una vileza que los líderes político de España deberían pagar con dureza.
Reproduzco dos párrafos de Salvador Freixedo, culto ex jesuita, sobre estos asuntos, que contienen profunda verdad e inducen a la reflexión:
«En España, en todos los medios de mayor tirada, especialmente en El País y en las directivas de los canales de TV, hay gente muy discretamente “colocada” para resaltar u ocultar los diversos temas. Y lo mismo sucede en todos los países. En la actualidad, las universidades –aparte de la politización y el vergonzoso nepotismo que en ellas existe—han dejado de ser la fuente en donde radica y de donde brota la sabiduría y la información para una nación. En nuestros días, la verdadera universidad es la televisión, que es la que informa, instruye y educa al pueblo, o dicho con más realismo, la que le miente, lo engaña, lo deseduca y lo envilece. Los berridos de la Esteban o el falo de Nacho Vidal, son las tesis doctorales con las que el funesto Paolo Vasile educa a la sociedad. Pero una sociedad que ve masivamente Gran Hermano, Sálvame y demás piezas del estercolero televisivo, es lógico que produzca políticos tan sinvergüenzas, incultos y amorales como los que padecemos. (Esto es extensible al resto de los países, pues los formatos televisivos están globalizados, y lo mismo se puede decir de los perfiles políticos).
Si nuestros dominadores nos habían tenido confundidos por años con sus piruetas en el aire y sus extravagancias en tierra, ahora tienen a toda la humanidad entretenida con muchísimos más regalos envenenados. La humanidad ahora está a todas horas pendiente de los jueguitos (como la “candy crash” de nuestra vicepresidenta del Congreso), de lo que se cuelga en Facebook o de la última tontería “viral” de twítter. Y está lejos de sospechar que esos maravillosos instrumentos son regalos envenenados de los dioses para tenernos distraídos. Del origen de todas estas pantallas y de lo que se pretende con ellas, se podría hablar mucho, porque está estrechamente relacionado con la descerebrización del ser humano.»
Comentarios: