La política está siendo para Zapatero un verdadero Calvario, un camino durísimo de desgaste y sufrimiento en el que lucha con uñas y dientes para impedir que los españoles asuman su triste realidad: la de un país pésimamente gobernado, que sigue hundiéndose y fabricando desempleo y pobreza Pero el drama tiende a crecer, del mismo modo que crecen el desgaste del gobierno, el rechazo de los ciudadanos al zapaterismo y los deseos de cambio..
Para evitar que los españoles asuman la verdad de que Zapatero es el peor gobernante de España desde los tiempos nefastos del rey traidor Fernando VII, el presidente parece dispuesto a hacer muchas barbaridades, incluso seguir mintiendo y ocultando la realidad para impedir, por todos los medios, que el Partido Popular arrase en las elecciones del año 2012.
Zapatero sabe que la política será para él un Calvario en lo que queda de legislatura, pero quiere que para el PP lo sea todavía más. Con Rubalcaba de candidato, los expertos y observadores esperan un despliegue de poder televisivo para desacreditar al PP y convencer a los españoles de que la derecha es por lo menos tan corrupta e inepta como la izquierda. Las televisiones sometidas al gobierno ofrecerán, probablemente, con creciente frecuencia detenciones de cargos corruptos del PP, con cuidado despliegue mediático, mientras que los comentaristas al servicio del socialismo renovarán su batería de argumentos y críticas para desprestigiar a la derecha.
Zapatero y Rubalcaba creen que todavía podría producirse el milagro si se dan las condiciones necesarias. Lo que nadie sabe es en que condiciones piensan cuando vaticinan una posible victoria socialista, a pesar de que el PSOE está casi desahuciado por los votantes españoles.
Los analistas especulan con escenarios que favorezcan al PSOE y que le ayuden a vencer y descubren, sobre todo, dos: el primero de ellos es la rendición de ETA, convenientemente magnificada y escenificada desde el poder como una victoria memorable de España contra la violencia; la segunda es una situación de tensión prebélica con Marruecos, tan intensa que provocaría la unidad de los españoles en torno a su gobierno.
La mayoría de los expertos y centros de análisis creen que la rendición de ETA no será suficiente argumento para cambiar el voto de castigo al socialismo, pero piensan que un escenario prebélico con Marruecos lleno de dramatismo y bien explotado por la propaganda, quizás pudiera conseguir el cambio de tendencia, aunque advierten que el desgaste socialista es tan profundo que cualquier escenario, incluso los teóricamente más favorables, podrían volvérseles en contra.
La resistencia tenaz del PSOE a dejar del poder está sorprendiendo a propios y extraños, y reforzando el criterio ciudadano de que el socialismo ha cambiado sus ideales por reparto de poder y de privilegios entre los suyos, único objetivo que parece moverles.
Si la estrategia de resistencia extrema en el poder llega a cuajar y a ponerse en práctica, la democracia y la sociedad española serían las primeras víctimas de ese juego demencial, temerario e inmoral.
Mucho más razonable, digno y democrático sería reconocer la verdad, explicar a los españoles que se han cometido errores, que la crisis es especialmente severa para nosotros y que la única forma de salir del foso de la destrucción de empleo y del avance hacia la pobreza, ante la imposibilidad de un pacto entre los dos grandes partidos y la sociedad civil española que consagre el esfuerzo, el sacrificio y la unidad, es a través de unas elecciones anticipadas que devuelva la voz a los ciudadanos y que genere un cambio.
Zapatero ha demostrado hasta la saciedad ser un soberbio peligroso que antepone su interés y su programa a cualquier otra causa o meta. Su retirada como candidato no fue voluntaria sino forzada por el rechazo ciudadano, que si seguía creciendo llevaría a su partido hasta una derrota humillante en 2012.
La mayoría de los españoles desean que el PSOE pase a la oposición y se regenere allí, alejado del clientelismo que ha minado sus entrañas, convirtiéndolo en un partido que en lugar de repartir ideas, ilusiones y servicio, reparte beneficios entre los suyos, convertidos, ante los ojos de los ciudadanos, en una legión de aprovechados incapaces de vivir al margen de unos fondos públicos que han dejado agotados.
Para evitar que los españoles asuman la verdad de que Zapatero es el peor gobernante de España desde los tiempos nefastos del rey traidor Fernando VII, el presidente parece dispuesto a hacer muchas barbaridades, incluso seguir mintiendo y ocultando la realidad para impedir, por todos los medios, que el Partido Popular arrase en las elecciones del año 2012.
Zapatero sabe que la política será para él un Calvario en lo que queda de legislatura, pero quiere que para el PP lo sea todavía más. Con Rubalcaba de candidato, los expertos y observadores esperan un despliegue de poder televisivo para desacreditar al PP y convencer a los españoles de que la derecha es por lo menos tan corrupta e inepta como la izquierda. Las televisiones sometidas al gobierno ofrecerán, probablemente, con creciente frecuencia detenciones de cargos corruptos del PP, con cuidado despliegue mediático, mientras que los comentaristas al servicio del socialismo renovarán su batería de argumentos y críticas para desprestigiar a la derecha.
Zapatero y Rubalcaba creen que todavía podría producirse el milagro si se dan las condiciones necesarias. Lo que nadie sabe es en que condiciones piensan cuando vaticinan una posible victoria socialista, a pesar de que el PSOE está casi desahuciado por los votantes españoles.
Los analistas especulan con escenarios que favorezcan al PSOE y que le ayuden a vencer y descubren, sobre todo, dos: el primero de ellos es la rendición de ETA, convenientemente magnificada y escenificada desde el poder como una victoria memorable de España contra la violencia; la segunda es una situación de tensión prebélica con Marruecos, tan intensa que provocaría la unidad de los españoles en torno a su gobierno.
La mayoría de los expertos y centros de análisis creen que la rendición de ETA no será suficiente argumento para cambiar el voto de castigo al socialismo, pero piensan que un escenario prebélico con Marruecos lleno de dramatismo y bien explotado por la propaganda, quizás pudiera conseguir el cambio de tendencia, aunque advierten que el desgaste socialista es tan profundo que cualquier escenario, incluso los teóricamente más favorables, podrían volvérseles en contra.
La resistencia tenaz del PSOE a dejar del poder está sorprendiendo a propios y extraños, y reforzando el criterio ciudadano de que el socialismo ha cambiado sus ideales por reparto de poder y de privilegios entre los suyos, único objetivo que parece moverles.
Si la estrategia de resistencia extrema en el poder llega a cuajar y a ponerse en práctica, la democracia y la sociedad española serían las primeras víctimas de ese juego demencial, temerario e inmoral.
Mucho más razonable, digno y democrático sería reconocer la verdad, explicar a los españoles que se han cometido errores, que la crisis es especialmente severa para nosotros y que la única forma de salir del foso de la destrucción de empleo y del avance hacia la pobreza, ante la imposibilidad de un pacto entre los dos grandes partidos y la sociedad civil española que consagre el esfuerzo, el sacrificio y la unidad, es a través de unas elecciones anticipadas que devuelva la voz a los ciudadanos y que genere un cambio.
Zapatero ha demostrado hasta la saciedad ser un soberbio peligroso que antepone su interés y su programa a cualquier otra causa o meta. Su retirada como candidato no fue voluntaria sino forzada por el rechazo ciudadano, que si seguía creciendo llevaría a su partido hasta una derrota humillante en 2012.
La mayoría de los españoles desean que el PSOE pase a la oposición y se regenere allí, alejado del clientelismo que ha minado sus entrañas, convirtiéndolo en un partido que en lugar de repartir ideas, ilusiones y servicio, reparte beneficios entre los suyos, convertidos, ante los ojos de los ciudadanos, en una legión de aprovechados incapaces de vivir al margen de unos fondos públicos que han dejado agotados.
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