El 18 de julio último se conmemoró todavía en silencio y sin apoyos callejeros el 77 aniversario del alzamiento de Franco contra la República Española, en 1936. Hasta hace algunos años, la figura de Franco concentraba mucho desprecio y odio en la sociedad española, pero ese rechazo cada año es mal débil y blando. Nunca hasta ahora, desde la muerte del dictador, en 1975, el Franquismo había gozado de tanta admiración y respeto silencioso en una sociedad española que, por culpa de la corrupción y abuso de poder de la actual clase política, mira al pasado con ojos mas comprensivos y con deseos de entender aquel golpe de estado que dio Franco al gobierno legalmente constituido.
Desgraciadamente, ante una falsa democracia española que pierde adhesiones cada día y una clase política que ya es rechazada y hasta despreciada por buena parte de la ciudadanía, el prestigio del 18 de julio se eleva y cada día son mas los españoles que admiran a Franco, reconocen las teóricas bondades y logros de su mandato y contraponen su mandato y estilo al de los políticos del presente, señalados en las encuestas como uno de los mayores problemas de España y objetos de un creciente desprecio cívico.
En el Franquismo, sin dejar de reconocer que su gobierno fue producto de la fuerza militar y que sustituyó al gobierno legalmente constituido en España, se reconocen valores y méritos que hoy están en declive o desaparecidos, entre los que destacan la alta protección a la familia, la erradicación de la clase política tradicional y de sus corrupciones y abusos de poder, hoy vigentes de una manera agobiante en la España del presente, el crecimiento económico continuo, la práctica inexistencia de impuestos, la protección a los trabajadores, la creación de la seguridad social y muchas leyes de ampara a los ciudadanos, la fuerza de valores como la honradez y la decencia en la sociedad, la seguridad ciudadana y otros, que hoy contrastan con el dominio de la corrupción, la mentira, la estafa, la marginación de los ciudadanos y los privilegios, corruptelas y abusos de una clase política que, al ser cada día mas rechazada y despreciada por los ciudadanos, arrastra en su caída también al prestigio de la democracia y del sistema que sustituyó al Franquismo agonizante, tras la muerte del general, en 1975.
A muchos sociólogos y politólogos del presente les preocupa el deterioro de la democracia, el rechazo a la clase política y la creciente predisposición de millones de ciudadanos a "recibir" con los brazos abiertos cualquier salvapatrias o golpista que se presente ofreciendo una sociedad nueva en la que los políticos sean desalojados de sus actuales reductos de poder, donde practican la corrupción, el abuso, la arbitrariedad y otros vicios que envilecen un sistema al que llaman "democracia" sin serlo.
Hace pocos días, en un debate político al que asistí en Sevilla, un joven argumentó con éxito y mas aceptación de la que cabía esperar, que si en España se diera un golpe militar que acabara con el abuso de la actual clase política, similar al que había depuesto a Mursi, el presidente legal de Egipto, sería apoyado por millones de españoles, como ciertamente ocurrió en Egipto.
Nadie duda de que los que defienden al actual sistema en España todavía son mayoría, pero los actuales partidos han tensado demasiado la cuerda y han llegado demasiado lejos en sus corrupciones y abusos de poder, desoyendo sistemáticamente clamores ciudadanos como los que exigen el fin de la financiación con dinero público de partidos políticos y sindicatos, el adelgazamiento drástico del Estado o un castigo ejemplar para los corruptos. La perseverancia de los arrogantes políticos en sus desprestigiadas actitudes y tesis de poder están abonando el terreno para que cualquier dictadorzuelo futuro acabe de un solo golpe con este reino de la corrupción y la basura.
Si algún día triunfara en España una opción de extrema derecha o un salvapatrias dispuesto a "liquidar" el actual orden constitucional, la culpa principal del drama seria de la actual clase política, que no ha sabido dotar de prestigio al sistema, al que han prostituido a base de corrupción, abuso de poder, endeudamiento, impuestos abusivos, despilfarro, arbitrariedad, amiguismo, marginación del ciudadano, mentiras, control indigno de la Justicia y una enorme lista de privilegios exclusivos de los políticos, tan inmerecidos como injustos.
Desgraciadamente, ante una falsa democracia española que pierde adhesiones cada día y una clase política que ya es rechazada y hasta despreciada por buena parte de la ciudadanía, el prestigio del 18 de julio se eleva y cada día son mas los españoles que admiran a Franco, reconocen las teóricas bondades y logros de su mandato y contraponen su mandato y estilo al de los políticos del presente, señalados en las encuestas como uno de los mayores problemas de España y objetos de un creciente desprecio cívico.
En el Franquismo, sin dejar de reconocer que su gobierno fue producto de la fuerza militar y que sustituyó al gobierno legalmente constituido en España, se reconocen valores y méritos que hoy están en declive o desaparecidos, entre los que destacan la alta protección a la familia, la erradicación de la clase política tradicional y de sus corrupciones y abusos de poder, hoy vigentes de una manera agobiante en la España del presente, el crecimiento económico continuo, la práctica inexistencia de impuestos, la protección a los trabajadores, la creación de la seguridad social y muchas leyes de ampara a los ciudadanos, la fuerza de valores como la honradez y la decencia en la sociedad, la seguridad ciudadana y otros, que hoy contrastan con el dominio de la corrupción, la mentira, la estafa, la marginación de los ciudadanos y los privilegios, corruptelas y abusos de una clase política que, al ser cada día mas rechazada y despreciada por los ciudadanos, arrastra en su caída también al prestigio de la democracia y del sistema que sustituyó al Franquismo agonizante, tras la muerte del general, en 1975.
A muchos sociólogos y politólogos del presente les preocupa el deterioro de la democracia, el rechazo a la clase política y la creciente predisposición de millones de ciudadanos a "recibir" con los brazos abiertos cualquier salvapatrias o golpista que se presente ofreciendo una sociedad nueva en la que los políticos sean desalojados de sus actuales reductos de poder, donde practican la corrupción, el abuso, la arbitrariedad y otros vicios que envilecen un sistema al que llaman "democracia" sin serlo.
Hace pocos días, en un debate político al que asistí en Sevilla, un joven argumentó con éxito y mas aceptación de la que cabía esperar, que si en España se diera un golpe militar que acabara con el abuso de la actual clase política, similar al que había depuesto a Mursi, el presidente legal de Egipto, sería apoyado por millones de españoles, como ciertamente ocurrió en Egipto.
Nadie duda de que los que defienden al actual sistema en España todavía son mayoría, pero los actuales partidos han tensado demasiado la cuerda y han llegado demasiado lejos en sus corrupciones y abusos de poder, desoyendo sistemáticamente clamores ciudadanos como los que exigen el fin de la financiación con dinero público de partidos políticos y sindicatos, el adelgazamiento drástico del Estado o un castigo ejemplar para los corruptos. La perseverancia de los arrogantes políticos en sus desprestigiadas actitudes y tesis de poder están abonando el terreno para que cualquier dictadorzuelo futuro acabe de un solo golpe con este reino de la corrupción y la basura.
Si algún día triunfara en España una opción de extrema derecha o un salvapatrias dispuesto a "liquidar" el actual orden constitucional, la culpa principal del drama seria de la actual clase política, que no ha sabido dotar de prestigio al sistema, al que han prostituido a base de corrupción, abuso de poder, endeudamiento, impuestos abusivos, despilfarro, arbitrariedad, amiguismo, marginación del ciudadano, mentiras, control indigno de la Justicia y una enorme lista de privilegios exclusivos de los políticos, tan inmerecidos como injustos.
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