Escándalos como el del ex tesorero del PP Bárcenas, con sus 22 millones en Suiza, y el de los EREs mafiosos del PSOE andaluz, que representa el robo a los ciudadanos de al menos mil millones de euros, lanzan hacia el pueblo el mensaje claro de que el actual sistema, al que llaman democrático, está podrido y necesitado de un cambio radical.
Nadie ha hecho mas daño a la democracia española que Zapatero y Rajoy. Sus gobiernos han desacreditado el sistema democrático hasta extremos insospechados y lo han dañado quizás de manera irreversible, preparando los caminos para el futuro advenimiento de cualquier tipo de dictadura, que sería bien recibida por el agotado, esquilmado y cabreado pueblo español, siempre que prometa que acabará con los políticos.
Estos dos energúmenos mediocres y sus respectivos partidos políticos no sólo han arruinado, entristecido y cercenado el presente y el futuro de España, sino que, para colmo de males, han establecido unas bases sólidas para que en un futuro no muy lejano sea recibida con los brazos abiertos una dictadura, con tal de que prometa limpieza, moralidad y la erradicación de esos partidos políticos y políticos profesionales que han conducido a la nación hasta la ruptura y el borde del desastre.
Hace tres décadas, los españoles eramos el pueblo europeo con mas fe en la democracia, pero hoy somo, junto con Grecia, el que menos cree en ella. Y no es culpa de la crisis, como afirman los políticos, sino de ellos, de su mal gobierno, de sus privilegios injustificados, de su arbitrariedad, corrupción, abuso de poder y privilegios mantenidos a costa de esquilmar a los ciudadanos y de acabar con la prosperidad.
Los pueblos que ven como la voluntad popular es doblegada y despreciada por sus dirigentes, empiezan a macerar la revancha en su interior y sueñan con un sistema que acabe con los depredadores que gobiernan. Es una ley política que se repite desde el principio de los tiempos. El abuso de poder y la corrupción generan tiranos y dictadores, que ahora no necesitan conquistar el poder pegando tiros, sino sometiéndose al criteriode las urnas, como han hecho an América Latina Hugo Chavez, Evo Morales, Daniel Ortega y otros. La mayor debilidad de la falsa democracia existente es lo fácil que resulta corromperla y controlarla desde dentro.
Zapatero y Rajoy están cumpliendo en España el mismo papel que cumplió en Venezuela Carlos Andrés Pérez o Fulgencia Batista en Cuba. Fueron tan inútiles, arbitrarios e injustos que prepararon el camino a dictadores como el coronel Chavez y el comandante Castro.
No sabemos cuanto tardará en llegar a España nuestro Castro particular, pero todo indica que ya está de camino y que si el sistema sigue desprestigiándose y abusando, como hace en la actualidad, su llegada entre aplausos es inminente.
Sin embargo, por muy deseado que sea un dictador que llegue con la escoba de limpiar corrupción y el martillo de descabezar políticos, la solución nunca podrá ser mejor que la construcción de una democracia verdadera, algo inédito en España y en otros muchos países del mundo, en los que llaman democracia a lo que es solo una dictadura de partidos disfrazada con ropajes democráticos.
La situación es tan grave que el tiempo para una solución decente y digna se acaba. O alguien construye una democracia verdadera, con controles férreos para que los políticos y sus partidos estén maniatados y no puedan anteponer, como es habitual en ellos, sus propios egoísmos e intereses bastardos al bien común, o no habrá otra salida que la llegada de un tirano con escoba y con martillo.
Lo que Zapatero y Rajoy han desprestigiado y convertido en basura no es la democracia sino un bodrio hipócrita y con alma tirana que sólo tiene de la democracia algunos ropajes. Ni una sola de las reglas básicas de la democracia se cumplen en países como España, quizás el mas sangrante y sucio ejemplo de todo el mundo desarrollado occidental. No hay separación de poderes, ni una ley igual para todos aceptada por los ciudadanos, ni elecciones verdaderamente libres que garanticen al ciudadano la elección de los mejores, mi respeto a la voluntad popular, ni castigo para los canallas y corruptos, ni una prensa libre e independiente que sea capaz de fiscalizar a los poderosos, ni una sociedad civil fuerte e independiente que sirva de contrapeso al poder político.
El gran pecado de gente como Zapatero y Rajoy, lo que les hará pasar a la Historia como fracasados y verdugos de sus pueblos, no son los recortes, ni los impuestos injustos, ni su negativa a adelgazar el Estado, ni siquiera su fracaso en la gestión de la economía, sino su labor como propagandistas y promotores de cualquier tiranía futura.
El pueblo entendía que para castigar a un mal gobierno había que votar a la oposición, pero ahora ha descubierto que tanto el gobierno como la oposición son indeseables y que ninguno merece el respeto y el apoyo de los ciudadanos decentes. Entonces, lo que se desmorona y padece es el sistema y, ante la impotencia del pueblo para castigar a sus malos gobernantes, bien guardados por policías, periodistas y jueces, empieza el sueño difuso en cualquier tipo de dictador-vengador que llegue para acabar con la infección de los políticos y sus partidos.
Es así de sencillo y de triste.
Nadie ha hecho mas daño a la democracia española que Zapatero y Rajoy. Sus gobiernos han desacreditado el sistema democrático hasta extremos insospechados y lo han dañado quizás de manera irreversible, preparando los caminos para el futuro advenimiento de cualquier tipo de dictadura, que sería bien recibida por el agotado, esquilmado y cabreado pueblo español, siempre que prometa que acabará con los políticos.
Estos dos energúmenos mediocres y sus respectivos partidos políticos no sólo han arruinado, entristecido y cercenado el presente y el futuro de España, sino que, para colmo de males, han establecido unas bases sólidas para que en un futuro no muy lejano sea recibida con los brazos abiertos una dictadura, con tal de que prometa limpieza, moralidad y la erradicación de esos partidos políticos y políticos profesionales que han conducido a la nación hasta la ruptura y el borde del desastre.
Hace tres décadas, los españoles eramos el pueblo europeo con mas fe en la democracia, pero hoy somo, junto con Grecia, el que menos cree en ella. Y no es culpa de la crisis, como afirman los políticos, sino de ellos, de su mal gobierno, de sus privilegios injustificados, de su arbitrariedad, corrupción, abuso de poder y privilegios mantenidos a costa de esquilmar a los ciudadanos y de acabar con la prosperidad.
Los pueblos que ven como la voluntad popular es doblegada y despreciada por sus dirigentes, empiezan a macerar la revancha en su interior y sueñan con un sistema que acabe con los depredadores que gobiernan. Es una ley política que se repite desde el principio de los tiempos. El abuso de poder y la corrupción generan tiranos y dictadores, que ahora no necesitan conquistar el poder pegando tiros, sino sometiéndose al criteriode las urnas, como han hecho an América Latina Hugo Chavez, Evo Morales, Daniel Ortega y otros. La mayor debilidad de la falsa democracia existente es lo fácil que resulta corromperla y controlarla desde dentro.
Zapatero y Rajoy están cumpliendo en España el mismo papel que cumplió en Venezuela Carlos Andrés Pérez o Fulgencia Batista en Cuba. Fueron tan inútiles, arbitrarios e injustos que prepararon el camino a dictadores como el coronel Chavez y el comandante Castro.
No sabemos cuanto tardará en llegar a España nuestro Castro particular, pero todo indica que ya está de camino y que si el sistema sigue desprestigiándose y abusando, como hace en la actualidad, su llegada entre aplausos es inminente.
Sin embargo, por muy deseado que sea un dictador que llegue con la escoba de limpiar corrupción y el martillo de descabezar políticos, la solución nunca podrá ser mejor que la construcción de una democracia verdadera, algo inédito en España y en otros muchos países del mundo, en los que llaman democracia a lo que es solo una dictadura de partidos disfrazada con ropajes democráticos.
La situación es tan grave que el tiempo para una solución decente y digna se acaba. O alguien construye una democracia verdadera, con controles férreos para que los políticos y sus partidos estén maniatados y no puedan anteponer, como es habitual en ellos, sus propios egoísmos e intereses bastardos al bien común, o no habrá otra salida que la llegada de un tirano con escoba y con martillo.
Lo que Zapatero y Rajoy han desprestigiado y convertido en basura no es la democracia sino un bodrio hipócrita y con alma tirana que sólo tiene de la democracia algunos ropajes. Ni una sola de las reglas básicas de la democracia se cumplen en países como España, quizás el mas sangrante y sucio ejemplo de todo el mundo desarrollado occidental. No hay separación de poderes, ni una ley igual para todos aceptada por los ciudadanos, ni elecciones verdaderamente libres que garanticen al ciudadano la elección de los mejores, mi respeto a la voluntad popular, ni castigo para los canallas y corruptos, ni una prensa libre e independiente que sea capaz de fiscalizar a los poderosos, ni una sociedad civil fuerte e independiente que sirva de contrapeso al poder político.
El gran pecado de gente como Zapatero y Rajoy, lo que les hará pasar a la Historia como fracasados y verdugos de sus pueblos, no son los recortes, ni los impuestos injustos, ni su negativa a adelgazar el Estado, ni siquiera su fracaso en la gestión de la economía, sino su labor como propagandistas y promotores de cualquier tiranía futura.
El pueblo entendía que para castigar a un mal gobierno había que votar a la oposición, pero ahora ha descubierto que tanto el gobierno como la oposición son indeseables y que ninguno merece el respeto y el apoyo de los ciudadanos decentes. Entonces, lo que se desmorona y padece es el sistema y, ante la impotencia del pueblo para castigar a sus malos gobernantes, bien guardados por policías, periodistas y jueces, empieza el sueño difuso en cualquier tipo de dictador-vengador que llegue para acabar con la infección de los políticos y sus partidos.
Es así de sencillo y de triste.
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