Aunque el PP se resiente, al perder votos por los cuatro costados a causa de la indecisión, titubeo y omisión, la situación interna del PSOE anda mucho peor y el campo de incertidumbre de los socialistas no termina por aclararse; bien es verdad, que Rubalcaba salió a cosechar y volvió con el zurrón vacío, sin embargo, Rajoy vino con una mayoría absoluta y la está dilapidando al recortar a las clases más débiles, en lugar de emprender la reforma de las autonomías, las instituciones y el estamento político, que sobran y despilfarran. Es propio de la lógica política que las aguas cenagosas y las tormentas impetuosas agiten el panorama del PSOE, pero que se esté alborotando el estanque tranquilo del PP sólo es debido al desencanto de parcelas directivas del partido y, sin duda, de las milicias básicas aturdidas por ciertas determinaciones rechazables por el militante; tal vez ahora perdería la mayoría absoluta y aparecería una coalición de socialistas con IU, como vino sobre Andalucía. De todos modos, esa no es la solución, fue al propio Zapatero y, después, a su increíble sustitución por Chacón, lo que la gente rechazó en las pasadas elecciones; el pueblo se había hartado de las formas y despropósitos zapateriles.
El drama de la fractura interna del Socialismo campea entre las militancias, que no se arreglará en serio hasta que Rubalcaba se conforme con haber servido a Felipe González y luego a Zapatero, Chacón se quede en su casa y un Congreso alumbre la alternativa definitiva; que, precisamente, si nos dejamos convencer por los rumores, parece que se va a hacer cargo de las riendas del socialismo el sagaz y ondulante, José Bono, ya veterano aspirante a comandarlo y a dirigir un gobierno socialdemócrata.
Aparcando las mociones y desavenencias de partido, el socialismo no ha tenido la grandeza de meter el hombro en esta difícil penuria que atraviesa España y colaborar con el Gobierno firmando, en estas adversidades actuales, un firme pacto de Estado. Bien es verdad que Rubalcaba no tiene el dominio completo del partido, que a duras penas se mantiene de cara al publico, no tiene quien lo escuche ni quien se acerque a sus mítines, por lo que se cuenta; ha llegado a ser un dirigente inexistente; la oposición ha pasado a la calle y las palabras y estrategias de la dirección socialista caen en el vacío. La campaña electoral, que arrancó el otro día en Galicia, tiene su propia lectura en clave autonómica, pone a prueba la resistencia y solvencia del debilitado PSOE y su Secretario General. Se dice, que su única posibilidad consiste, y lo admiten abiertamente, “en que Feijóo las pierda”. En Cataluña, también negros nubarrones ensombrecen el curso del socialismo herido por el desacuerdo y los aires secesionistas.
Rubalcaba colaborador y protagonista de una gestión económica desastrosa viene ahora dando lecciones de ortodoxia, mientras la Nación avanza inexorablemente a la intervención; y es que estos políticos de poca monta que nos rondan, son capaces de contradecirse con todo descaro. Así Rubalcaba que, cuando gobernaba con Zapatero defendía la subida del IVA, luego, en réplica al PP, ha sostenido que la medida acarrearía un menor crecimiento y más paro, aunque en definitiva hay que reconocer que ahora acertó, la medida ha traído más dificultades y más desempleo; también Montoro, en Julio, calificó la subida del IVA de injusta y de grave error que perjudicaba a los trabajadores y a los pensionistas y así es. Esto no quiere decir que carezcan de ideología y de principios, sino que ello manifiesta que muchos políticos piensan y toman decisiones en relación de los parámetros que rodean sus prejuicios y sus intereses electorales; el resultado de esta cuestión conduce a desmitificar la política alejada de la racionalidad, como muestran las metodologías de los partidos, terribles aparatos de poder; en las resoluciones políticas se produce un fondo de auténtica irracionalidad que atemoriza, porque se pretenden disfrazar de funcionalidad y coherencia.
En fin, la gravedad de la crisis hace que deseemos que ambos partidos, los dos con posibilidades de gobierno, salgan del camino abrupto por el que transitan y sepan sortear la fractura interna y salir indemnes.
C. Mudarra
El drama de la fractura interna del Socialismo campea entre las militancias, que no se arreglará en serio hasta que Rubalcaba se conforme con haber servido a Felipe González y luego a Zapatero, Chacón se quede en su casa y un Congreso alumbre la alternativa definitiva; que, precisamente, si nos dejamos convencer por los rumores, parece que se va a hacer cargo de las riendas del socialismo el sagaz y ondulante, José Bono, ya veterano aspirante a comandarlo y a dirigir un gobierno socialdemócrata.
Aparcando las mociones y desavenencias de partido, el socialismo no ha tenido la grandeza de meter el hombro en esta difícil penuria que atraviesa España y colaborar con el Gobierno firmando, en estas adversidades actuales, un firme pacto de Estado. Bien es verdad que Rubalcaba no tiene el dominio completo del partido, que a duras penas se mantiene de cara al publico, no tiene quien lo escuche ni quien se acerque a sus mítines, por lo que se cuenta; ha llegado a ser un dirigente inexistente; la oposición ha pasado a la calle y las palabras y estrategias de la dirección socialista caen en el vacío. La campaña electoral, que arrancó el otro día en Galicia, tiene su propia lectura en clave autonómica, pone a prueba la resistencia y solvencia del debilitado PSOE y su Secretario General. Se dice, que su única posibilidad consiste, y lo admiten abiertamente, “en que Feijóo las pierda”. En Cataluña, también negros nubarrones ensombrecen el curso del socialismo herido por el desacuerdo y los aires secesionistas.
Rubalcaba colaborador y protagonista de una gestión económica desastrosa viene ahora dando lecciones de ortodoxia, mientras la Nación avanza inexorablemente a la intervención; y es que estos políticos de poca monta que nos rondan, son capaces de contradecirse con todo descaro. Así Rubalcaba que, cuando gobernaba con Zapatero defendía la subida del IVA, luego, en réplica al PP, ha sostenido que la medida acarrearía un menor crecimiento y más paro, aunque en definitiva hay que reconocer que ahora acertó, la medida ha traído más dificultades y más desempleo; también Montoro, en Julio, calificó la subida del IVA de injusta y de grave error que perjudicaba a los trabajadores y a los pensionistas y así es. Esto no quiere decir que carezcan de ideología y de principios, sino que ello manifiesta que muchos políticos piensan y toman decisiones en relación de los parámetros que rodean sus prejuicios y sus intereses electorales; el resultado de esta cuestión conduce a desmitificar la política alejada de la racionalidad, como muestran las metodologías de los partidos, terribles aparatos de poder; en las resoluciones políticas se produce un fondo de auténtica irracionalidad que atemoriza, porque se pretenden disfrazar de funcionalidad y coherencia.
En fin, la gravedad de la crisis hace que deseemos que ambos partidos, los dos con posibilidades de gobierno, salgan del camino abrupto por el que transitan y sepan sortear la fractura interna y salir indemnes.
C. Mudarra
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