Si los españoles aplicaran a sus pésimos políticos la misma receta que han aplicado a Fernando Trueba, España se convertiría pronto en un país más justo y decente y quedaría libre de los muchos sinvergüenzas, corruptos y ladrones instalados en las más altas estructuras de poder.
Gran parte de la sociedad española se indignó cuando conoció el discurso pronunciado por el cineasta al recoger el Premio Nacional de Cinematografía en 2015, cuando aseguró que "nunca me he sentido español. Ni cinco minutos de mi vida". Esa frase, ampliamente difundida por las redes sociales, alimentadas por ciudadanos cabreados, fue la causa directa, como reconoce el mismo Trueba, de la ruina de su nueva película, a pesar de contar con un generoso presupuesto y con la estelar presencia de Penélope Cruz.
Trueba se merecía el correctivo y su error ha sido no darse cuenta de dos cosas: que existen las redes sociales y un periodismo libre ciudadano que, cuando se dispara, es imparable, y que la ciudadanía está tan indignada ante los abusos e injusticias que padece, que no perdona ya ofensas ni vejaciones como lo hacía en el pasado reciente, cuando en España los poderosos cambiaban las leyes a su antojo, aplastaban al ciudadano con impuestos injustos, incumplían sus promesas electorales, daban rienda suelta a la corrupción y manipulaban la opinión pública a placer, logrando una impunidad insultante.
Hay muchos políticos españoles que merecen más que Trueba un boicot masivo que les obligue a arrodillarse y a pedir perdón, entre ellos los que propagan el independentismo a golpe de mentiras y esparciendo la semilla del odio y los que, con su mal gobierno, egoísmo y torpeza, dan alas a ese nacionalismo y alientan la indignación y el extremismo. Pero merecen el boicot, sobre todo, los que cada día escandalizan con su forma de gobernar, ese estilo que ignora la voluntad ciudadana, que destila arrogancia y que asfixia y asesina la democracia y los valores.
Los actuales políticos deberían tomar nota y poner sus barbas a remojar al ver lo que le ha ocurrido a Trueba, al que la ciudadanía indignada le ha arruinado la carrera de cineasta por su torpeza, arrogancia y desprecio a la nación. En cualquier momento, la indignación cuaja y la gente decide no votar nunca más a los políticos y partidos que son culpables de la actual decadencia de España, de la injusticia, corrupción, arbitrariedad y desigualdad, quizás más merecedores de un castigo cívico masivo que el atontado Trueba.
Es cierto que los políticos y sus partidos tienen muchos recursos y ventajas para impedir que cuaje un boicot contra ellos en la sociedad española, entre otros el dominio de casi todos los medios de comunicación, sobre todo de las influyentes cadenas de televisión, y los inmensos recursos del Estado para mentir, manipular y confundir a los ciudadanos, pero no es menos cierto que en Estados Unidos ya ha ocurrido el "milagro" cuando los ciudadanos eligieron a Donald Trump para castigar a una Hillary Clinton que contaba con el apoyo masivo de los medios de comunicación y del poderoso establishment.
En España hay otro factor que puede resultar letal para la actual impunidad práctica de una clase política que, una vez más, prefiere subir impuestos a practicar la austeridad y renunciar a instituciones inútiles, privilegios inmerecidos y a adelgazar un Estado que mantiene a 450.000 políticos parásitos cobrando del dinero de los ciudadanos, sin que ni siquiera la mitad de ellos sean necesarios. Ese nuevo factor es que el elevado y peligroso nivel de indignación, cabreo y rabia ciudadana ante la actitud de los políticos, que se niegan a cumplir los deseos de los ciudadanos, que dan la espalda a los criterios de las mayorías y que violan la voluntad popular, convirtiendo la democracia española en una falsedad y en una vulgar dictadura de partidos y de políticos profesionales.
Francisco Rubiales
Gran parte de la sociedad española se indignó cuando conoció el discurso pronunciado por el cineasta al recoger el Premio Nacional de Cinematografía en 2015, cuando aseguró que "nunca me he sentido español. Ni cinco minutos de mi vida". Esa frase, ampliamente difundida por las redes sociales, alimentadas por ciudadanos cabreados, fue la causa directa, como reconoce el mismo Trueba, de la ruina de su nueva película, a pesar de contar con un generoso presupuesto y con la estelar presencia de Penélope Cruz.
Trueba se merecía el correctivo y su error ha sido no darse cuenta de dos cosas: que existen las redes sociales y un periodismo libre ciudadano que, cuando se dispara, es imparable, y que la ciudadanía está tan indignada ante los abusos e injusticias que padece, que no perdona ya ofensas ni vejaciones como lo hacía en el pasado reciente, cuando en España los poderosos cambiaban las leyes a su antojo, aplastaban al ciudadano con impuestos injustos, incumplían sus promesas electorales, daban rienda suelta a la corrupción y manipulaban la opinión pública a placer, logrando una impunidad insultante.
Hay muchos políticos españoles que merecen más que Trueba un boicot masivo que les obligue a arrodillarse y a pedir perdón, entre ellos los que propagan el independentismo a golpe de mentiras y esparciendo la semilla del odio y los que, con su mal gobierno, egoísmo y torpeza, dan alas a ese nacionalismo y alientan la indignación y el extremismo. Pero merecen el boicot, sobre todo, los que cada día escandalizan con su forma de gobernar, ese estilo que ignora la voluntad ciudadana, que destila arrogancia y que asfixia y asesina la democracia y los valores.
Los actuales políticos deberían tomar nota y poner sus barbas a remojar al ver lo que le ha ocurrido a Trueba, al que la ciudadanía indignada le ha arruinado la carrera de cineasta por su torpeza, arrogancia y desprecio a la nación. En cualquier momento, la indignación cuaja y la gente decide no votar nunca más a los políticos y partidos que son culpables de la actual decadencia de España, de la injusticia, corrupción, arbitrariedad y desigualdad, quizás más merecedores de un castigo cívico masivo que el atontado Trueba.
Es cierto que los políticos y sus partidos tienen muchos recursos y ventajas para impedir que cuaje un boicot contra ellos en la sociedad española, entre otros el dominio de casi todos los medios de comunicación, sobre todo de las influyentes cadenas de televisión, y los inmensos recursos del Estado para mentir, manipular y confundir a los ciudadanos, pero no es menos cierto que en Estados Unidos ya ha ocurrido el "milagro" cuando los ciudadanos eligieron a Donald Trump para castigar a una Hillary Clinton que contaba con el apoyo masivo de los medios de comunicación y del poderoso establishment.
En España hay otro factor que puede resultar letal para la actual impunidad práctica de una clase política que, una vez más, prefiere subir impuestos a practicar la austeridad y renunciar a instituciones inútiles, privilegios inmerecidos y a adelgazar un Estado que mantiene a 450.000 políticos parásitos cobrando del dinero de los ciudadanos, sin que ni siquiera la mitad de ellos sean necesarios. Ese nuevo factor es que el elevado y peligroso nivel de indignación, cabreo y rabia ciudadana ante la actitud de los políticos, que se niegan a cumplir los deseos de los ciudadanos, que dan la espalda a los criterios de las mayorías y que violan la voluntad popular, convirtiendo la democracia española en una falsedad y en una vulgar dictadura de partidos y de políticos profesionales.
Francisco Rubiales
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