Zapatero tiene ahora un "secretito". Dice que ya ha tomado una decisión sobre si se presentará o no a las próximas elecciones como candidato del PSOE, pero que esa decisión solo la conocen Sonsoles, su mujer, y un anónimo compañero del partido. El personaje es tan ridículo que, después de habernos conducido hasta la ruina y el descrédito, todavía quiere que debatamos sobre su futuro, cuando ha sido él quien nos ha arrebatado el nuestro.
España está tan cansada de Zapatero que ya lo ha descontado y amortizado como político. Él quiere convertir su decisión de continuar o abandonar en un debate nacional para que la gente no medite que ha sido vejada, arruinada y desposeída de derechos por su gobierno y es probable que lo consiga, gracias a la estupidez de esos medios de comunicación, que cada día pierden más lectores y credibilidad, pero lo cierto es que los españoles ya lo han condenado como uno de los peores políticos de la historia moderna de España y solo esperan que desaparezca.
Lo confunde todo y demuestra en cada actuación que no tiene ni idea de lo que es la democracia. Ignora que la democracia se basa en la confianza, que él ya ha pedido, y en la transparencia, que él jamás ha respetado. Zapatero no tiene derecho a tener ese secreto porque los españoles tienen el derecho, en democracia, a saber lo que les espera en el futuro, sobre todo si sobre ese futuro se cierne la amenaza de que un dirigente desprestigiado e inepto se aferre al poder y siga adelante con su labor de arruinar la nación.
Zapatero es ya un político maldito cuyas apariciones solo generan desasosiego y angustia. En la misma copa de Navidad donde anunció su secretito, anunció también que no habrá adelanto electoral, frustrando así un deseo que ya comparte la mayoría de los españoles.
Mientras continúe en el poder, seguirá haciendo daño a la democracia y a sus administrados. Es un auténtico castigo para la pobre España. Su última fechoría es la la llamada "Ley Sinde", mediante la cual el gobierno, al margen de los jueces e imitando a la censura franquista, quiere atribuirse poderes para intervenir en Internet y cerrar páginas. El escándalo desatado entre los internautas y el rechazo de los juristas independientes a esa agresión totalitaria ha puesto esa ley contra las cuerdas y está haciendo reflexionar a los partidos que pensaban apoyarla, en especial a los catalanes de Convergencia y Unió.
En fin, un desastre que ojalá termine pronto con la dimisión y huida de un Zapatero al que España necesita sustituir y olvidar pronto para poder renacer.
España está tan cansada de Zapatero que ya lo ha descontado y amortizado como político. Él quiere convertir su decisión de continuar o abandonar en un debate nacional para que la gente no medite que ha sido vejada, arruinada y desposeída de derechos por su gobierno y es probable que lo consiga, gracias a la estupidez de esos medios de comunicación, que cada día pierden más lectores y credibilidad, pero lo cierto es que los españoles ya lo han condenado como uno de los peores políticos de la historia moderna de España y solo esperan que desaparezca.
Lo confunde todo y demuestra en cada actuación que no tiene ni idea de lo que es la democracia. Ignora que la democracia se basa en la confianza, que él ya ha pedido, y en la transparencia, que él jamás ha respetado. Zapatero no tiene derecho a tener ese secreto porque los españoles tienen el derecho, en democracia, a saber lo que les espera en el futuro, sobre todo si sobre ese futuro se cierne la amenaza de que un dirigente desprestigiado e inepto se aferre al poder y siga adelante con su labor de arruinar la nación.
Zapatero es ya un político maldito cuyas apariciones solo generan desasosiego y angustia. En la misma copa de Navidad donde anunció su secretito, anunció también que no habrá adelanto electoral, frustrando así un deseo que ya comparte la mayoría de los españoles.
Mientras continúe en el poder, seguirá haciendo daño a la democracia y a sus administrados. Es un auténtico castigo para la pobre España. Su última fechoría es la la llamada "Ley Sinde", mediante la cual el gobierno, al margen de los jueces e imitando a la censura franquista, quiere atribuirse poderes para intervenir en Internet y cerrar páginas. El escándalo desatado entre los internautas y el rechazo de los juristas independientes a esa agresión totalitaria ha puesto esa ley contra las cuerdas y está haciendo reflexionar a los partidos que pensaban apoyarla, en especial a los catalanes de Convergencia y Unió.
En fin, un desastre que ojalá termine pronto con la dimisión y huida de un Zapatero al que España necesita sustituir y olvidar pronto para poder renacer.
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