Muchos ciudadanos, incluyendo a no pocos socialistas sienten vergüenza y escándalo ante el derroche de lujo de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, una "diva" socialista que ha convertido el gobierno en una pasarela de alta costura. No hay día en que no estrene un nuevo modelo, ni jornada en la que no luzca diseños que cuestan una fortuna. Su "resplandor" de alta moda exige movilizar a diario maquilladores, peluqueras, estilistas, modistas y diseñadores, toda una corte de multimillonario coste que nadie sabe con qué fondos se costea, aunque lo que es seguro es que el dinero proviene de los impuestos que el gobierno "extrae" al cada día más arruinado pueblo español.
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La vistosa María Teresa es por lo menos tan culpable como Zapatero del hundimiento de la credibilidad del gobierno en España y del crecimiento preocupante de la desconfianza de los ciudadanos en la "casta" política. El primero desmotiva y escandaliza con la mentira, mientras que la "vice" lo hace con la ostentación y el lujo desproporcionado e inconveniente.
Su comportamiento, provocador y deslumbrante, es también un factor que precipita el descrédito de los políticos y el desprecio de los ciudadanos a "la casta". Su lujo no concuerda con el socialismo, ni con la crisis que flagela a millones de españoles. Sus modelos y peinados de pasarela constituyen una ofensa ética y estética a los cinco millones de españoles sin trabajo, a los cientos de miles de jóvenes (casi el 50 por ciento de los que tienen edad laboral) que no encuentran trabajo y sueñan con ser mileuristas, y a los cientos de miles de españoles a los que el banco les expropia sus viviendas, duermen en los soportales, entre cartones y plásticos, o se ven obligados a hacer cola para comer en los comedores de caridad.
Su comportamiento, provocador y deslumbrante, es también un factor que precipita el descrédito de los políticos y el desprecio de los ciudadanos a "la casta". Su lujo no concuerda con el socialismo, ni con la crisis que flagela a millones de españoles. Sus modelos y peinados de pasarela constituyen una ofensa ética y estética a los cinco millones de españoles sin trabajo, a los cientos de miles de jóvenes (casi el 50 por ciento de los que tienen edad laboral) que no encuentran trabajo y sueñan con ser mileuristas, y a los cientos de miles de españoles a los que el banco les expropia sus viviendas, duermen en los soportales, entre cartones y plásticos, o se ven obligados a hacer cola para comer en los comedores de caridad.
María Teresa Fernández de la Vega, además de una contradicción permanente del espíritu del socialismo histórico, defensor del igualitarismo y próximo a los desposeídos, es también una ofensa a la democracia, un sistema que exige a los gobernantes una rígida batería de valores y principios entre los que destacan la "igualdad" y la "ejemplaridad". Exhibir modelos de alta costura desde el poder no es, precisamente, ejemplar, sobre todo cuando su gobierno está conduciendo al país hacia el desempleo y la pobreza. Otros llegan más lejos y opinan que la imagen de la vicepresidenta alimenta, incluso, el injusto criterio de que todos los políticos españoles son corruptos y se hacen millonarios en sus cargos públicos.
Cada día son más los que piensan que la ostentación de María Teresa es arrogante, provocativa e inconveniente, pero pocos se atreven a criticarla abiertamente, ni siquiera los miembros de la oposición "capada" que encabeza Mariano Rajoy. Es probable que los socialistas guarden silencio ante la provocación de la "Vice" porque no les conviene airear el escándalo, pero ¿por qué callan los populares? ¿Por miedo? ¿Porque ellos también tienen cientos de vergüenzas que ocultar?
Cada día son más los que piensan que la ostentación de María Teresa es arrogante, provocativa e inconveniente, pero pocos se atreven a criticarla abiertamente, ni siquiera los miembros de la oposición "capada" que encabeza Mariano Rajoy. Es probable que los socialistas guarden silencio ante la provocación de la "Vice" porque no les conviene airear el escándalo, pero ¿por qué callan los populares? ¿Por miedo? ¿Porque ellos también tienen cientos de vergüenzas que ocultar?
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