No se puede soportar esta delirante falacia. No se puede permitir que los nacionalistas catalanes estén constantemente conculcando el Estado de Derecho y la legalidad vigentes. Los españoles están cansados de este desvarío y del silencio gubernamental. ¿Qué hace Rajoy y su gobierno, en su insufrible parsimonia, que no ha plantado ya sus arietes en las colinas de Cataluña y ha bombardeado con las razones de la verdad frente a las mentiras y falacias, que el fatuo nacionalismo extiende y ha sembrado sobre el robo y el anticatalanismo que le profesa la Madrastra España? Ya ha debido de desenmascararlo ante la ciudadanía, y explicarle que es todo lo contrario, que el nacionalismo es un virus infeccioso, que adoctrina a los niños de su enfermizo delirio y que esos imberbes incultos usan ese tinglado para ocultar su fracaso, despilfarro y mangancia. Aún no han devuelto ni un millón ni ha ido ninguno de los del trinque a la cárcel.
En la defensa de España, se halla sólo Albert Rivera con su partido “Ciudadanos”, que ha tratado de sumar las fuerzas no separatistas. Su secretario general, Matías Alonso, en referencia al chanchullo millonario de Mas para su cuñado Rakosnik, dice que “es un augurio de lo que nos espera, si Cataluña se independiza algún día”, ”aquí hay familias que tienen carta blanca y empresas afines a la Generalidad, que multiplican su facturación cada año” y sus cuentas en Suiza.
A todo esto, el socialismo presenta dos vertientes: Los socialistas “relevantes”, históricos y los “empleados”, actuales.
Preocupado por la “fractura social” a que conduce el nacionalismo catalán, Felipe González, en el Fórum Nueva Economía, ha avisado a aquellos y, sobre todo, a estos, al PSOE, que “la independencia de Cataluña es un objetivo imposible, reitero, imposible; cabalgar hacia la independencia de Cataluña, como están haciendo CiU y ERC, puede provocar una fractura política y social, que cueste soldar 30 ó 40 años”. Figuras relevantes del socialismo español, Leguina, Bono, Paco Vázquez, etc. han alzado estos días su voz pidiendo a su partido que defienda con firmeza una idea clara de España, la unidad y la soberanía y que huyan de contemporizar con el PSC. “El PSOE actual, ha dicho Vázquez, está formado por los empleados, que nunca han tenido un currículum civil ni han ganado unas elecciones”. No existen soluciones mágicas fuera de la Constitución y del Estado de las Autonomías; decía José Bono que “los que quieren forzar la Constitución a golpes, son unos golpistas”; y añadió: “Estoy más de acuerdo con nuestra posición histórica de defensa de la unidad de España, que andar en las complacencias con los secesionistas”.
Los otros se han inventado el gran “infundio” del federalismo; es una solución seductora que Rubalcaba propone para las reclamaciones del nacionalismo catalán, un federalismo, dice, como el de Alemania; es una desfachatez, pues es cierto y él lo sabe, que ese planteamiento no entraña nada que vaya a contentar a los nacionalistas, y menos a los secesionistas; y es que esa argucia entraña una enorme falacia, que esa algarabía de insidiosa amenaza para la unidad de España, viene consistiendo en mentir a los ciudadanos con un prototipo incierto y ficticio. Pues, el federalismo es un exponente de ordenación política, en que el poder se reparte entre el Gobierno Central y las entidades regionales y se basa en la fidelidad a la Federación, al Estado y a la igualdad entre federalistas y sin atisbos de secesionismo; por tanto, nuestro sistema autonómico nació y es federal. Por el contrario, el nacionalismo catalán propugna exactamente la disparidad, sobre todo, la fiscal y una asignación preferente para las regiones ricas, y excluyente para las pobres, mientras practica la transgresión de las leyes, sentencias y normas comunes. Es el egoísmo y el desprecio.
Hablan de Alemania, ya quisiéramos que el PSOE actuara aquí con la lealtad incondicional del socialismo alemán con la democracia, que, pudiendo gobernar mañana mismo mediante un pacto con la izquierda, no lo hace por prudencia, decencia y vergüenza y, por ello, no disminuir la legitimidad otorgada por las urnas a Merkel; el SPD huye de la alianza con los comunistas, porque sabe que sus exigencias dañarían la democracia, es la importante diferencia con las veleidades redentoristas del PSOE; ya Felipe González intentó alemanizar su partido al estilo serio y leal de los socialistas alemanes.
C. Mudarra
En la defensa de España, se halla sólo Albert Rivera con su partido “Ciudadanos”, que ha tratado de sumar las fuerzas no separatistas. Su secretario general, Matías Alonso, en referencia al chanchullo millonario de Mas para su cuñado Rakosnik, dice que “es un augurio de lo que nos espera, si Cataluña se independiza algún día”, ”aquí hay familias que tienen carta blanca y empresas afines a la Generalidad, que multiplican su facturación cada año” y sus cuentas en Suiza.
A todo esto, el socialismo presenta dos vertientes: Los socialistas “relevantes”, históricos y los “empleados”, actuales.
Preocupado por la “fractura social” a que conduce el nacionalismo catalán, Felipe González, en el Fórum Nueva Economía, ha avisado a aquellos y, sobre todo, a estos, al PSOE, que “la independencia de Cataluña es un objetivo imposible, reitero, imposible; cabalgar hacia la independencia de Cataluña, como están haciendo CiU y ERC, puede provocar una fractura política y social, que cueste soldar 30 ó 40 años”. Figuras relevantes del socialismo español, Leguina, Bono, Paco Vázquez, etc. han alzado estos días su voz pidiendo a su partido que defienda con firmeza una idea clara de España, la unidad y la soberanía y que huyan de contemporizar con el PSC. “El PSOE actual, ha dicho Vázquez, está formado por los empleados, que nunca han tenido un currículum civil ni han ganado unas elecciones”. No existen soluciones mágicas fuera de la Constitución y del Estado de las Autonomías; decía José Bono que “los que quieren forzar la Constitución a golpes, son unos golpistas”; y añadió: “Estoy más de acuerdo con nuestra posición histórica de defensa de la unidad de España, que andar en las complacencias con los secesionistas”.
Los otros se han inventado el gran “infundio” del federalismo; es una solución seductora que Rubalcaba propone para las reclamaciones del nacionalismo catalán, un federalismo, dice, como el de Alemania; es una desfachatez, pues es cierto y él lo sabe, que ese planteamiento no entraña nada que vaya a contentar a los nacionalistas, y menos a los secesionistas; y es que esa argucia entraña una enorme falacia, que esa algarabía de insidiosa amenaza para la unidad de España, viene consistiendo en mentir a los ciudadanos con un prototipo incierto y ficticio. Pues, el federalismo es un exponente de ordenación política, en que el poder se reparte entre el Gobierno Central y las entidades regionales y se basa en la fidelidad a la Federación, al Estado y a la igualdad entre federalistas y sin atisbos de secesionismo; por tanto, nuestro sistema autonómico nació y es federal. Por el contrario, el nacionalismo catalán propugna exactamente la disparidad, sobre todo, la fiscal y una asignación preferente para las regiones ricas, y excluyente para las pobres, mientras practica la transgresión de las leyes, sentencias y normas comunes. Es el egoísmo y el desprecio.
Hablan de Alemania, ya quisiéramos que el PSOE actuara aquí con la lealtad incondicional del socialismo alemán con la democracia, que, pudiendo gobernar mañana mismo mediante un pacto con la izquierda, no lo hace por prudencia, decencia y vergüenza y, por ello, no disminuir la legitimidad otorgada por las urnas a Merkel; el SPD huye de la alianza con los comunistas, porque sabe que sus exigencias dañarían la democracia, es la importante diferencia con las veleidades redentoristas del PSOE; ya Felipe González intentó alemanizar su partido al estilo serio y leal de los socialistas alemanes.
C. Mudarra
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