Los políticos, especialmente los que hoy gobiernan España, han hecho la vista gorda y no quieren hablar del tema, pero los españoles no deberían olvidar ni perdonar jamás que han sido estafados con las participaciones preferentes, un producto tóxico y de alto riesgo vendido masivamente por cajas de ahorros en las que mandaban amigos del poder y ex ministros, como la antigua Caja Madrid, hoy Bankia, una entidad que, por sus fechorías, merece el desprecio de la sociedad española en pleno.
El principal artífice de la estafa de las preferentes fue Miguel Blesa, un arrogante y despilfarrador niñato cuyo principal mérito era haber sido amigo de José María Aznar. El segundo gran culpable es Rodrigo Rato, enterrador de Caja Madrid, una de las entidades mas solventes de Europa. Pero el mayor culpable de todos es Mariano Rajoy, presidente del gobierno cuando estalló el escándalo y se descubrió que decenas de miles de españoles habían sido estafados por la banca, en especial por la banca rescatada con dinero público, y no hizo nada para devolver el dinero a los ahorradores masacrados por la avaricia de los políticos y sus "compañeros" de la Banca.
No le hubiera resultado demasiado difícil obligar a las entidades estafadoras, sobre todo a las que habían sido rescatadas con dinero procedente de los impuestos del atribulado pueblo español, a devolver el dinero robado, sin distinciones, sin analizar si unos tenían derecho y otros no porque el producto, carente por completo de garantías, fue un timo que el Estado, si hubiera cumplido con su deber de defender al ciudadano frente a los maleantes, habría tenido que impedir.
La estafa de las preferentes es la peor mancha en el curriculum de Mariano Rajoy y de Zapatero, peor que sus mentiras, que sus errores al afrontar la crisis, que sus traiciones a la Constitución, que sus suciedades antidemocráticas y que sus frivolidades ante la corrupción que infecta al país.
Lo de las preferentes es una atrocidad que, de existir justicia, sería merecedora de que los culpables fueran encarcelados y los partidos políticos que los protegen, precintados y clausurados por ser asociaciones de maleantes. Esa es la verdad cruda, pero, como muchas otras, es una verdad ocultada y escondida.
El principal artífice de la estafa de las preferentes fue Miguel Blesa, un arrogante y despilfarrador niñato cuyo principal mérito era haber sido amigo de José María Aznar. El segundo gran culpable es Rodrigo Rato, enterrador de Caja Madrid, una de las entidades mas solventes de Europa. Pero el mayor culpable de todos es Mariano Rajoy, presidente del gobierno cuando estalló el escándalo y se descubrió que decenas de miles de españoles habían sido estafados por la banca, en especial por la banca rescatada con dinero público, y no hizo nada para devolver el dinero a los ahorradores masacrados por la avaricia de los políticos y sus "compañeros" de la Banca.
No le hubiera resultado demasiado difícil obligar a las entidades estafadoras, sobre todo a las que habían sido rescatadas con dinero procedente de los impuestos del atribulado pueblo español, a devolver el dinero robado, sin distinciones, sin analizar si unos tenían derecho y otros no porque el producto, carente por completo de garantías, fue un timo que el Estado, si hubiera cumplido con su deber de defender al ciudadano frente a los maleantes, habría tenido que impedir.
La estafa de las preferentes es la peor mancha en el curriculum de Mariano Rajoy y de Zapatero, peor que sus mentiras, que sus errores al afrontar la crisis, que sus traiciones a la Constitución, que sus suciedades antidemocráticas y que sus frivolidades ante la corrupción que infecta al país.
Lo de las preferentes es una atrocidad que, de existir justicia, sería merecedora de que los culpables fueran encarcelados y los partidos políticos que los protegen, precintados y clausurados por ser asociaciones de maleantes. Esa es la verdad cruda, pero, como muchas otras, es una verdad ocultada y escondida.
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