Muchos pensadores y expertos occidentales en política y sociología creen, desde hace tiempo, que sólo el viento del Este puede limpiar Occidente de la porquería política que están sembrando los Zapateros, Rajoys, Obamas, Cameron, Ollande, Merkel y otros muchos oligarcas y sátrapas disfrazados de democracia. Ya nadie duda que Occidente se está convirtiendo en un basurero donde los derechos, las libertades y las conquistas retroceden, empujadas por la arrogancia de los políticos, la avaricia, el despilfarro, la desigualdad, la corrupción y un inmenso déficit de ética y justicia.
¿Por qué tiene que ser un viento del Este el que limpie esta pocilga occidental, falsamente democrática? Porque únicamente puede soplar un viento limpiador de donde la Historia demostró que las guerras se ganan o se pierden con ideas y valores, mas que con las armas. La vieja URSS perdió su guerra con Occidente sin disparar un solo misil, sin utilizar sus enormes mareas de tanques y aviones, únicamente porque despreció el concepto de libertad y por haber creado una sociedad básicamente injusta, en la que las élites lo tenían todo y el pueblo apenas tenía lo básico para sobrevivir. En la Guerra Fría, los soviéticos y sus aliados perdieron porque los valores que representaban eran inferiores que los que Occidente defendía.
Sin embargo, la sociedad del Este era una sociedad teóricamente mas rica en valores que la occidental, entre otras razones porque reclamaba la igualdad y rechazaba lacras tan insoportables como la explotación, la especulación y la acumulación de capital en manos privilegiadas.
Pero una vez caído el Muro de Berlín, las sociedades occidentales, al carecer de un poderoso adversario con el que medirse, empezaron a relajarse y a reflejar sus verdaderos dramas y vicios internos. La imagen que se descubría, hoy plenamente presente en nuestro mundo, era terrible y sobrecogedora: corrupción, arrogancia e impunidad de los mas poderosos, explotación y abandono de los mas débiles, desigualdad hiriente, asesinato de la democracia, carencia de valores, control de la Justicia, insensibilidad ante el sufrimiento humano, desprecio al ser humano, violación de los derechos fundamentales, etc.
El mesianismo, como muchas veces antes en el pasado, anida en Rusia y en los rusos, que consideran a Moscú como la tercera Roma, después de la caída de Constantinopla, y en el baluarte de los valores de Occidente. Putin, su actual líder, conecta con ese mesianismo y condena la debilidad de sociedades como las norteamericanas, francesa, británica, española, alemana y otras, todas ellas entregadas e inerme frente a la invasión agresiva e irrespetuosa de otras culturas, sobre todo de los musulmanes, una horda invasora que no quiere adaptarse y que lucha por imponer su cultura en Occidente.
Los actuales rusos y chinos se han dado cuenta de que el gigante próspero de Occidente no sólo tiene los pies de barro en lo económico, como ha quedado demostrado con la crisis actual, sino que tiene también piernas de plastilina en lo ético porque su sociedad está construida sobre bases injustas e indecentes.
Y por ahí, desplegando una ofensiva ética y de valores humanos, quieren contraatacar y ganar la próxima guerra por la hegemonía mundial. El viento del Este sopla por el momento débil, pero empieza a soplar. En Rusia y en otros antiguos países comunistas proliferan los pensadores que propugnan una sociedad de valores capaz de enfrentarse y derrotar a las degeneradas e injustas sociedades de Europa y América. Ese viento del Este está transformando, poco a poco, la sociedad rusa y empieza a sentirse en China, donde muchos filósofos políticos creen que un gobierno fuerte y no sometido a las reglas de la democracia puede ser mas decente y justo que un gobierno elegido en las urnas pera integrado por sinvergüenzas y corruptos, como ocurre en muchos países de cultura occidental.
Rusia ha rechazo el matrimonio homosexual porque cree que es una aberración, aunque proclama el respeto a los homosexuales, y acaba de aprobar leyes que garantizan el respeto a las familias, a los mayores y a las prácticas religiosas, primeras manifestaciones visibles del viento ético que empieza a soplar por las estepas.
La alianza roso-china, si cuenta con el apoyo de potencias emergentes como India y Brasil, tienen poder suficiente y peso en la economía para representar un poder alternativo al Occidente que capitanéan los Estados Unidos.
Muchos analistas y expertos creen que la guerra entre la alianza ruso-china y Estados Unidos ya ha comenzado y que la bajada sorprendente del precio del petroleo, que está arruinando a la economía rusa, es una de las primeras escaramuzas de esa guerra, como también lo es la guerra en Ucranía y la ocupación rusa de Crimea.
Las fuerzas no están definidas y la lucha es todavía confusa, pero es evidente que el enfrentamiento se está produciendo y que el grueso de la batalla es, por el momento, de ideas y conceptos. Hay que seguir observando el fenómeno porque en Occidente hay millones de ciudadanos desesperados esperando que el nuevo viento sople en sus ciudades y naciones, arrastrando consigo la corrupción y el abuso de poder, dos dramas enquistados que los ciudadanos, sometidos e impotentes ante el poder acumulado por los políticos, no pueden erradicar.
¿Por qué tiene que ser un viento del Este el que limpie esta pocilga occidental, falsamente democrática? Porque únicamente puede soplar un viento limpiador de donde la Historia demostró que las guerras se ganan o se pierden con ideas y valores, mas que con las armas. La vieja URSS perdió su guerra con Occidente sin disparar un solo misil, sin utilizar sus enormes mareas de tanques y aviones, únicamente porque despreció el concepto de libertad y por haber creado una sociedad básicamente injusta, en la que las élites lo tenían todo y el pueblo apenas tenía lo básico para sobrevivir. En la Guerra Fría, los soviéticos y sus aliados perdieron porque los valores que representaban eran inferiores que los que Occidente defendía.
Sin embargo, la sociedad del Este era una sociedad teóricamente mas rica en valores que la occidental, entre otras razones porque reclamaba la igualdad y rechazaba lacras tan insoportables como la explotación, la especulación y la acumulación de capital en manos privilegiadas.
Pero una vez caído el Muro de Berlín, las sociedades occidentales, al carecer de un poderoso adversario con el que medirse, empezaron a relajarse y a reflejar sus verdaderos dramas y vicios internos. La imagen que se descubría, hoy plenamente presente en nuestro mundo, era terrible y sobrecogedora: corrupción, arrogancia e impunidad de los mas poderosos, explotación y abandono de los mas débiles, desigualdad hiriente, asesinato de la democracia, carencia de valores, control de la Justicia, insensibilidad ante el sufrimiento humano, desprecio al ser humano, violación de los derechos fundamentales, etc.
El mesianismo, como muchas veces antes en el pasado, anida en Rusia y en los rusos, que consideran a Moscú como la tercera Roma, después de la caída de Constantinopla, y en el baluarte de los valores de Occidente. Putin, su actual líder, conecta con ese mesianismo y condena la debilidad de sociedades como las norteamericanas, francesa, británica, española, alemana y otras, todas ellas entregadas e inerme frente a la invasión agresiva e irrespetuosa de otras culturas, sobre todo de los musulmanes, una horda invasora que no quiere adaptarse y que lucha por imponer su cultura en Occidente.
Los actuales rusos y chinos se han dado cuenta de que el gigante próspero de Occidente no sólo tiene los pies de barro en lo económico, como ha quedado demostrado con la crisis actual, sino que tiene también piernas de plastilina en lo ético porque su sociedad está construida sobre bases injustas e indecentes.
Y por ahí, desplegando una ofensiva ética y de valores humanos, quieren contraatacar y ganar la próxima guerra por la hegemonía mundial. El viento del Este sopla por el momento débil, pero empieza a soplar. En Rusia y en otros antiguos países comunistas proliferan los pensadores que propugnan una sociedad de valores capaz de enfrentarse y derrotar a las degeneradas e injustas sociedades de Europa y América. Ese viento del Este está transformando, poco a poco, la sociedad rusa y empieza a sentirse en China, donde muchos filósofos políticos creen que un gobierno fuerte y no sometido a las reglas de la democracia puede ser mas decente y justo que un gobierno elegido en las urnas pera integrado por sinvergüenzas y corruptos, como ocurre en muchos países de cultura occidental.
Rusia ha rechazo el matrimonio homosexual porque cree que es una aberración, aunque proclama el respeto a los homosexuales, y acaba de aprobar leyes que garantizan el respeto a las familias, a los mayores y a las prácticas religiosas, primeras manifestaciones visibles del viento ético que empieza a soplar por las estepas.
La alianza roso-china, si cuenta con el apoyo de potencias emergentes como India y Brasil, tienen poder suficiente y peso en la economía para representar un poder alternativo al Occidente que capitanéan los Estados Unidos.
Muchos analistas y expertos creen que la guerra entre la alianza ruso-china y Estados Unidos ya ha comenzado y que la bajada sorprendente del precio del petroleo, que está arruinando a la economía rusa, es una de las primeras escaramuzas de esa guerra, como también lo es la guerra en Ucranía y la ocupación rusa de Crimea.
Las fuerzas no están definidas y la lucha es todavía confusa, pero es evidente que el enfrentamiento se está produciendo y que el grueso de la batalla es, por el momento, de ideas y conceptos. Hay que seguir observando el fenómeno porque en Occidente hay millones de ciudadanos desesperados esperando que el nuevo viento sople en sus ciudades y naciones, arrastrando consigo la corrupción y el abuso de poder, dos dramas enquistados que los ciudadanos, sometidos e impotentes ante el poder acumulado por los políticos, no pueden erradicar.
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