El socialismo español está perdiendo su batalla decisiva ante los ciudadanos, que están rechazando, cada vez con más fuerza, su bien elaborada y hasta ahora infalible propaganda y empiezan a identificar el socialismo no con la justicia social y el Estado de Bienestar, sino con el abuso de poder, el desempleo y la ruina económica.
Los últimos mensajes propagandísticos del PSOE son tan demenciales y absurdos que no resultan creibles. Uno de ellos ha sido el intento de apropiarse del feminismo político, cuando la historia demuestra que el PSOE siempre se opuso al voto igualitario de la mujer; otro fue culpar al PP del hundimiento de la economía española, justo lo contrario de lo que en realidad ha ocurrido. Esos mensajes fracasados de la propaganda socialista reflejan que también ese recurso, el más saludable y eficaz del partido, ha entrado en colapso y ha dejado de funcionar, dejando al PSOE sin blindaje defensivo ante la realidad.
La propaganda ha sido siempre la mejor baza del socialismo español. Aunque parezca increíble, sus argumentos y teorías se han impuesto sobre la realidad, hasta el punto de que una gran parte de los españoles veía a los socialistas como justicieros populares, dispuestos a repartir mejor la riqueza y a socorrer a los más desamparados.
La éxito de la propaganda socialista ha sido sublime y ha conseguido que los españoles olviden un pasado cargado de fracasos. El socialismo que resurgió tras la muerte de Franco y que alcanzó su gran éxito electoral en 1982, con Felipe González como líder, tenía la imagen de un partido joven, rebelde, pacífico, generoso, idealista y noble, atributos de gran valor político que han ido dilapidando con el tiempo y con sus fracasos en el gobierno, hasta que Zapatero, con su política atroz y destructiva, que ha incluído la demolición del prestigioso "Estado de Bienestar", ha terminado por pulverizar aquella imagen idílica del socialismo, sustituyéndola por etiquetas tan negativas como el abuso de poder, la renuncia a las ideas y principios, la obsesión por los cargos y el poder, la entrega a los privilegios, la corrupción, las alianzas "contra natura" con los partidos nacionalistas enemigos de España, el desempleo masivo, el endeudamiento, el despilfarro, la pobreza de España y su derrota como pueblo.
La peor tragedia para el socialismo, la del hundimiento de su eficiente armadura propagandística, no es culpa exclusiva de Zapatero, pero el actual presidente es, con mucha diferencia, el principal responsable de la tragedia. Bajo el mandato de Felipe González, la imagen socialista se deterioró por causa de la corrupción, el terrorismo de Estado y el fracaso económico, pero pudo recuperarse gracias a los enormes errores y carencias de la presidencia de Aznar, a la habilidad de los propagandistas socialistas y a la ayuda de los medios de comunicación sometidos a la izquierda. Sin embargo, bajo el mandato nefasto de Zapatero, esa "cobertura" propagandística se está disipando de manera violenta, abriendose paso en la sociedad española una imagen más auténtica y real de lo que el socialismo español ha significado en la Historia reciente: desempleo, pobreza, creación de un Estado monstruoso e insostenible, avance de la corrupción, clientelismo, nepotismo, amiguismo, engaños y privilegios desenfrenados para los políticos.
En los núcleos de reflexión del socialismo español, donde operan varias fundaciones y thinks tanks, existe una profunda preocupación ante el desprestigio creciente del socialismo en España y el hundimiento de los grandes principios propagandícticos que lo sostenían como una utopía y un sueño en amplios sectores de la sociedad. El fracaso de Zapaterismo, según los análisis internos de muchos pensadores socialistas, ha sido demasiado contundente y evidente en lo económico y en la pérdida de prestigio internacional, lo que está teniendo un efecto demoledor sobre la imagen del socialismo y de toda la izquierda en España.
Lo que más preocupa en esos círculos es que se está afianzando sólidamente la idea de que socialismo equivale a ruina económica y a corrupción.
Esa idea, terrible para ellos, aunque quizás saludable y liberadora para la sociedad española, es tan básica y destructiva que podría cerrar las puertas del poder político a los socialistas durante décadas.
La derrota del núcleo fuerte de la propaganda socialista traerá consigo, de manera inevitable, el auge de la derecha. Sin embargo, en España, ese auge todavía está en sus inicios, frenado por factores tan negativos como el escaso atractivo de Mariano Rajoy y de su equipo, la adhesión de los populares a la peor versión de la partitocracia, su poca afición a la regeneración política y moral del país y la probada incapacidad del Partido Popular para entusiasmar a los españoles con sus ideas y propuestas.
Pero los expertos creen que, si los populares consiguen esta vez, como ya hicieron en tiempos de Aznar, enderezar el rumbo de España y devolver la prosperidad y la esperanza a esta sociedad, empobrecida y entristecida por el socialismo inepto de Zapatero, el resurgimiento, auge y consolidación de la derecha será un hecho de enormes proporciones y alcance político en la España de la primera mitad del siglo XXI.
Los últimos mensajes propagandísticos del PSOE son tan demenciales y absurdos que no resultan creibles. Uno de ellos ha sido el intento de apropiarse del feminismo político, cuando la historia demuestra que el PSOE siempre se opuso al voto igualitario de la mujer; otro fue culpar al PP del hundimiento de la economía española, justo lo contrario de lo que en realidad ha ocurrido. Esos mensajes fracasados de la propaganda socialista reflejan que también ese recurso, el más saludable y eficaz del partido, ha entrado en colapso y ha dejado de funcionar, dejando al PSOE sin blindaje defensivo ante la realidad.
La propaganda ha sido siempre la mejor baza del socialismo español. Aunque parezca increíble, sus argumentos y teorías se han impuesto sobre la realidad, hasta el punto de que una gran parte de los españoles veía a los socialistas como justicieros populares, dispuestos a repartir mejor la riqueza y a socorrer a los más desamparados.
La éxito de la propaganda socialista ha sido sublime y ha conseguido que los españoles olviden un pasado cargado de fracasos. El socialismo que resurgió tras la muerte de Franco y que alcanzó su gran éxito electoral en 1982, con Felipe González como líder, tenía la imagen de un partido joven, rebelde, pacífico, generoso, idealista y noble, atributos de gran valor político que han ido dilapidando con el tiempo y con sus fracasos en el gobierno, hasta que Zapatero, con su política atroz y destructiva, que ha incluído la demolición del prestigioso "Estado de Bienestar", ha terminado por pulverizar aquella imagen idílica del socialismo, sustituyéndola por etiquetas tan negativas como el abuso de poder, la renuncia a las ideas y principios, la obsesión por los cargos y el poder, la entrega a los privilegios, la corrupción, las alianzas "contra natura" con los partidos nacionalistas enemigos de España, el desempleo masivo, el endeudamiento, el despilfarro, la pobreza de España y su derrota como pueblo.
La peor tragedia para el socialismo, la del hundimiento de su eficiente armadura propagandística, no es culpa exclusiva de Zapatero, pero el actual presidente es, con mucha diferencia, el principal responsable de la tragedia. Bajo el mandato de Felipe González, la imagen socialista se deterioró por causa de la corrupción, el terrorismo de Estado y el fracaso económico, pero pudo recuperarse gracias a los enormes errores y carencias de la presidencia de Aznar, a la habilidad de los propagandistas socialistas y a la ayuda de los medios de comunicación sometidos a la izquierda. Sin embargo, bajo el mandato nefasto de Zapatero, esa "cobertura" propagandística se está disipando de manera violenta, abriendose paso en la sociedad española una imagen más auténtica y real de lo que el socialismo español ha significado en la Historia reciente: desempleo, pobreza, creación de un Estado monstruoso e insostenible, avance de la corrupción, clientelismo, nepotismo, amiguismo, engaños y privilegios desenfrenados para los políticos.
En los núcleos de reflexión del socialismo español, donde operan varias fundaciones y thinks tanks, existe una profunda preocupación ante el desprestigio creciente del socialismo en España y el hundimiento de los grandes principios propagandícticos que lo sostenían como una utopía y un sueño en amplios sectores de la sociedad. El fracaso de Zapaterismo, según los análisis internos de muchos pensadores socialistas, ha sido demasiado contundente y evidente en lo económico y en la pérdida de prestigio internacional, lo que está teniendo un efecto demoledor sobre la imagen del socialismo y de toda la izquierda en España.
Lo que más preocupa en esos círculos es que se está afianzando sólidamente la idea de que socialismo equivale a ruina económica y a corrupción.
Esa idea, terrible para ellos, aunque quizás saludable y liberadora para la sociedad española, es tan básica y destructiva que podría cerrar las puertas del poder político a los socialistas durante décadas.
La derrota del núcleo fuerte de la propaganda socialista traerá consigo, de manera inevitable, el auge de la derecha. Sin embargo, en España, ese auge todavía está en sus inicios, frenado por factores tan negativos como el escaso atractivo de Mariano Rajoy y de su equipo, la adhesión de los populares a la peor versión de la partitocracia, su poca afición a la regeneración política y moral del país y la probada incapacidad del Partido Popular para entusiasmar a los españoles con sus ideas y propuestas.
Pero los expertos creen que, si los populares consiguen esta vez, como ya hicieron en tiempos de Aznar, enderezar el rumbo de España y devolver la prosperidad y la esperanza a esta sociedad, empobrecida y entristecida por el socialismo inepto de Zapatero, el resurgimiento, auge y consolidación de la derecha será un hecho de enormes proporciones y alcance político en la España de la primera mitad del siglo XXI.
Comentarios: