El agujero negro que han dejado los socialistas en Castilla la Mancha (2.700 millones de euros, en lugar de los 700 que declararon al dejar el poder), que crece cada día, a medida que se levantan las alfombras del poder, es la demostración más clara y evidente de que los gobernantes españoles son los causantes de los grandes males que están destruyendo la nación, incluyendo la misma crisis económica. El estilo de gobierno socialista en Castilla la Mancha, similar al que han desplegado desde Andalucía, Extremadura y el mismo gobierno central, se caracteriza por el despilfarro, la mentira, la arbitrariedad, el egoísmo, la arrogancia y la constatación de dos realidades terribles, inmorales e indecentes: que el dinero público carece de dueño.y que las canalladas y arbitrariedades de los políticos españoles no se castigan por la Justicia.
El despilfarro irresponsable de Castilla la Mancha, donde el déficit público es más del doble del oficialmente declarado por el gobierno y asumido por el gobierno de Zapatero, no es un fenómeno local o aislado sino el resultado de una forma indecente y delictiva de gobernar, puesta en práctica en toda España, un país que ha perdido la confianza de los mercados precisamente porque los inversores creen que las cuentas oficiales mienten y que los inversores, al igual que los ciudadanos, están siendo engañados por una casta política que, por su comportamiento, es carne de cárcel..
Esa forma de gobernar, antidemocrática, legal en España pero delictiva en cualquier democracia seria del mundo, que, por desgracia, no es exclusiva del PSOE y que también el PP la pone en práctica en algunas de las autonomías que gobierna, aunque, a juzgar por la evidencia, los socialistas hayan alcanzado cotas insuperables en despilfarro, mentira y arbitrariedad, condena al pueblo español a la ruina, acelera y potencia la actual crisis económica, de la que son más culpables los políticos que los banqueros, y condena a los ciudadanos a compensar con impuestos y sacrificios los excesos de los políticos profesionales, una verdadera plaga para la sociedad y el progreso.
Tras los últimos y bochornosos acontecimientos en España, entre los que sobresalen la negativa de Zapatero a dimitir, a pesar del clamor popular, la golfería de muchos políticos, con especial protagonismo del senador socialista Curbelo, y el despilfarro y el engaño descubiertos en Castilla la Mancha, queda claro que el principal problema de los españoles no es el desempleo y la crisis económica, sino los políticos que les gobiernan, causa directa de casi todos los males, desde la crisis al desempleo, sin olvidar el desprestigio de España en el mundo, la desconfianza de los mercados, el agujero de la economía y la creciente tristeza y desesperación de una sociedad manejada por una clase política plagada de indecentes y locos sin control.
La solución de los grandes problemas de España, que pasan por una refundación de su política y la instauración de una verdadera democracia, con políticos decentes, sin impunidad de los poderosos, con una Justicia eficaz y con partidos políticos de poder limitado, sometidos a férreo control ciudadano, nunca van a surgir en las sucias filas de los políticos profesionales, donde se encuentra el problema, no la solución, sino de los reductos de ciudadanos que todavía se mantienen limpios y que no han tirado por la borda la dignidad y la decencia, como han hecho muchos políticos.
La situación de España es tan grave que permite generalizar con justicia y afirmar, sin reparos, que los políticos son un mal indeseable porque aquellos políticos que aseguran que se mantienen limpios de corrupción y que sirven a los ciudadanos, son igualmente culpables que sus compañeros envilecidos, de los que son cómplices silenciosos y a los que no denuncian y castigan con todas sus fuerzas, por cobardía y por continuar disfrutando de los inmerecidos privilegios del poder.
La culpabilidad de la clase política en la actual crisis española es uno de los secretos más celosamente ocultados por los poderes públicos y por la propaganda de los grandes partidos políticos españoles, que prefieren seguir mintiendo al ciudadano culpando del drama a los banqueros, a los capitalistas o a la situación cíclica de la economía internacional, antes de reconocer la verdad evidente de que son ellos, los malos políticos, quienes han conducido a España hacia el desastre por los caminos de la mentira, el despilfarro, el abuso de poder y la más deleznable y nociva arbitrariedad.
El despilfarro irresponsable de Castilla la Mancha, donde el déficit público es más del doble del oficialmente declarado por el gobierno y asumido por el gobierno de Zapatero, no es un fenómeno local o aislado sino el resultado de una forma indecente y delictiva de gobernar, puesta en práctica en toda España, un país que ha perdido la confianza de los mercados precisamente porque los inversores creen que las cuentas oficiales mienten y que los inversores, al igual que los ciudadanos, están siendo engañados por una casta política que, por su comportamiento, es carne de cárcel..
Esa forma de gobernar, antidemocrática, legal en España pero delictiva en cualquier democracia seria del mundo, que, por desgracia, no es exclusiva del PSOE y que también el PP la pone en práctica en algunas de las autonomías que gobierna, aunque, a juzgar por la evidencia, los socialistas hayan alcanzado cotas insuperables en despilfarro, mentira y arbitrariedad, condena al pueblo español a la ruina, acelera y potencia la actual crisis económica, de la que son más culpables los políticos que los banqueros, y condena a los ciudadanos a compensar con impuestos y sacrificios los excesos de los políticos profesionales, una verdadera plaga para la sociedad y el progreso.
Tras los últimos y bochornosos acontecimientos en España, entre los que sobresalen la negativa de Zapatero a dimitir, a pesar del clamor popular, la golfería de muchos políticos, con especial protagonismo del senador socialista Curbelo, y el despilfarro y el engaño descubiertos en Castilla la Mancha, queda claro que el principal problema de los españoles no es el desempleo y la crisis económica, sino los políticos que les gobiernan, causa directa de casi todos los males, desde la crisis al desempleo, sin olvidar el desprestigio de España en el mundo, la desconfianza de los mercados, el agujero de la economía y la creciente tristeza y desesperación de una sociedad manejada por una clase política plagada de indecentes y locos sin control.
La solución de los grandes problemas de España, que pasan por una refundación de su política y la instauración de una verdadera democracia, con políticos decentes, sin impunidad de los poderosos, con una Justicia eficaz y con partidos políticos de poder limitado, sometidos a férreo control ciudadano, nunca van a surgir en las sucias filas de los políticos profesionales, donde se encuentra el problema, no la solución, sino de los reductos de ciudadanos que todavía se mantienen limpios y que no han tirado por la borda la dignidad y la decencia, como han hecho muchos políticos.
La situación de España es tan grave que permite generalizar con justicia y afirmar, sin reparos, que los políticos son un mal indeseable porque aquellos políticos que aseguran que se mantienen limpios de corrupción y que sirven a los ciudadanos, son igualmente culpables que sus compañeros envilecidos, de los que son cómplices silenciosos y a los que no denuncian y castigan con todas sus fuerzas, por cobardía y por continuar disfrutando de los inmerecidos privilegios del poder.
La culpabilidad de la clase política en la actual crisis española es uno de los secretos más celosamente ocultados por los poderes públicos y por la propaganda de los grandes partidos políticos españoles, que prefieren seguir mintiendo al ciudadano culpando del drama a los banqueros, a los capitalistas o a la situación cíclica de la economía internacional, antes de reconocer la verdad evidente de que son ellos, los malos políticos, quienes han conducido a España hacia el desastre por los caminos de la mentira, el despilfarro, el abuso de poder y la más deleznable y nociva arbitrariedad.
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