Hasta ahora, cuando los españoles entrábamos en El Corte Inglés nos sentiamos en territorio propio. Aquello era España pura, un invento comercial "made in Spaín" que nos llenaba de orgullo. La venta del 10 por ciento del capital de esa empresa a Qatar, país que financia al Estado Islámico, nos ha llenado de inquietud y miedo a muchos españoles, que nos preguntamos que va a quedar de España si continúan operando la ruina, la desvergüenza, el despropósito y el mal gobierno.
Ciertamente, desprenderse de un 10 por ciento del capital no es decisivo, pero por ahí comienza el declive. ¿No podría haberse encontrado otra fórmula que dejará el capital en España? Muchos españoles habríamos adquirido acciones de El Corte Inglés con nuestros ahorros porque creíamos en esa empresa y en ella nos habíamos vestido y surtido de equipos y complementos durante décadas, sintiéndonos siempre orgullosos de su imagen y de su esmerado servicio.
Al español se le deben evitar frustraciones y disgustos porque es, probablemente, uno de los pueblos mas decepcionados y frustrados del mundo. Durante las últimas décadas, España, que a la muerte del "dictador" era el país menos endeudado de Europa, junto con Luxemburgo, es ahora un país tan endeudado y empeñado que las próximas tres generaciones tendrán que pensar en pagar lo que deben antes que en ser prósperos y felices. Además de endeudarnos, nos han arrebatado los valores fundamentales, nos han desmontado el Estado de Bienestar, nos han destruido la democracia y han hecho trizas la riqueza, la esperanza, la unidad nacional, la dignidad y la fortaleza de las clases medias.
Hemos aprendido a odiar a las compañías eléctricas, a los políticos, a los miles de chorizos y delincuentes que operan desde el corazón del Estado y a desconfiar de casi todo. Que enciman nos arrebaten El Corte Inglés ya es demasiado sádico.
A este gobierno de Rajoy, elegido por millones de españoles que, imbéciles de nosotros, nos creímos que sus promesas en campaña iban en serio, solo le falta apalearnos para que aprendamos a odiar la política por todos nuestros poros. Han hecho todo lo contrario de lo que prometieron: despilfarrar, mantener viva la corrupción, endeudarnos de manera enloquecida, mantener un Estado tan grueso, enfermo y lleno de parásitos que es incosteable, subir los impuestos, despreciar al ciudadano, violar la democracia, escupir sobre la verdad y enlodarnos a diario con escándalos y desvergüenzas. Y ahora, para colmo, permiten que el Corte Ingles sea adquirido por un país lleno de petrodólares que financia muchas canalladas y suciedades a escala universal.
Tras la venta de parte de nuestro Corte Inglés, la "marca España" debería colocar sobre su logotipo rojigualdo un crespón negro de luto y de miedo. Estamos perdiendo hasta el alma de España.
Ciertamente, desprenderse de un 10 por ciento del capital no es decisivo, pero por ahí comienza el declive. ¿No podría haberse encontrado otra fórmula que dejará el capital en España? Muchos españoles habríamos adquirido acciones de El Corte Inglés con nuestros ahorros porque creíamos en esa empresa y en ella nos habíamos vestido y surtido de equipos y complementos durante décadas, sintiéndonos siempre orgullosos de su imagen y de su esmerado servicio.
Al español se le deben evitar frustraciones y disgustos porque es, probablemente, uno de los pueblos mas decepcionados y frustrados del mundo. Durante las últimas décadas, España, que a la muerte del "dictador" era el país menos endeudado de Europa, junto con Luxemburgo, es ahora un país tan endeudado y empeñado que las próximas tres generaciones tendrán que pensar en pagar lo que deben antes que en ser prósperos y felices. Además de endeudarnos, nos han arrebatado los valores fundamentales, nos han desmontado el Estado de Bienestar, nos han destruido la democracia y han hecho trizas la riqueza, la esperanza, la unidad nacional, la dignidad y la fortaleza de las clases medias.
Hemos aprendido a odiar a las compañías eléctricas, a los políticos, a los miles de chorizos y delincuentes que operan desde el corazón del Estado y a desconfiar de casi todo. Que enciman nos arrebaten El Corte Inglés ya es demasiado sádico.
A este gobierno de Rajoy, elegido por millones de españoles que, imbéciles de nosotros, nos creímos que sus promesas en campaña iban en serio, solo le falta apalearnos para que aprendamos a odiar la política por todos nuestros poros. Han hecho todo lo contrario de lo que prometieron: despilfarrar, mantener viva la corrupción, endeudarnos de manera enloquecida, mantener un Estado tan grueso, enfermo y lleno de parásitos que es incosteable, subir los impuestos, despreciar al ciudadano, violar la democracia, escupir sobre la verdad y enlodarnos a diario con escándalos y desvergüenzas. Y ahora, para colmo, permiten que el Corte Ingles sea adquirido por un país lleno de petrodólares que financia muchas canalladas y suciedades a escala universal.
Tras la venta de parte de nuestro Corte Inglés, la "marca España" debería colocar sobre su logotipo rojigualdo un crespón negro de luto y de miedo. Estamos perdiendo hasta el alma de España.
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